Después de una hora, escucho unos tacones que vienen en dirección de la entrada de la casa, —¿la chica tiene llaves de la casa de Lucy?—, Me levanté cuando los tacones se dejan de escuchar y me giré hacia la izquierda dónde termina el corto pasillo de la entrada. Mentirosa. Lucy es una mentirosa. La chica que está al final del pasillo no tiene nada de normal, o sí, solamente su cabello que es de un castaño claro pero lo demás no. Se ve demasiado joven para mi gusto, casi no lleva maquillaje, al parecer solo lleva los labios rojos y rímel, nada más, tiene belleza natural, sus ojos es lo que más llama la atención, están entre un café claro y un amarillo, su piel es blanca mucho más blanca de lo común, increíblemente puedo ver todo eso desde lejos, esta vestida con un vestido azul oscuro bastante sencillo y unos tacones negros, sus piernas están cubiertas por unas medias de velo negras. Me acerco a ella cuando otros tacones bajan las escaleras y llegan a mi lado. Le extiendo mi mano como si estuviera haciendo un tipo de negocio.
—Eros Edevane —me presento con cortesía.
Ella me mira durante un segundo y luego se ríe, lo peor de todo es que me deja la mano estirada. Grosera. Es lo único que pienso en este momento de ella, bajo mi mano y la guardo en el bolsillo de mi pantalón y la miro con seriedad, ¿qué es tan gracioso?
—Eros —lo medita un segundo y luego dice—, así que cupido.
Ahora la miro con confusión, no puede ser. De cerca parece una niña y lo que acaba de decir me lo aclara aún más, ojalá no sea de esas chicas enamoradizas.
—¿De qué hablas? —pregunta Lucy con confusión, ya somos dos.
Ella deja de reírse y hace una mueca, nos mira a ambos como si estuviera estudiándonos.
—Eros el dios griego del amor —lo dice con obviedad—, en Roma es conocido como cupido.
Ambos quedamos en silencio, yo no sabía eso de mi nombre y estoy bastante seguro que mis padres tampoco. Veo a Lucy como rueda los ojos.
—No estamos interesados en una clase de mitología, Evan —dice la pelinegra y aprisiona su brazo con el suyo, caminan de regreso por el pasillo, observo las piernas de ambas unas sin nada y las otras en medias. Camino detrás de ellas, las piernas de Evangeline capturan mucho mi atención, las medias por atrás tienen una línea negra que comienza por detrás de su talón y se pierde por debajo del vuelo de su vestido, y sus tacones hacen que todo su cuerpo se vea deseable, son esos que tienen la suela roja. Cuando subo mi mirada por su cuerpo veo casi toda su espalda, está descubierta dejando ver su tatuaje y no parece ser un tatuaje que se lo haya hecho a la ligera, era una serpiente que daba vueltas por toda su columna y llegando al cuello en la punta de la nariz de la serpiente se posaba una pequeña mariposa con las alas abiertas, era un tatuaje muy bonito. Suelto un suspiro y las sigo en el silencio. Cuando salimos, las dos se detienen y la chica se da la vuelta y me mira.
—¿Cómo nos conocimos? —pregunta y yo me quedo en silencio, no lo había pensado, ella sonríe y luego empieza a hablar—, yo me tomé el tiempo de pensar en eso —lo dice con diversión y continúa—, nos conocimos en una fiesta a la que Lucy me invitó, luego ella nos presentó y empezamos a hablar.
No está tan mal y se escucha bastante creíble, asiento con compresión y ella vuelve a preguntar.
—¿Cuántos años tienes? —sus ojos ambarinos me observan con atención.
—28 —respondo sin apartar mis ojos de los suyos, esta chica es muy preguntona.
—¿En qué trabajas? —interroga, sonrío porque es lo único que puedo hacer.
—Soy jefe de mi empresa —digo y veo como sus cejas se arrugan.
—¿Empresa de? —vuelve de nuevo al ataque.
—Seguridad —doy un paso y me inclino hacia ella un poco—, haces muchas preguntas, ¿Evangeline?
—Williams —responde casi de inmediato, me gusta.
—¿Cuántos años tienes? —hago su misma pregunta.
—22 —cuando lo dice, me sorprendo y mucho, entonces sí que es una niña. Miro a Lucy y ella desvía su mirada al celular. Pero no me dejo amedrentar y sigo con las preguntas.
—¿En qué trabajas? —se ríe, la miro con seriedad y ella deja de reírse.
—No trabajo —dice con calma, tenía que ser amiga de Lucy, otra mantenida.
Después del pequeño interrogatorio la llevo a mi auto y allí ella se sienta en el asiento del copiloto y guarda silencio. Lucy decidió ir en su auto. Manejo en silencio, me sorprende que Evangeline no diga nada mientras conduzco, la miro unas cuantas veces de reojo y lo único que puedo notar es que ella está más entretenida con lo que esta fuera del auto, al parecer no se ve nerviosa. Al llegar al lugar donde mi madre preparó la fiesta me detengo frente a la entrada.
—Evangeline —la llamo y ella gira su rostro de inmediato— compórtate —le digo y me bajo del auto, voy rápidamente hacia su puerta y la abro. Pero no se baja y me queda mirando.
—Yo siempre me comporto —la manera en que lo dice es graciosa, el hecho que se defienda así hace que se vea más infantil.
Le extiendo mi mano y ella la recibe con confianza, la ayudo a bajar y cierro la puerta, le entregué la llave al botones y me dirijo hacia la entrada, hemos llegado un poco tarde y la fiesta ya ha empezado. Con la mano de Evangeline junto a la mía entramos a la estancia que está acompañada por una delicada música clásica. Saludamos a varias personas y algunas de ellas se muestran muy interesadas en mi acompañante, cuando aclaro que es mi "novia" se sorprenden un poco pero luego hacen como si nada. Al fondo de la fiesta veo a mis padres hablando calurosamente con Emma, ruedo los ojos, mi madre contagia a cualquiera.
—¿Esos son tus padres? —pregunta ella y veo que está mirando hacia ellos con Emma.
—Sí —respondo soltando un suspiro—, vamos a presentarte.
Al contrario de lo que pensé ella no se negó, camino a mi lado con seguridad, cuando llegamos a unos dos metros, mi madre levanta el rostro y nos observa, una expresión de horror cubrió su rostro por un segundo y luego deslizó su mirada a las manos entrelazadas de nosotros. Emma estaba de espalda y cuando se dio la vuelta para ver que veía mi madre, se quedó paralizada, Emma es bonita, tiene un cuerpo bonito y es agradable hablar con ella, pero a la vez resulta ser un dolor de cabeza. Quizás por eso pasó de novia a exnovia. Ella me mira un momento y cuando mira a Evangeline se da la vuelta y se despide de mis padres para luego marcharse. Mi madre se acerca y cuando está lo suficientemente cerca nos saluda con fingido entusiasmo, está enojada.
—¿Quién es tu acompañante? —pregunta mi padre con curiosidad.
—Es Evangeline, mi novia —le respondo y levanta ambas cejas con sorpresa.
—¡Qué rápido! —susurra mi madre.
Cuando voy a responder siento un brazo que cubre mis hombros y como un cuerpo menudo se recuesta dejando caer su cabeza entre Evangeline y yo.
—¿Verdad que se ven bien juntos? —la voz de Lucy suena tan chillona que cierro los ojos.
Mi madre para no quedar mal frente de ella dice que sí y luego con la presencia de la pelinegra se calma la tensión que se había creado. Increíblemente, Evangeline, entabla una conversación con mis padres y ellos se ven interesados y responden, agradezco que no le pregunten nada personal.
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