Capitulo 5 El Regreso
Comienzo a parpadear. Quiero seguir durmiendo. Ya noto la claridad de la luz del sol colándose bajo mis sabanas. No quiero levantarme y me cubro aún más la cabeza. Que sueño mas loco el de anoche. Escucho voces como de niños. Pienso que los vecinos ya están de escandalosos.
- ¡Que estas esperando princesa! Vas a llegar tarde a la escuela.
Escucho una voz gritándome cerca. Una voz que no había escuchado en años. La de mi madre. Me incorporo de un brinco de mi cama y miro a todos lados asustada. No puede ser! Merde, merde, merde.
Es el cuarto de mi infancia. Al mirarme al espejo del tocador en el reflejo veo a una niña de unos nueve o diez años. Soy yo. Aun estoy asimilando la impresión de lo que estoy viendo cuando siento un golpe en el hombro que me tira al piso y escucho una voz que me dice:
- Deja de perder el tiempo frente al espejo y apurate boba, que ya nos vamos.
La miro. Es mi hermana Ivy. Luce como de unos doce o trece años. Es blanca, su cabello es lacio y rubio hasta media espalda, recogido con un enorme moño. Rostro ovalado. Cejas oscuras. Ojos color café muy claros. Nariz puntiaguda. Labios delgados. Con un lunar en su barbilla de lado derecho. Debo reconocer que es una niña bonita. Ella nota que no dejo de mirarla.
Ivy – ¿ Qué ? ¿ Qué quieres ? No te voy a prestar mis cosas, así que apurate ya, por que nos vamos.
Solo acierto a entender que vamos a la escuela. Miro a todos lados y veo un uniforme igual al que ya luce Ivy. Lo tomo y comienzo a cambiarme tan rápido como puedo. Noto una liga en mi muñeca. Paso mis dedos como puedo en mi enredado cabello y me hago una coleta. Luego me dirijo a lo que recuerdo es la sala – comedor.
En la mesa esta un bote de leche y una caja de cereal. Me sirvo un poco prácticamente por inercia, y mientras estoy sentada observo a mi alrededor y luce exactamente como lo recuerdo. Me quedo pensando en eso un momento y mi cerebro me recuerda donde esta cada cosa y en que cajón. Tengo presente hasta el mínimo detalle de este lugar, como si fuera ayer que hubiera estado en esta casa. Escucho unos pasos y volteo para ver a mi madre acercarse a mi.
-Si ya terminaste guarda las cosas en su lugar.
No puedo evitarlo y brinco a su lado y la abrazo fuertemente. Me sentí feliz de verla nuevamente. Su nombre era Ana, de origen venezolano. Ella tendrá alrededor de treinta y cinco años. Es una mujer morena de cabellera larga y muy rizada. Cejas anchas. Ojos cafés. Nariz pequeña y labios carnosos. Rostro algo redondo.
Ella parece sorprendida con ese gesto pero no corresponde a mi abrazo. Continuo abrazándola hasta que escucho la voz de mi hermano Saúl.
Saúl – Ya nos vamos.
Miro a mi hermano con temor. El tendrá unos trece años. Es blanco, alto, cabello rizado y oscuro. Nariz aguileña y labios delgados. Nunca me trato bien, ni cuando era una bebé.
Siempre me molestaba y pegaba o me culpaba de cosas para que mi madre me golpeara. Mi madre me toma de los hombros haciéndome a un lado, y, sonriéndole a Saúl, se le acercó.
Ana – Toma este dinero. Quiero que te compres algo rico en el almuerzo.
Me alejo a guardar rápidamente la leche y el cereal. Tomo una manzana del refrigerador y voy por mi mochila. En eso llega Ivy y extiende la mano y mamá le da algo de dinero. Camino hacia la puerta y nos vamos caminando.
Ivy y Saúl van a delante de mi, ocupados en su charla. La escuela a la que asistimos esta a unos quince minutos caminando. es primaria y secundaria contiguas.
Paso por un puesto de revistas y veo la fecha en el periódico: jueves veintidós de mayo. Tengo diez años y un mes exactamente. Volteo y veo que mis hermanos casi llegan a la escuela. Me apresuro a entrar a la escuela.
Es una gran área con jardines y varios edificios algo viejos. Ya no veo a Ivy o a Saúl, aunque eso es lo normal. Saúl, de trece años, ya esta en primer año de secundaria. Ivy de doce en sexto de educación básica y yo en cuarto grado.
Me dirijo directamente a mi salón. Es tan extraño. Se que no he estado en este lugar en varias décadas, y sin embargo, todo es muy claro. Recuerdo cada detalle de este lugar, solo quiero sentarme en mi pupitre y ordenar mis ideas. Me siento con mi cabeza recostada en mis brazos y empiezo a recordar cada detalle del día anterior.
Ayer era una mujer de cuarenta y seis años, regordeta, con varices y algunos problemas de salud y económicos y hoy soy una niña flaca. De pronto siento una mano que me revuelve el cabello. Levanto la cabeza para encontrarme el rostro sonriente de Nerida. Me inunda una gran alegría y me levanto a abrazarla. Nerida. Ella ha sido mi mejor amiga desde primer año.
Ella tiene diez años, como yo. Es algo regordeta. Ojos y piel oscura. Su cabello es alborotado, típico de los descendientes de aborígenes australianos.
Nerida - A mi también me da gusto verte, pero no exageres.
Helen – Lo siento es que me despertaste, ¿ qué hiciste ayer ?
Nerida – Nada en especial. Fui con mamá a limpiar la casa de una nueva clienta. Y si que estaba sucia!
De pronto los chicos que habían estado corriendo y gritando por todo el salón callaron. La maestra estaba entrando al mismo tiempo que se escuchaba el timbre. todos nos sentamos.
Era la maestra Becker. Era una mujer de unos cuarenta años, soltera. Extremadamente delgada y rubia, con una incipiente calvicie. Al verla, recordé lo mucho que me desagradaba. Era mediocre como maestra, pero sobre todo era una racista.
Buenos días profesora! Decimos todos al unisono, de pie.
Ella contesta de manera mecánica “buenos días” mientras se sienta.
Maestra Becker - Saquen sus libros de historia y comiencen a leer en silencio el capitulo seis.
Leo el capitulo rápidamente. Es sobre el Apolo 11 y me quedo viendo el libro, aparentando que sigo leyendo. Intento aún comprender todo lo que me ha ocurrido.
Vivo en el pueblo de Geraldton. Es una ciudad de la región de Mid West en Australia Occidental. No fue al azar que les pedí regresar a esta edad. Tengo poco mas de cinco años para prepararme y evitar lo que me paso después de los quince años.
Pero, sobre todo, ella vendrá para mi cumpleaños doce. Tengo que planear que haré desde este momento con esta nueva oportunidad. En esta fecha recuerdo exactamente lo que va a pasar hoy.
Ha sonado el timbre anunciando la salida al recreo y corro hacia Nerida. Tengo que evitar que salga. No puedo perderla de nuevo.
Geraldton – Es una ciudad en la costa y un importante centro de negociación de minería, pesca, trigo y turismo.
Nerida – Nombre dado por los aborígenes australianos a una flor.
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Comments
Cat
Me gustan estas notas al final del capítulo, demuestran que la autora investigó
2024-09-06
1
Mateo Tupa
Interesantes datos *se pone a tomar nota*
2023-04-07
5
E. C.
Que familia tan fea la de la protagonista
2023-02-01
4