Capítulo 17

Matteo

Subí las escaleras y golpeé la puerta de ella, no respondió, golpee de nuevo y tampoco respondió, me paso impacientemente la mano por la frente y golpee una vez más, al no oír nada abrí la puerta y entré con cuidado, la habitación parece vacía, miro en el baño y tampoco hay nadie, Beatrice — Digo.

No obtengo respuesta alguna, camino hacia el balcón y ahí está ella, sentada en una silla mirando hacia el jardín, su rostro está enrojecido, ya no está llorando, pero sé que lloró.

Pongo las manos en los bolsillos y...

¿Está todo bien? — Pregunto temeroso de lo que ella responderá.

Ella sigue mirando al jardín.

Beatrice: ¿Mi padre habló contigo?

Matteo: Sí.

Beatrice: ¿Y?

Matteo: Le dije que sí.

Beatrice: ¿Tú qué?

Ella habla sorprendida, dando un saltito en la silla, mirándolo por primera vez desde que entró.

Ella busca en sus ojos, como si fuera a obtener alguna respuesta.

Beatrice: ¿Por qué?

Matteo: Mi padre quiere que me case, la idea de tu padre no fue mala.

Beatrice: ¿No fue mala? Quieres arruinar mi vida por un capricho tuyo, cásate con cualquier otra, estoy segura de que encontrarás a alguien a tu altura.

Matteo: No quiero a cualquiera.

Beatrice: Puedo ayudarte a encontrar una esposa que sea buena para ti, que satisfaga todas tus necesidades.

Matteo: Te quiero a ti.

La forma en que habla hace que Beatrice pierda el ritmo de su respiración, está agitada pero intenta controlarse, cómo una frase puede tener tanto poder, su cuerpo se eriza, se pasa las manos por el cabello y vuelve a mirar hacia adelante nerviosa.

Él por supuesto nota cómo reaccionó, así que da algunos pasos acercándose por detrás de la silla en que ella está,

Dime que no me quieres — Susurra en su oído.

Ella simplemente respira más fuerte, acomodándose en la silla.

Él aparta sus cabellos hacia atrás y baja los labios hacia su cuello, repartiendo varios besitos, di que no me deseas, Beatrice — Habla entre los intervalos de los besos, su nombre suena tan hermoso escuchado en su voz, él continúa besándola.

Cuando pone su mano en la nuca de ella, agarrando su cabello con algo de fuerza, ¿qué mujer no disfrutaría de eso?

Beatrice suelta un gemido y se levanta rápidamente, entrando de nuevo en su habitación y dejando a Matteo allí con una sonrisa maliciosa en los labios, su miembro ya está erecto, se pasa la mano por su entrepierna como si pudiera volver a la "normalidad" con solo eso, va hacia el cuarto tras ella, ella está caminando de un lado a otro.

Beatrice: Creo que lo mejor es que te vayas.

Él ve lo nerviosa que está, y se acerca caminando hacia ella.

Beatrice: Es mejor que te vayas, no te acerques.

Él continúa avanzando hacia ella y ella continúa retrocediendo, hasta quedar apoyada en la pared.

Beatrice: Tú...

Matteo: Shhh.

Él pone el dedo en los labios de ella, y entonces rápidamente como un 'flash' la besa, un beso feroz y con mucha, mucha necesidad, él levanta los brazos de ella por encima de su cabeza y los sostiene, con la otra mano libre explora el cuerpo de ella, sin dejar de besarla en ningún momento, cuando su mano llega a entre las piernas de ella, ella gime entre el beso y se arquea hacia él, por dentro él está sonriendo, ella está tan entregada a él, está agitada y tan mojada, Matteo masajea su sexo, ella sigue gimiendo.

Él baja la boca hacia el cuello de ella, retira su mano del sexo de ella y la lleva a su boca, los ojos de ella están llenos de puro deseo, él se pone de rodillas y aparta la tanga de ella hacia un lado, si él la toma tal vez ella desista de todo, pasa la lengua por su sexo, y qué sensación maravillosa, una de sus manos sujeta la cintura de ella contra la pared, con la otra levanta la pierna de ella y la coloca sobre su hombro, continúa chupando con más fuerza y más rápido, su lengua juega con el clítoris de ella, en ese momento ella suelta un gritito de placer.

No puedo — Dice ella muy agitada.

Matteo... mmm Deténte.

Aaaaaaaah

Él la chupa con más fuerza.

Ella se mueve, y gime, después de todo este hombre cayendo por completo sobre ella le hace perder un poco la noción.

Matteo — Dice ella entre gemidos.

Cada vez que ella dice su nombre, él lame y chupa más rápido.

Él se levanta y agarra sus cabellos, besándola de nuevo, está cegado por el deseo. Toma su mano y la coloca en su miembro.

- Mira cómo me pones - dice.

- Sé mía.

- Te deseo tanto.

Ella no puede responder, él captura sus labios una y otra vez, levanta su vestido y succiona sus pechos, uno tras otro. Él succiona y muerde, ella se entrega completamente a él, como si estuviera anestesiada. Ningún hombre la había hecho sentir así antes. Él se quita la corbata y comienza a desabotonar su camisa, es en ese momento que ella se da cuenta de lo que está a punto de suceder.

Ella lo empuja y toma su vestido para cubrirse.

- No - dice\, aún jadeando y pasando sus manos por su cabello.

Matteo: Dime que no me quieres.

Beatrice: No te acerques a mí.

Matteo: ¿Por qué? Mira cómo estoy.

Este hombre está completamente excitado, si no tiene relaciones sexuales ahora, tendrá problemas para calmarse.

Beatrice: Será mejor que te vayas.

Matteo: Todavía estás tan mojada, vamos a terminar lo que empezamos.

Ella se tensa cuando Matteo señala el área entre sus piernas.

Beatrice: Yo no...

Matteo: ¿No estás excitada?

¡Mírame!

Él se baja los pantalones y saca su miembro.

Mira cómo me pones, quiero lanzarte en esa cama y follarte una y otra vez, te deseo, estoy tan excitado, yo...

Beatrice: Soy virgen.

Matteo: Aun así te quiero.

Beatrice: No estoy lista, incluso si quisieras casarte conmigo, esto... no volverá a suceder. Sería mejor que elijas a otra mujer.

Matteo: Te quiero.

Beatrice: Podemos estar casados en papel, pero aún tendremos habitaciones separadas, no me tocarás, nunca seré tuya.

Matteo avanza y agarra su cuello.

Matteo: ¡Eres mía, solo mía, ¿entendiste?!

Me voy, pero prepárate, cuando estemos casados, te tendré completamente a mi disposición, de todas las formas que yo quiera y en todos los lugares y posiciones que yo quiera. Serás mía, te dejaré tan adicta a mí que serás tú quien no pueda resistirse a excitarse en mi presencia.

La suelta, se abrocha los pantalones y sale de su habitación pisando fuerte. Ella sigue parada sosteniendo con más fuerza su vestido.

Continuará...

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