Siete años más tarde.
Paris , Francia.
Zero se apoyó en el respaldo del asiento de cuero y dejó que las sombras lo envolvieran mientras observaba silenciosamente a los entusiastas turistas que había en la parte delantera del barco. Charlaban animadamente y se inclinaban sobre el río Sena para conseguir las fotografías más perfectas y románticas de París con la luz del atardecer que pudieran conseguir para colgarlas seguidamente en sus redes sociales.
Solo había otra persona que estaba sola, y que estaba al margen de todo ese postureo, como él.
Se levantó elegantemente las gafas de sol y las apoyó en el pelo rubio y brillante, dejando al descubierto una piel cremosa, cuidada, e hidratada y un rostro con forma de corazón.
Tenía los rasgos armoniosos, la nariz recta y una boca demasiado grande y carnosa para poder considerarla, perfecta o demasiado bonita, pero Zero se puso completamente tenso al reconocerla.
El rostro de Sara siempre había tenido un atractivo especial y en
esos momentos, en los que sonrió al ver Notre Dame, su cara se iluminó y pareció doblemente hermosa.
Zero nunca había creído en las coincidencias, más bien había dedicado sus últimos siete años en tener su vida completamente controlada desde su vida social, estudios, familia todo. No había tenido tiempo para casi nada, mucho menos para las casualidades, pero, se alegraba enormemente de que los astros se alinearan ese día a su favor.
La última vez que la había visto, la noche en que se había quedado a dormir en casa de su madre, después del accidente, todavía era una adolescente, a pesar del cuerpo de mujer que ya de aquella poseía, aún tenía dieciocho años.
Zero se había sentido culpable por sentirse atraído por ella, y había intentado olvidar ese momento durante todos estos años, aunque realmente no lo había conseguido, se había convencido a si mismo que fue por culpa de la situación y la adrenalina que está hizo derrochar . En esos momentos, con veinticinco años, Sara tenía los pómulos más marcados, lo que le daba a su rostro un carácter y una elegancia que la sonrisa despreocupada no hacía más que acentuar.
No obstante, la intensidad de su reacción lo sorprendió. No sabía que aún tenía ese poder sobre él, hacia que todo su cuerpo reaccionara como si múltiples descargas fueran calentando su cuerpo poco a poco.
Zero frunció el ceño mientras intentaba definir la sensación. Era atracción, sí. Era una mujer guapa. Aunque no fuese su tipo, vestida con vaqueros y una camisa de flores. A él le gustaban más las mujeres glamurosas y sofisticadas, pero Sara también podía ser así. Lo había mamado desde la niñez.
Zero asintió. Aquello era lo que le ocurría, por supuesto.
También sentía satisfacción. Satisfacción porque Sara era la mujer adecuada. La mujer perfecta. Y él había sabido nada más verla que
aquello funcionaría a la perfección.
Siempre era satisfactorio que un plan saliese a la perfección.
Vio a Sara mirar a una pareja que se besaba y sonreír con nostalgia.
Curiosamente, por un instante, la duda lo asaltó. Pero fue solo un instante. Zero se puso en pie y fue hacia la parte delantera del
barco a la altura de la chica.
Cuando llegó a su lado, se detuvo y la miró fijamente. Los ojos azules de Sara se clavaron en él y Zero sintió calor en el vientre, tuvo que tomar aire para aparentar la más absoluta tranquilidad.
–¿Zero? – preguntó sorprendida, con la voz ronca. Deliciosa.
Él sonrió. Era un hombre afortunado.
Una semana más tarde, Zero volvía a perderse en sus soñadores ojos azules y se sentía satisfecho al ver que Sara tomaba su
mano y entrelazaba los delgados dedos con los de él cariñosamente. ¡Sí!
Sara estaba disgustada porque Zero se tenía que marchar, pero no quería demostrarlo. A él, por su parte, también le había fastidiado
mucho aquella llamada de trabajo. Había estado muy cerca. Un poco más de tiempo y…
-Por supuesto que tienes que marcharte – le dijo Sara– . Te
necesitan en New York.
–Lo sé.
La empresa de Zero había crecido mucho y él seguía trabajando como director general. Prefería estar al tanto de todos los movimientos que sucedían en su ausencia y seguir delegando en ellos.
No obstante, en esos momentos lamentó que nadie más pudiese ocuparse del último problema que había surgido. No quería alejarse de Sara tan pronto.
–Además… – añadió Sara, levantando la barbilla lentamente– . Yo también me marcho mañana de estás mini vacaciones en París. Voy a Praga.
Pero Zero se dio cuenta de que su sonrisa era tensa, hasta algo amarga, eso le
gustó. Le estaba dando la sensación de que Sara odiaba tener que despedirse de él tan pronto; después de tanto años sin haberse visto. Tal vez fuese mejor marcharse en aquel momento, quizás pudiese sacarle algo de beneficio a largo plazo a este encuentro fortuito.
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Updated 48 Episodes
Comments
Raquel Ortopan
parece biena
2024-05-23
0
Luz Cristancho
excelente contenido
2022-09-21
1