CAPÍTULO 2

Zoé

Esa mañana todo me estaba saliendo patas arriba, no había escuchado la alarma del despertador, y cuando desperté, iba quince minutos retrasada, prácticamente me tocó correr, salí de mi casa apresurada, con una tostada en mi mano, mientras me acomodaba el cabello bajo una gorra, mamá siempre había criticado mi manera de vestir, demasiado informal, pero así era yo, me encantaban los Jeans, más si estaban desgastados, poleras holgadas, y zapatos deportivos, aunque no fueran converse me conformaba con las imitaciones, y sobre todo las gorras, decían que vestía como niño, pero no me importaba, lo mío era la comodidad; al llegar a clases, el grupito de las que se creían de mejor clase, estaba aparcado en la entrada del aula, al tratar de entrar, una de ellas me arrebató la gorra de la cabeza, y empezó a lanzarla hacia arriba

—Mariah, devuélvemela— le dije a la rubiecita de pocas neuronas en el cerebro, mientras trataba de quitársela de las manos, joder, era más alta que yo, la muy tonta reía a carcajadas, mi paciencia se agotó y me le lancé encima, sujetando su cuello con mis manos, logré derribarla mientras la muy cobarde pedía auxilio, a nuestro al rededor se hizo el corrillo, le quité la gorra y me levanté, me sacudí las rodillas, y observé como mis compañeros salían en estampida hacia sus respectivos puestos, "díganme que no hay nadie detrás de mí" pensé, y en efecto, el profesor Morgan me miraba ajustando sus lentes gruesos y anticuados, hice el intento de entrar al aula cuando su voz me detuvo

—Srta. Hudson, a la oficina del director

—Pe- pero ella...

— ¡¡¡A HO RA!!!! —articuló, miré a Mariah con ira, esta sonreía por lo bajo, pero su rostro palideció al escuchar su nombre también ; las dos nos sentamos frente al escritorio del director, que al contrario de lo que se pensaba, era un tipo divertido, de unos treinta y tantos años, bastante atractivo, y que no dejaba de hojear mi ficha educativa, mientras murmuraba mi apellido materno, de repente dejó caer mi ficha con fuerza, y observé que estaba más llena de anotaciones que las demás, me miró a los ojos, cruzando los dedos y apoyándose en ellos, con los codos en el escritorio

— ¿Hudson, que haré contigo? Tienes más visitas a mi oficina, que idas al baño, ¿a que se debe tu agresividad? Esto no puede seguir así y... - ignoré el resto de su sermón, pensando en el rostro que ocupaba mi mente a todas horas, Ben Norton, en sus ojos azules, inquietos e infantiles, en su pelo castaño y...

—Hudson ¿me está escuchando? — escuché que el director me preguntaba, asentí por inercia, el director continuó hablando

—Mañana quiero a sus padres aquí, necesito hablar con ellos

—no estamos muy grandecitas para que nuestros padres acudan solo por una... ¿Broma? - replicó Mariah, wow, las dos neuronas de esa chica debieron encenderse para haber dicho eso, mínimo su cerebro haría corto circuito, me enderecé en la silla, esto estaba interesante

—de hecho Srta. Millers, no es una simple broma, al menos eso dicen los moretones en su cuello— dijo el director, ups, resolví ponerme la capucha de mi saco en mi cabeza, esta vez se me había ido la mano, debía controlar mi humor, me puse de pie cuando el director nos abrió la puerta, al estar fuera de la oficina, el director me llamó de nuevo, me detuve y volteé a mirarlo

—Zoé, me gustaría que vinieras esta tarde conmigo a un lugar

—por las tardes trabajo en la cafetería director

— ¿te parece esta noche? Yo pediré permiso a tu madre... Claro si tú lo permites- me encogí de hombros y seguí mi camino, no sé qué se traía el director entre manos, pero me importaba poco, lo que quería era que llegara la tarde para irme a trabajar y con suerte, Ben aparecería de nuevo, me puse los audífonos mientras escuchaba mi grupo favorito.

La tarde pasó lenta, uno que otro cliente, pero sin rastro de Ben, ¿porque rayos iba a aparecer? Hacía ya una semana desde que había estado aquí. Me dediqué a fregar algunos frascos, y a limpiar estanterías, cuando ya se hacía la hora de salir, me quité mi uniforme de trabajo y tomé mi mochila escolar, me puse mi gorra y salí, y allí estaba él, con su cabello arreglado y vestimenta impecable, apoyado en su auto, mi corazón latía como loco, vi como hacía señas para q me acercara, miré en todas las direcciones para cerciorarme que era a mi quien llamaba, me acerqué tímida, desde cuando actuaba tan tonta? Ben sonreía

—Hola Zo Zoé — ¿nunca superaría mi error? Me reí

—Hola Benjamín

— ¿Solo Ben, ya vas a casa? —asentí, abrió la puerta de su auto

—Ven, sube, te llevaré a tu casa

— ¿como? No creo que sea buena idea

— ¿por qué no? ¿Pasa algo malo?

—Ben, donde vivo no es cómo crees

— ¿y cómo creo yo que es? No juzgues mis decisiones

—pe- pero yo... — me empujó suavemente al interior de su coche, me acomodé en el asiento de copiloto, el rodeó el auto y entró, se inclinó hacia mí, quedando su rostro cerca al mío, podía sentir su respiración cerca, apreté los ojos con fuerza, no podía creer que el chico que me traía loca, estuviese a punto de besarme, estiré mis labios hacia adelante esperando a que los suyos hicieran contacto, pero no ocurrió nada, escuché un click, y abrí los ojos, Ben acababa de abrochar mi cinturón de seguridad, y me observaba divertido

— ¿qué haces? — me preguntó, al sentir que aún continuaba con mis labios estirados hacia adelante, no pude menos avergonzarme, una ola de calor me bañó, para disimular, me limité a mirar por la ventanilla, dejando que la brisa me diera de lleno en la cara, Ben encendió la radio y justo en ese momento sonaba Green Day empecé a mover mi cabeza al ritmo de la música, y dejé que la música invadiera mi cabeza y borrara todo rastro de preocupación, Ben preguntaba cosas sobre mi vida, y tuve cuidado de no revelar nada sobre mi progenitor, él parecía atento a cualquier cosa que yo decía, hasta que empezó a transitar la calle por donde se ubicaba mi casa, lo noté algo nervioso, una sonrisa amarga se asomó a mis labios

— por eso no quería que vinieras

— no digas eso, es solo que... Me parece increíble, está súper— este sí que se chifló

— ¿súper? ¿Estás loco? ¿Ves ese tipo de allá que tiene un cigarro en las manos? Hace poco salió de la cárcel por vender metanfetaminas a tías de mi edad— lejos de asustarse, le vi un brillo extraño en los ojos, le indiqué con el dedo mi casa, y se dirigió hacia allí, estacionó su auto cerca de otro que yo conocía bastante, el del director, desabroche el cinturón y salí, hacía algo de frío, así que me froté las manos, Ben llegó a mi lado

— bueno preciosa, ya debo irme, se está haciendo de noche, ¿te veo pronto?

—si claro, cuando quieras— sin previo aviso me quitó la gorra de la cabeza, haciendo que mi cabello se soltara como cascada sobre mi espalda, y me dio un beso en la mejilla, apenas si pude reaccionar, se dio vuelta y entró a su coche, me hizo señas de adiós con la mano, al cual correspondí torpemente, mientras acariciaba mi mejilla, apenas desapareció el coche, entré a la casa, escuché como mi madre se reía de los chistes malos de mi director, saludé de mala gana, mi madre se veía radiante, wow, nunca la había visto así, me senté a su lado, mientras mi madre pasaba su brazo por mis hombros

—cielo, Charlie me contaba que eres una alumna excelente, que tienes muy buena relación con tus compañeros— ¿Charlie? ¿Desde cuándo se llamaban por sus nombres? Ni siquiera yo sabía el nombre de pila de mi director, ¿buena relación con mis compañeros? Si cada dos días me agarraba con alguno a los golpes, digo alguno por que no me importaba si era hombre o mujer, para mi todos eran iguales, ¿a que venía todo esto? Miré a mi director con el ceño fruncido, pero el pasó de mi gesto olímpicamente

— Hudson, le decía a Miranda que me encantaría que me acompañaras a un lugar muy especial esta noche y ha accedido— Ahora si la terminaron de liar, ya este tío también llamaba a mamá por su nombre, mientras que a mi si me llamaba por el apellido

— ¿mamá estás segura? Soy menor de edad, y él es un extraño, no creo que debería dejar salir a estas horas de la noche a tu hija única, tu primogénita, con este... Adulto desconocido— mamá lo tomó a modo de broma

—Zoé, es tu director, es un adulto responsable, sé que te cuidará, ¿no es así Charlie?

—Así es... Vamos Hudson, no te arrepentirás — accedí antes que se pusieran más pesados, deje mi mochila, me hice una trenza rápidamente y me subí la capucha de mi cazadora

— estoy lista... ¿Nos vamos Charlie? —dije sarcástica, él se puso de pie, mamá me miró incrédula

— ¿irás vestida así? — y me señaló, me reparé frente al espejo de la sala, y no vi nada fuera de lo normal

— ¿así como? Me veo bien, ¿no es así Charlie? — el aludido asintió, y dijo

—está perfecta para el lugar al que vamos— le di un beso a mamá en la mejilla y espere afuera hasta que esos dos se despidieron.

*************

El trayecto del viaje pasó entre preguntas tontas de mi director, y monosílabos en respuestas de mi parte, hasta que llegamos a un lugar bastante raro, era un edificio de tres plantas, sin pintar, sin fachada alguna, e iluminada por una sola farola, el director estacionó su auto, bajamos y me indicó que lo siguiera, atenta a todo, le seguí, entramos por la puerta, y pasamos un corredor oscuro, prácticamente yo iba pegada a las espaldas de Charlie, cuando una ráfaga de luz me hirió los ojos

—Llegamos Hudson, dime que te parece— Wow, estaba alucinada, siempre había querido entrar a un lugar así

—Bienvenida al gimnasio de Taekwondo, en algo debes emplear esa fuerza, que no sea en peleas estudiantiles— no podía decir nada, estaba emocionada, a donde quiera que mirara habían chicos entrenando, todos ellos varones

— ¿y que te parece? - me preguntó un hombre de edad mediana, bastante fornido, que se saludaba coloquialmente con mi director

—es... ¡¡¡Estupendo!!! Siempre quise practicar taekwondo, pero mamá me decía que no era lugar para chicas, ella quería aprendiera ballet, pero andar en tutú y zapatillas no es lo mío— el tipo me tendió la mano, y mientras se la estrechaba se presentó

— Soy Dylan, desde hoy, tu entrenador

— es un placer entrenador, Llámeme Hudson... Zoé Hudson

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