—Solo mira cómo estás. Cualquiera con dos ojos de frente puede darse cuenta de la fiestecita que tuviste anoche.
—Deberías estar dándome las gracias por haberme presentado para esta dichosa reunión— Lo único que recuerdo de anoche es a mi pasando la mayor vergüenza de mi vida y a Donatello ofreciéndose a traerme.
Luego de eso, todo está en negro. Me desperté en mi cama esta mañana con la misma ropa que llevaba puesta anoche, un fuerte dolor de cabeza y con una peste a alcohol insoportable.
Me preocupa no recordar haberle dado mi dirección a Donatello anoche, eso solo reactivaba mis alarmas sobre qué otra cosa vergonzosa pude haber hecho frente a él.
—Tienes razón. Por lo menos estás aquí, aunque no te hayas esforzado lo más mínimo en arreglarte.
—¿Te refieres al por qué decidí no usar el costoso vestido que dejaste en mi puerta?— Como si le importara lo más mínimo como me visto. Llevo más de una década vistiéndome con las sobras de su mujer y a él eso parecía no importarle.
—Escúchame bien, Emma. Esto no es un juego, esta reunión debe salir perfecta, en especial si quieres que conservemos nuestra casa— La casa, por supuesto. La indignación que siento por mi padre casi me hace olvidar el porqué de que haya aceptado hacer esto. La casa de mi madre.
—No lo arruinare— Le dije adelantando mi paso hasta la lujosa casa en donde nos habían citado a papá y a mí. No quise preguntarle a papá por qué no habían extendido su invitación a Deborah y mis hermanos, pero supongo que debe tratarse de una reunión algo informal e íntima con solo los involucrados en el dichoso matrimonio.
Sin duda esta casa emanaba opulencia. Su tamaño es diez veces el de la nuestra, con grandes ventanales, paredes pintadas de un blanco perfecto, un jardín del que cuidan hasta el más mínimo detalle y sobre todo, está ubicada en una de las zonas más exclusivas del país.
Tan solo unos pocos segundos después de haber tocado el timbre de la residencia, un señor algo mayor, con su cabellera blanca muy bien cuidada y peinada, un frondoso bigote del mismo color de su cabello y un excéntrico traje en color negro hecho a la medida nos recibió.
—Buenos días, señores. Permítanme escoltarlos— Dijo mientras nos dejaba ingresar a la casa. —El joven amo aún no se ha presentado, pero los señores ya los están esperando— Se encaminó por la casa mientras papá y yo lo seguíamos curiosos sin poder evitar inspeccionar todo al rededor.
Todo el lugar estaba impecable, el color negro y el dorado predominaba en todo el lugar alejándose de la inocencia que emanaba el color blanco de afuera.
—Pasen por aquí por favor— Llegamos a una habitación contigua a la sala de estar en donde ya nos estaban esperando dos personas que supuse eran los dueños de la casa.
—Señores, gracias por recibirnos el día de hoy— Se les acercó mi padre de manera enérgica.
—Estamos complacidos de recibirte a ti y a tu bella hija— Se nos acercó un anciano dando cortos pasos con ayuda de su bastón. —Soy Frederick Santorini y ella es mi nuera María.
Le di la mano en señal de saludo y a la elegante mujer junto a él.
Lucía algo mayor, pero no lo suficiente como para considerar que tuviesen la misma edad.
—Mucho gusto, soy Emma.
—Y tu nombre es tan hermoso como la mujer que lo porta— Dijo este mientras tomábamos asiento provocando que su comentario me pusiera algo nerviosa.
No, no creo que todo esto sea porque debo casarme con él, digo, podría ser mi abuelo.
—Oh querida, no te preocupes— Habló la mujer aparentemente notando mi preocupación. —Sé lo que piensas y no puedes estar más equivocada. Me temo que debo disculparme en nombre de mi hijo. Al parecer tiene tan poco interés en esta reunión que decidió no presentarse.
—Entonces, ¿por qué que insistir en esta boda si él no está interesado?— Dije y supe que debí mantener mi boca cerrada en cuanto vi la reacción de papá.
—Verás querida— Intervino Frederick. —Hace poco perdí a mi hijo en manos de una misteriosa enfermedad, misma por la cual estoy pasando en este momento.
>>El legado de mi familia es muy importante para mí, mi querido nieto ya tiene 36 años y estoy preocupado de que él pueda enfermar de la misma enfermedad y le impida tener un descendiente.
Con esa explicación toda esta locura del matrimonio comienza a tener sentido.
—Eres una muchacha bastante hermosa, joven y saludable— Continuó. —Confío en que podrás darle fuertes y saludables miembros a esta familia— ¿Hijos? De ninguna manera. Aceptar esta boda es una cosa, pero aceptar tener algún tipo de contacto físico con un completo desconocido, eso ni pensarlo. —Pero antes, hay algo que necesito comprobar.
—¿Y qué es?— Contesté.
—Necesitamos estar seguros de que eres pura, querida— Sentenció la mujer frente a mí.
—¿QUÉ? ¡Eso es una locura— Me puse de pie dispuesta a alejarme de estas personas. Están completamente locos.
—Emma, espera— Papá se me acercó y me tomó del brazo. —Por favor, denme un minuto con mi hija, creo que esto la tomó un poco por sorpresa.
De un tirón papá me atrajo hasta un rincón de la habitación refunfuñando entre dientes.
—¿Qué demonios estás haciendo, Emma?
—Papá, ¿Es que acaso no te das cuenta la clase de personas que son? Están intentando medir mi valor mediante...Agh— Ni siquiera quiero pensar en eso. —Solo estoy tratando de salvar la poca dignidad que me queda después de haber aceptado participar en todo esto.
—Lo único que deberías estar tratando de salvar es el recuerdo de tu madre. Es lo único que deberías tener en cuenta— Me da tanta rabia tener las manos atadas y depender de lo que estás personas puedan darme. —¿Entiendes?
—Si, lo entiendo— Sentencie.
—Bien, entonces concéntrate solo en asentir y sonreír y ahórranos tus comentarios— Terminó por decir antes de volver con esas dos personas.
—Mi hija está de acuerdo con la prueba.
—Oh, excelente. Entonces...¡Señor James!— Habló Frederick dirigiéndose al señor que nos había recibido en la entrada. —Por favor haga pasar a la doctora.
—Enseguida, señor.
Al poco tiempo, una mujer con una vestimenta en color verde ingresó a la habitación.
La señora Maria me indicó que la siguiera y aunque tuve que tragarme el poco orgullo que me quedaba la seguí.
La mujer me dirigió hasta una oficina que al parecer habían acomodado para servir como una especie de consultorio, con una camilla en el centro y varias luces alrededor.
—Por favor, recuéstate en la camilla y si prefieres, puedes cubrirte con la manta— Algo nerviosa, hice lo que me dijo. —No estés nerviosa, esto será rápido y no te dolerá.
Terminó de colocarse unos guantes y se aproximó a mí.
Me tomó de las piernas y me hizo doblarlas para que ella pudiera ver.
—No suelo realizar pruebas como esta todos los días— Habló. Supongo que en un vago intento de distraerme.
—Los ricos y sus excentricidades— Proclame cerrando mis ojos.
Tan solo unos pocos minutos después pude librarme de esta tortura. No sé que tanto estaba viendo, pero ante mi perspectiva, el tiempo pareció hacerse eterno.
—¿Está todo en orden?
—Suelo confiar más en lo que veo que en la palabra de mis pacientes, pero voy a hacerte una pregunta— Me incorporé curiosa mientras la veía acercarse a unos papeles sobre el escritorio.
—¿Has tenido relaciones sexuales alguna vez?
—No, claro que no— Le asegure.
Y era más que cierto, no porque no quisiera, sino porque estaba tan concentrada en graduarme e independizarme de mi padre que me olvide de todo lo demás.
—De acuerdo. Entonces, ¿prácticas o solías practicar algún deporte?
—Sí, solía hacer algo de atletismo, pero ¿eso qué tiene que ver?
—Tu himen está roto, pero debido a que solías hacer deporte es algo normal, incluso hasta una caída puede romperlo. Así que no te preocupes— ¡Qué no me preocupe! Tengo a la santa inquisición esperando respuestas allá afuera. No creerán en una simple caída. —pero viendo en la situación en la que te encuentras, obviaré ese detalle por ahora para no complicarte más las cosas.
—Se lo agradezco.
***
—Muy bien, ya que todo está en orden, no habrá inconveniente en realizar la boda en unos días.
—¿Tan pronto?— Sabía que tenían prisa, pero jamás creí que tanta.
—Como sabes, querida. El tiempo es algo de lo que no me puedo dar el lujo desperdiciar— Espetó Frederick.
—Por nosotros no hay ningún problema, señor Santorini— Prosiguió papá.
—Entonces es un hecho. Tendremos todo listo para la boda en unos días, todo resultará expledindo— Terminó de decir María, la cual era la que más emoción desbordaba en toda la habitación.
María Santorini, madre de Donatello
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 28 Episodes
Comments
Liliana García
En que siglo vive? Para que diga amo 🤭🤭
2024-10-29
0
Merly Esmeralda Mosquera Garcia
Creo que Donatelo gusta de ella y como estaba borracha se aprovechó de su estado y no se presentó a la cita porque piensa que es otra prometida
2024-02-07
5
Adriana Sanchez
Me voy a quedar con los 30 años 🤭🤭 pero que paso, a caso tuvieron relaciones, Donatello se aprovecho de su borrachera o 🤔🤔
2024-01-24
2