Holly
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Me recosté en la cama tomando el control remoto de la SmartTV. Papá la compró hace poco y aún no había tenido la oportunidad de sentarme y verla. Hoy solo tenía ganas de comer palomitas de maíz y tirarme a ver televisión sin que nadie me dijera absolutamente nada.
No quería pensar en los gritos de Adam, tampoco quería pensar en la moto de cuatro ruedas. Adam quería intimidad y yo simplemente quería mantenerme alejada lo más posible de él. Ya no se sentía correcto deseando a Louis como lo hacía. Estaba segura de que Adam me preguntaría que estaba mal, sé que iba a enojarse, sé que iba a gritarme y obligarme a estar con él. Lo sabía y tenía miedo. Cuando estábamos a punto de hacerlo mi cuerpo, mi mente y mi alma, salieron corriendo.
Ese fue el momento en el que tomé la moto de cuatro ruedas para tener un poco de espacio. De seguro Adam se daría cuenta de que algo estaba mal, me preguntaría y no sabría mentirle. No era la primera vez que me subía a una moto, Rees era experto en estas cosas por lo que sabía que debía hacer. Cuando terminé de arrancar, Adam agarró la parte trasera provocando que cuando acelerara la moto derrapara llenándolo todo de arena y polvo. Cuando giré la cabeza para verlo rascarse la cara por todo lo que le había tirado me sentí mal, al dar la vuelta para ayudarlo, perdí el control en una montañita que no había visto. Agarrándome bien, di vueltas, quemándome con el motor en la pierna. Adam y unas cuantas personas más, se acercaron para ayudarme. La pierna me ardía, tenía una bombita donde el motor me golpeó.
Esa noche antes de irme a casa, le confesé a Adam que algo estaba cambiando. Me amenazó con no poder dejarlo si no quería que algo malo me pasara. Sabía que Adam no podía hacerme nada, no ahora. Aun así, empaqué mis cosas y regresé a casa. Necesitaba tiempo lejos de él. No había sido su culpa el accidente, pero sí fue su culpa que regresara.
Vi cómo alguien entraba en la puerta de la sala. Mamá llevaba pastel y mi botella de vidrio llena de agua. Tenía una sonrisa extremadamente dulce, como siempre así era mamá. Al rato, entró Carmina, otra de las chicas que trabajaba en casa. Dejó dos tés en la mesita y un ungüento que no quería que mamá me pusiera en la pierna. La piel se sentía demasiado.
Elegimos una película vieja en la que reímos y discutimos los diálogos. Mamá se sabía todos los diálogos y sabía cada detalle de la película. Era una romántica empedernida. Ella aún creía en el destino y en cómo debían ser las cosas, pero me gustaba estar así con ella. Aún no preguntaba absolutamente nada acerca de Adam y pretendía que esto durara bastante.
—Adam decidió no regresar contigo —dijo mamá finalmente. Sabía que no había venido a consentirme, tenía preguntas que tenía que contestar.
—No, no vino. Las vacaciones aún no terminan, no había razón para que regresara.
—Cariño, tú eras razón para regresar. Si tu decisión era volver a casa, él debió venir contigo. No sé si tienen algún tipo de problema, espero que no sea de ese modo, se lo mucho que duelen y sé lo poco comunicativa que eres, en cierto punto eres igual a mí. —Gracias, mamá, pero no, no tenemos problemas.
—Pareciera que sí. No veo la misma chispa mágica que veía antes —mi madre me observaba con sus ojos de inspección. No quería que me viera con esos ojos.
—¡Mamá, los tiempos han cambiado! No son como solían ser. No tengo problemas y él puede quedarse en el maldito Cádiz si quiere. Solo… No quiero hablar de eso.
Mi respiración estaba agitada. Nunca le había hablado de ese modo a mi madre, últimamente mi humor, mi fuerza para mantenerme callada se estaba volviendo mínima. Estaba a la defensiva todo el tiempo. No quería saber de nada ni de nadie.
—Lo siento —dije, al ver que mamá no decía nada, sorprendida de mi arrebato.
—Está bien, te entiendo. Solo necesito que sepas que estoy para lo que necesites. Tampoco sé que está pasando contigo, pero necesito que arregles esa cabeza tan loca que tienes.
—No es eso, solo… Bueno, sí tengo muchas cosas en la cabeza.
—Como sea —dijo, poniéndose de pie al tiempo que revisaba su teléfono—. Alguien te busca. También me parece rara esa visita. No voy a preguntar más, cuando sea conveniente tú me contarás.
—¿Quién está abajo? —pregunté sabiendo que no había nadie en Londres. Nadie de mi grupo al menos.
—Baja y descúbrelo. Solo una cosa más —me tiró un sostén—. No quiero que tus pequeñas estén revotando por toda la planta baja.
Con una sonrisa, estaba a segundos de quitarme la blusa cuando recordé que tenía los chupones que Adam solía darme para no ponerme escote. Tomando una blusa más tapada y el sostén, fui directo al baño antes de decirle a mamá que mis «pequeñas» no eran tan pequeñas.
Al salir de la habitación, bajé lo más rápido posible. Tenía demasiada curiosidad de qué iba a encontrar. No sabía a quién esperar. Ayer había hablado con Louis y también con Rees. Mi hermano me contó sus planes para
hoy, irían a hacer kitesurfing y a bucear. Cosas que si estuviera en un estado mejor de ánimo, les pediría miles de fotografías. Quería vivir esa experiencia con ellos.
—¿Dejaste a mi hijo solo en esa isla? —la voz de mi padre me dejó estática al otro lado.
—No quiso regresar. Además, ya está grande, se quedó con
Charlie y Maurice. Solo son tres días, prometo que está en buenas manos. —¡Louis! Su voz me tensó cada poro de mi piel. ¡Mierda! ¿Qué diablos hace aquí?
—Bueno, es bueno que te enfermaras, a Holly le caerá bien tener a alguien aquí. ¿Algún plan?
Escuché la risa de Lou antes que le contestara a mi padre. Abrí un poco la puerta para verlos sentados en los sillones cafés. Papá tenía un vaso de whisky en las manos, Lou en cambio un vaso de agua. Su camisa blanca de botones se marcaba perfectamente en su cuerpo. Maldito perfecto cuerpo que tanto me gustaba.
—Estoy enfermo del estómago, por lo que no puedo estar muy lejos del baño. Pensaba invitarla a ver una película aquí en casa. El teatro que montaste en la sala de juegos es demasiado genial, Will.
— Tienes que ver la nueva película de Blood True Circuit, está muy buena, más con los efectos amplificados y el maldito sonido que emiten esos altavoces.
Negué con la cabeza. Tema débil de papá… Su sala de juegos. Él y Rees trabajaban mucho en mantenerla siempre moderna y activa. Era el lugar donde hacían interacción padre e hijo. Cuando ya estaba cansada de espiarlos, entré sin avisar que lo haría. Lou fue el primero en pararse para verme con esos ojos enormes que tenía.
—Hola —dije, sorprendida.
—¡Ey, Sisi! ¿Cómo vas?
—Bien… papá, ¿cómo vas con tu discurso? —Tenía que aliviar un poco la tensión—. Lo leí por ti, es muy bueno. Le agregué unas cuantas frases populistas, ya sé que no te gustan, pero…
—Sé que quedarán perfectas. Siempre le agregas el toque a mis discursos.
—No sabía que te ayudaba con los discursos, Will —dijo Lou con una sonrisa.
—Mi chiquita siempre me ayuda en todo lo que necesito, a este viejo se le olvida a veces cómo explicarle a la gente lo que quiero para que el mundo sea mejor.
Vi la cara de Louis extenderse exageradamente. Con una doble toma, primero a papá, luego a mí. Asintiendo con la cabeza, se metieron una vez más en el tema del discurso, Louis estudiaba Medicina para no seguir los pasos políticos, no era su habilidad, o no le gustaba. Tampoco me lo imaginaba como mi padre, negociando con gente muy importante acerca de los problemas para combatir la pobreza, la desnutrición y la negociación entre países en guerra.
—Bueno, jóvenes, los dejó para que puedan platicar. Yo iré a convencer a tu madre que vayamos a la iglesia de San Paul a ver el atardecer mientras tomamos un helado o café frío. Amo pasar tiempo con esa mujer.
Poniéndose de pie, lo acompañamos como el protocolo manda. Dándole un beso en la mejilla, papá salió de la habitación dejándome a solas con Louis. Mi cuerpo ya estaba hiperventilando todo lo que podía, estaba tensa por tenerlo aquí en casa.
—¿Vemos una película? —preguntó, acercándose a mí.
—¿Por qué estás aquí? —no podía contestarle eso si no me daba una explicación antes.
—Porque tú me lo pediste, en cierto sentido. Te gustaría tenerme aquí, y estoy aquí. Así de sencillo. Necesitaba verte, Hol.
—¿Regresaste por mí? No entiendo por qué harías eso —dijo, acercándose más, Lou tomó mi cara con las dos manos atrayéndome hacia él.
—¿Puedo besarte?
Asentí, sin mover mis manos, dejé que me acercara a sus labios. La sensación húmeda que tanto extrañaba. El beso fue rápido, suave e increíble. Dejándome con ganas de más. Me intenté acercar una vez más para recibirlo, pero un golpe en la puerta nos separó de inmediato.
Lo siento —dijo mamá interrumpiendo—, no quería interrumpir. Quería preguntarles si querían pedir algo de comer para la película, no he ido de compras por lo que estamos escasos de comida.
—Sin problema, Abbi, yo iré a comprar algo de comer para la película. Será divertido ir a traer lo que más nos gusta.
No tenía ni una puta idea de cómo estaba mi cara, de seguro roja como un tomate. ¿Por qué entró justo en ese momento? De seguro nos vio, no hubiera pedido perdón de ser de otro modo. ¡Dios mío! Qué problema.
—Bueno, sigan en lo suyo. Nosotros nos iremos a dar una vuelta con tu padre, cenaremos fuera. Pórtense bien y… Si no van a portarse bien al menos usen protección.
—¡Mamá! —grité sin pensar.
—Tía Abby, ¿cómo se te ocurre decir algo parecido?
—Además, estoy comprometida y Louis… —lo vi por unos segundos antes de pronunciar estas palabras que tanto dolían — también lo está.
—Eh, tranquilos. Solo decía. —Se encogió de hombros con una gran sonrisa. Dio media vuelta y desapareció por la puerta. Esto había sido demasiado vergonzoso.
Me acerqué a la ventana para corroborar que el auto de papá saliera fuera de la mansión. No podíamos ser tan descuidados. Cuando di media vuelta para ver a Louis otra vez, este se estaba cubriendo la cara, riendo en voz baja. Era contagiosa, por lo que no pude evitar soltar una carcajada de regreso. Sentándome junto a él, dejé que levantara mi pierna para colocarme a horcajadas sobre él. Nuestros ojos se encontraron unos segundos antes de que me volviera a besar. Esta vez, su lengua invadió mi boca llevándome hasta la locura más grande. Me retorcí en sus brazos asegurándome que no me soltara. Sus manos bajaban y subían por mi espalda. Reclamando mi cuerpo y mi ser. Cuando nos separamos unos centímetros en busca de aire, acomodé mi pierna de manera de que no me doliera la quemadura junto a la rodilla derecha. El gesto que hice no le gustó mucho a Louis, por lo que me sentó junto a él.
Sus manos invadieron mi cuerpo, metiendo su mano debajo de mi pijama. Sentirlo en su totalidad era todo lo que necesitaba. Inspeccionó unos segundos la quemadura que ahora estaba cubierta con una gaza. La descubrió unos segundos corroborando que fuera una quemadura de motor real. Comencé a narrar la historia de lo que había pasado. No esquivé ningún detalle, tenía que ser muy sincera con Louis si quería que esto funcionara.
—¡Dios, no quiero saber! —gritó cuando dije que quería tener sexo. Aun así terminé la historia, aunque no quisiera saber.
Necesitaba que entendiera que esta vez no me había pegado.
—Eso es todo, Lou, no pasó nada.
—¿No te acostaste con él?
—No, no pude —dije avergonzada.
—Eso es tremendamente bueno, ven —dijo, poniéndose de pie—. Vamos a comprar comida y luego a ver la película.
—Pensé que tendríamos sexo. Mis padres no están, sería de aprovechar que…
—Lo sé, pero por ahora solo quiero ir a comprar comida. También pasar por la farmacia, necesito condones.
Me tapé la boca para contener la risa. No tenía sentido, Lou sabía que tomaba la píldora, podíamos hacer absolutamente todo sin el riesgo de quedar embarazada. Encogiéndome de hombros le di esa mirada de «tiene que ser una broma» cuando no sonrió de regreso caí en la cuenta. Los condones no eran para usarlos conmigo.
—Oh, mierda. Pensé que… Bueno, no sabía que verías a Tammy más tarde —decirlo en voz alta era mucho más doloroso que solo pensarlo.
—¿Qué? No, Hol. ¿Qué diablos estás diciendo? Tía Abby dijo que usara protección, eso es exactamente lo que iba a hacer.
—Pero tomo la píldora —dije, observándolo muy seria.
Sí, bueno, tu madre fue la que lo dijo, no yo —dándome un beso en los labios ayudó a que me pusiera de pie—. Necesito darte de comer, ver una película y abrazarte mucho en este tiempo.
—¿Por qué? —pregunté sin poder creérmelo. Esto no era como nuestros encuentros de siempre. Este tenía algo muy íntimo dentro.
—Decidí que esto es más que sexo, Hol. Estoy sintiendo alguna mierda por ti que no sé cómo arreglar. En cuanto sepa qué hacer, voy a consentirte en escondidas del mundo. No puedo mandar a mi Agapi a la mierda de un día para otro, como tú tampoco puedes hacerlo. Vamos a lograrlo, pero, por ahora, solo queda ir a comer.
—¿Estás diciendo que me quieres? —dije sin dejar de mirarlo.
—Estoy diciendo que te quiero, te necesito y que voy a luchar por ti. Antes de ser impulsivos y salir gritándole al mundo que nos queremos, vamos a tener que hacerlo poco a poco.
—Yo sigo con Adam y tú con Tammy hasta que sepamos cómo decirle al mundo, ¿así es?
—Exactamente. Ahora… ¿Comida Tailandesa?
—No —dije firme, cruzándome de brazos—. Comida mexicana. Quiero enchiladas, tacos y nachos con queso.
Tomándome de la cara, Louis volvió a besar mis labios antes de sacarme de la casa con mi ropa de dormir. Tomados de las manos, caminamos al deportivo que se abría al mencionar la palabra «Lou», maldición con la tecnología de ahora. Esperaba que cuando me regalaran mi primer auto, fuera una nave de esas. Me encantaban.
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Updated 54 Episodes
Comments
Eleonor Baker
rebotando
2024-05-03
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Eleonor Baker
Ah sí claro y con todo lo prostipirugolfo que es... Y tu lo dejaste y el se quedó, se acabó esa relación, ubícate y por dignidad, termínala tu, así sin miedo
2024-05-03
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