Capítulo 5 Una verdad incompleta

Como cada mañana, la alarma sonó. Pero esta vez, Annie se quedó dormida. No era para menos, había pasado una noche en vela, deseando encontrar respuestas que ella no tenía en ese momento.

Kris tocó a su puerta a las 8:30 am. Estaba preocupada, ya que normalmente Annie se despierta a las 6 am.

-Annie, ¿estás bien? Preguntó Kris.

-Sí, es solo que pasé la noche creando bocetos y me dormí en la madrugada- respondió Annie.

-¿Quieres waffles con maple para desayunar?

-sí, claro y con fresas.

-De acuerdo, arréglate y baja a desayunar.

-Gracias Kris. ¿Qué haría sin tí?

-Harías el desayuno. Entre risas Kris cerró la puerta y bajó a la cocina.

Para Annie este viernes, no era común. Era un día qué debía aprovechar para encontrarse con Máx.

Marie era normalmente quien estaba a cargo de la galería de arte. Así las cosas, Annie no dudo en tomarse un día libre.

Mientras desayunaba, James le contó que su romance con Evan había terminado. Ella esperaba un novio de aventuras, un guarda espaldas que no la dejara sola. Evidentemente, James no era de ese tipo, además no podía abandonar su trabajo.

Annie suspiró y él le preguntó: ¿Qué querías que hiciera?

-No, no me malinterpretes, no te estoy juzgando - respondió Annie. Pienso en que las relaciones amorosas cada vez son más complicadas.

-¡Habló la voz de la experiencia!

-No te rías James, es en serio. Más bien, ¿cómo va tu trabajo?

- La contratación no ha sido fácil, hay obras detenidas a causa de las nuevas leyes que protegen el medio ambiente y más requisitos por cumplir. Ayer tuvimos que dar por terminado el contrato de cinco excelentes trabajadores, todo por esta misma razón.

-Lo siento James, pensé que todo iba bien.

-No te preocupes Annie, estamos buscando la forma de avanzar en las obras para volver a dar empleo a todos estos profesionales. Es más voy tarde, hoy hay un congreso de arquitectos, ingenieros y miembros del gobierno en el hotel Hilton Sídney. Nos vemos en la noche.

-Ok. Cuídate.

Annie continúa desayunando y James se devuelve.

-¿Se te quedó algo? Le preguntó Annie.

- Se me olvidó decirte que Ethan quedó de pasar hoy para hablar conmigo acerca de la construcción de la nueva clínica pediátrica. No sé si pueda llegar a tiempo. Te lo encargo.

-Pero yo... Annie no alcanzó a terminar la frase.

Ella no iba a estar en casa. Pero bueno ahora eso era lo menos importante. Decidió llamar a Máx para hablar con él. Se pusieron una cita en el café habitual y como era de costumbre pidieron un té helado y un capuchino de vainilla.

-¿Puedo ser sincero contigo? Preguntó Máx.

-Sabes que sí, le contestó Annie.

- Hace un año me reencontré con una compañera de la universidad. Su vida era tan miserable. Me ofrecí como su paño de lágrimas, sabía que sus papás tenían una vida muy difícil y ella llevaba sin trabajo dos años. Le di trabajo en la empresa y se convirtió en una compañera de trabajo excepcional. Quizás fue el vernos a diario, las atenciones de parte y parte o la idea de tener a alguien con quien compartir gustos e ideas, las que hicieron que surgieran sentimientos románticos entre nosotros.

-¿Puedo saber cómo se llama?

-Su nombre es krystal.

- Y, ¿Qué pasó luego Máx?

- Nos envolvimos en una relación romántica. Entre ella y yo había afinidad, llámalo deseo si lo prefieres.

-¿Puedo llamarlo amor?

-No. El amor verdadero va más allá. Es un sentimiento que marca, que envuelve, y qué te hace ser mejor persona. Krystal y yo poco a poco nos dimos cuenta de que en realidad no éramos tan compatibles como pensábamos y que lo mejor era dejar las cosas hasta ahí.

Annie hacía el mayor esfuerzo para no llorar. En su rostro se podía ver una expresión de sorpresa y resignación. Era un castillo de naipes cuyas fichas caían una a una.

- Y luego, ¿qué pasó? Preguntó Annie.

- Las cosas quedaron así. Somos amigos, nos apoyamos y respetamos mutuamente como colegas. Lamento no haberte contado todo esto antes Annie, pero me sentía viviendo en una fantasía que sabía que iba a terminar pronto. Si hacía alarde de mi relación, la caída iba a ser más fuerte.

- Máx nosotros solamente somos amigos, así que no me debes una explicación. No soy nadie para juzgarte y te agradezco mucho por tu sinceridad.

-Gracias Annie. Te cuento por qué deseo ser sincero contigo.

-Lo sé. ¿Cómo te fue ayer en tu cita con el inversionista?

-¿Ayer? Ah sí. Bien, lo normal en esas aburridas reuniones. ¿Quieres algo más de la tienda?

-No Máx. Gracias. Me gustaría pasar por la galería antes del cierre.

-Pediré la cuenta.

Camino a la galería, Annie no dijo ni una sola palabra. Por su parte, Máx tampoco quiso conversar. Solamente la radio del carro, interpretaba su dulce melodía.

-¡Llegamos Annie!

-Gracias Máx.

-¿Te espero?

-No. Tengo mi carro aquí. Saldré junto a Marie. Además, no sé cuánto tiempo tarde. Gracias Máx.

-Me llamas si necesitas algo. Saluda a Marie de mi parte. Adiós.

Annie entró a su oficina en la galería y lloró sin descanso. Marie se encontraba en la planta de abajo en la exposición. No se dio cuenta de lo que estaba pasando.

¡Ring! ¡Ring! Suena el teléfono de Annie.

-¡Hola, madre! Contesta Annie.

- ¡Hola, hija! - Responde la señora Helena- Ethan los está esperando hace media hora.

- James me dijo de su visita, pero no lo recordé. Salgo de inmediato para allá. Nos vemos en unos minutos madre.

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