Emma salió de sus pensamientos mientras y noto que Martin la observaba. Él sonreía, pero no de la manera que le había sonreído en otros momentos. En su rostro había preocupación...
Le dijo:
- Martin, debemos hablar de lo que hoy vi... Dime, tienes algo con Sara. - quería que sonará como una pregunta, pero sonó como una afirmación.
Martin al ver sus ojos no podía saber que pensaba ella y lo desconcertaba. No había dudas, miedo ni dolor en la mirada de Emma. Solo una frialdad que no se esperaba.
Dudo y no salió más de su boca que un - ehmmm-.
Emma esbozó una sonrisa fría y le dijo:
- Martin, sabes que siempre he creído que te amo. Que has sido mi primer hombre. Que sentí darte mi corazón, mi alma. Pero...
Suspiró...
Me di cuenta de que no es así, que no siento eso.
- ¿qué? ¿Acaso no me amas? Emma, Emmi... Te amo y lo de Sara no es nada. Te juro... Lo de las otras nunca ha sido nada. -
Emma cerró sus ojos, quería llorar, pero no salía nada, se sentía un témpano. Dijo: entonces ella no es la primera con la que me engañas, afirmó.
Martin palideció, nunca espero temblar de la manera que lo hacía su cuerpo al ver la frialdad de Emma. Nunca imagino que él solo, le confesaría de sus engaños con otras.
-Emma, yo... Ninguna significó nada para mí. Solo eran encuentros casuales. Además, tú, al principio no querías acostarte conmigo, soy hombre y necesitaba sexo.
- Es decir, que necesitabas sexo antes de que yo fuera tuya? Pero, discúlpame Martin, mi primera vez fue contigo hace poco, entonces necesitas sexo con Sara, porque no soy suficiente?- le dijo Emma
-Emmi, nooo, tú eres lo mejor que me ha sucedido. La piel que siento contigo, no la he sentido con nadie. Sara es una ofrecida, no hace más que insinuarse. Arroja papeles al piso delante mío para agacharse y mostrarme su escote. Apoya su trasero en mi brazo cuando estoy trabajando en el escritorio. Emma, ella se ofrece y soy débil...
Martin se daba cuenta de que ella era su novia, que era un tesoro que estaba perdiendo. Que las otras no eran nada. Que solo eran un revolcón. Desconocía su cuerpo en ese momento... Temblaba, sudaba, sentía un dolor raro en su pecho que no comprendía. ¿Acaso estaba viendo como ella iba a terminar con él, como en un drama? No, era imposible, ella lo idolatraba, lo amaba, lo veneraba.
¿Que diría su madre, si le decía que Emma había terminado con el? ¿Y su padre? ¿Que esperaba el casamiento de ellos para que su consuegro invirtiera en su empresa?
-Martin - Emma lo saco de su pensamiento lo miro profundamente a los ojos y le dijo - debemos terminar y seguir nuestros caminos por separado. Ya no seremos nada.
¡- Noo, Emmi, noo! Te amo, que dirán todos si se enteran que terminamos? Como miraré a mi padre después de nuestra ruptura? ¿Acaso no piensas en mí?
Emma se sorprendió de sí misma, ante esos comentarios no debía gritar, patalear o acaso abofetearlo, como en las telenovelas que miraba su abuela? Pero su cuerpo no se movía, solo se sentía de piedra. Se levantó del banco en que estaban sentados, arreglo su ropa y comenzó a caminar. Él quiso detenerla, la tomó del brazo. Y allí, en ese momento, cuando sintió sus dedos tocándola, sintió un fuego quemándola desde su pecho hacia el exterior. Sintió ira que él tocara su piel. Miró la mano de él sobre su brazo y dando media vuelta su rostro y murmurando entre dientes - no me toques, Martin, no vuelvas a tocarme en tu maldita vida! - y se Safo del agarre con brusquedad.
Continuo por un sendero marcado del parque donde estaban. Llegó hasta la calle y sin mirar los autos ni semáforos continuos caminando. Esbozo una sonrisa... Las ironías de la vida... Había seguido por un sendero diferente al de él...
Fernando, estaba con su hermano Xavier en el auto. Escuchaban un tema de moda, alegre. Iba conduciendo por la avenida y cambio el semáforo, freno y giro su cabeza para ver la gente del parque. Vio que una joven caminaba desde dentro del mismo y ni siquiera había parado a ver las luces del semáforo. Solo continuaba caminando. Le sorprendió el largo cabello negro azabache y la piel tan blanca. Parecía un fantasma de anime, pero en versión hermosa.
Xavier silbó y dijo - que belleza, es una aparición! Que daría por probar esos labios.
Fernando, sin saber porqué apretó los puños sobre el volante, no le había gustado el comentario de su hermano. Algo le producía esa joven que hacía su cuerpo reaccionar. Continuo mirándola y siguiéndola con la mirada hasta que le tocó bocina el auto de atrás, para que avanzará. Coloco primera y avanzo, giro la cabeza para verla por última vez y la perdió entre la multitud de gente.
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