***Me tomó de la mano y me escoltó amablemente a la cocina.
-Muy bien, ya puedes quitártela. - En su voz pude notar la emoción.
Es como si hubiera leído mi mente... Mi corazón se ablandó en cuanto pude notar una mesa cubierta con un hermoso mantel de seda rojo y pequeños detalles dorados en sus bordes. (¿Cómo sabe cuáles son mis colores favoritos?) Mi olfato agudizado se centró en la mesa, en esta se encontraba un delicioso cheesecake bañado con una salsa de fresa, frambuesas y unas gotas de sangre A positivo, dejando una hermosa decoración y me hacían salivar con solo sentir su aroma.
- ¡Me encanta! - Solté contemplando aquel bello regalo, antes de abrazarme a su cuello y tirar de este para darle un pequeño pero dulce beso en los labios. -En serio gracias...-
-Eso no es todo...- Dijo con una sonrisa en su rostro, algo avergonzado por el beso que le di.
- ¿Aún hay más? - Respondí emocionado, intentando evitar demostrar mis ansias por probar una porción de ese pastel.
-Claro que preparé algo más, pero primero vamos a comer. Además, necesitas una servilleta, te estás babeando Jaja. - Me entregó un pañuelo, diciendo aquellas palabras en tono de broma.
- ¡¿En serio?! - Rasqué mi nuca algo avergonzado y sin dudarlo me lancé sobre la mesa ignorando por un momento mis modales. (¿Será que lo preparó con sus propias manos especialmente para mí?) En cuanto se cruzó esa pregunta por mi mente me quedé perplejo. (Si él preparó esto para mí. Entonces... ¿Dónde fue que lo aprendió?) Varias dudas comenzaron a merodear por mi cabeza, vagamente comencé a recordar el cuadro que se encontraba en el cuarto de Vincent.
-Oye...- Bajé el cubierto de plata en mi mano sin si quiera haber podido probar un bocado, dejando la pequeña porción del pastel en el plato nuevamente.
- ¿Acaso no tienes hambre? - Me observó algo preocupado mientras avanzaba unos pasos hacia mí.
-No es eso... Me gustaría hacerte un par de preguntas. -
-Claro, pregúntame lo que desees. - Respondió con una sonrisa coqueta en sus labios mientras tomaba asiento frente a mí.
-Muy bien... Me gustaría saber sobre tu raza, esta es la primera vez que conozco a un ser con poderes bastantes peculiares como los tuyos. -
-Sobre eso... Verás no me gustaría arruinar nuestra velada en este momento jaja. -
Me sentí un poco inquieto al verlo incómodo, pero decidí darle su espacio, lo suficiente como para darle la confianza que necesita de expresarse sin miedo alguno.
-Si no quieres hablar de ello, no hay problema... Ya llegará el momento indicado. Pero me gustaría saber... ¿Quién es el ser que se encuentra en las fotos colgadas en tu cuarto?-
-Oh eso jaja, no puedo decírtelo. Es algo muy personal y por respeto a ese ser no puedo revelártelo.-
- ¿Realmente es tan importante para ti? - (Creí que teníamos algo especial...)
La desilusión no tardó en manifestarse en mi rostro, tanto mis ganas de probar aquel delicioso dulce como la idea de pasar el día con Vincent se esfumaron en ese momento.
-Escucha... No te den--
Antes de que pudiera terminar, no dudé en interrumpirlo.
- ¿Te puedo pedir un favor? -
-Claro, lo que tú quieras. - dijo algo alarmado.
-No me siento bien... ¿Podrías llevarme a casa? -
Ya no quería quedarme ahí, esa sensación de celos provocaba en mi cuerpo un dolor de estómago intenso y un sabor amargo en mi boca. Solo esperaba volver al castillo y quedarme en mi cuarto por el resto de la eternidad. (No quiero esto... Qué manera tan cruel de acabar con mis sentimientos... Seguramente, esperaba que me fuera de su vida para siempre.)
-Bastián... Creo que estás malinterpretando las cosas. - Respondió el ser de mis sueños en un intento desesperado por calmarme.
-Vincent, solo quiero regresar a.…-
Esta vez quien me detuvo fue él.
-Está bien. Te lo diré... Aunque, no puedo decírtelo absolutamente todo, te diré sobre mi raza. Estoy seguro de que estás un poco intrigado por eso. ¿No es así? -
-No es necesario...- Dije eso... Pero realmente tenía la intención de averiguar sobre su pasado más adelante, esto fue como un plus.
El hermoso ser rubio de ojos grises acarició mi mejilla cálidamente haciendo que me pierda en sus ojos mientras sentía el reconfortante, frío y suave tacto de su mano.
-La verdad sobre mí es que soy un demonio. El rey del infierno tuvo tres hijos y yo soy el mayor... Yo era su mano derecha, pero hice cosas que no estaban permitidas por mi padre, por lo que decidieron despojarme de mi puesto y quedarse con mi hermano menor. Fui el fruto del rey del infierno y un ángel corrompido por el mismo demonio, y como te habrás dado cuenta, mis ideales no eran los mismos a los de mi padre. -
Me sentí mal por lo que dijo... Aunque la verdad soy muy egoísta por pensar que, si no lo hubieran hecho, tal vez nunca lo hubiera conocido. El hecho de que fuera un demonio no me sorprendía en lo absoluto, puedo decir que la adrenalina de salir con un ser de raza superior por alguna razón me hacía sentir bastante lujurioso.
-Me sentí tan agobiado por hacer trabajos que realmente no disfrutaba para nada y terminé por salir del infierno en busca de algo mejor. Repudiaba todos los ideales de mi padre y no estaba dispuesto a seguir con ello. Pasaron años y milenios en los que siempre que decía quién era yo, terminaba por provocar el rechazo de todos los seres que me rodeaban. Terminé por vivir en soledad en este lugar que es bastante tranquilo, hasta que un día me encontré con un ser un tanto extraño... Sí, el ser de los cuadros. Ese ser me devolvió las ganas de existir y por primera vez entablé un vínculo con un ser que me aceptó como era. -
En el fondo sentí empatía, yo tampoco me sentía a gusto en el castillo y también me rehusaba a seguir los ideales de mi padre, fue la primera vez que decidí salir para comenzar con mi propia vida... Y fue justo eso lo que hizo Vincent.
-Entonces***...-
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