Zafiros

  JULIETA.

  — Mamá si es niña quiero que se llame Guadalupe.

— Si cariño si eso a ti te parece me agrada — mamá  sonreía con alegría, sus blancos y perfectos dientes siempre me parecieron de lo más sorprendente, tenía un vestido azul, su vestido favorito, lucía hermosa... Mi madre es muy bonita.

    El frío se sentía como un ardor en mi piel, mis labios ardían y los miembros de mi cuerpo dolían al moverse, poco a poco abrí los ojos, para encontrarme en un lugar en movimiento con muy poca luz, quise moverme pero mis pies y manos  estaban atados con un lazo que me estaba lastimando,  fue entonces que me di cuenta que todo había Sido real, con lágrimas en los ojos comencé a gritar.

— Ayuda,  ayuda.. por favor — estaba aterrada, tenía mucho miedo lo único que deseaba era volver a casa con mis padres, deseaba aparecer en mi cama.

— cállate — gritaron a unìsono, todas las voces sonaban delgadas, ladeé mi cabeza y pude ver a 4 chicas en la misma situación que yo, confundida suplicaba con la mirada una explicación.

— Luces muy joven ¿Cuántos años tienes? — pregunto una de ellas.

— quince — balbuceo sin dejar de llorar.

—  No llores..

— ¿Dónde estamos? Tengo que volver a casa mi madre a de estar muy preocupado — sollozo mientras el nudo en mi garganta se hace más grande al pensar en mi madre.

— No sé dónde estamos, no te preocupes lo más seguro es que van a pedir rescate por nuestra libertad — sus palabras me dieron consuelo y, aún que mi familia no es millonaria estoy segura que harán todo lo posible para rescatarme, había pasado la noche más larga y fría de mi vida, nunca había estado fuera de casa tanto tiempo.

   La camioneta se detuvo y me hizo pensar que por fin llegamos a nuestro destino, pegue mi oído en el frío aluminio y pude escuchar la voz del conductor.

— my friend you already know the procedure.

—  Yes, yes ... have half, a million dollars and when I deliver the merchandise I will give you the rest.

— Perfect, go ahead my friend.

No era perfecta en el inglés pero de algo estoy segura y es que hablaban de una mercancía y de dólares, después de un rato la camioneta volvió a moverse, el silencio era ensordecedor, mi mente solo podía viajar a casa con mis padres, sin duda están muy preocupados, pero estoy segura que en muy poco tiempo podremos estar juntos de nuevo, esto es solo un secuestro.

  La noche de nuevo comenzaba a llegar, la luz del sol cada vez era menos, mi cuerpo ya no soportaba el encierro y el dolor, en un intento desesperado perdí el control y el pánico se apoderó de mi.

— Quiero salir, mi cuerpo duele, dejenme salir, ayuda, quiero salir — mi garganta dolía de lo fuertes que fueron mis gritos pero ni eso me lograba detener,  entre gritos comencé a arrastrarme, las otras chicas me exigían callar, sus gritos y llantos hicieron un gran revuelo dentro de aquel frío lugar, después de un rato el auto comenzó a detenerse,  todas guardamos silencio y podíamos escuchar los pasos fuertes de aquellos que se acercaban, mis ojos estaban abiertos lo más que podía, mi corazón aumentaba sus latidos mientras esperaba atenta a lo que iba a suceder, tenía miedo, todo mi cuerpo estaba temblando. 

  El sonido de las puertas comenzaron hacer ruido, primero se abrió una y después la otra,  la noche estaba comenzando a caer, estábamos en una autopista y a los alrededores solo habían árboles y arbustos, mis ojos se perdieron en el panorama hasta que una voz ronca me despertó.

— stupid be quiet —  moví mis ojos hasta el hombre alto de ojos azul muy claro casi gris y cabellos amarillos.

— Idiota, ellas no hablan inglés — gruño entre dientes con acento español, un joven que estaba a su lado, la voz de este era más suave, moví mi pupila hasta él, no era mayor a 18 años, su voz aún sonaba cómo el de un adolecente,  era de piel blanca un tanto pálido, su cabello es castaño y largo con un mechón cubriendo parte de su rostro, alto y demasiado delgado, tiene pinta de delincuente vestido de negro y con un piercing en la ceja izquierda.

En un segundo hicimos contacto visual, sus mirada intensa cómo si estuviera lleno de odio, su iris de un color zafiro, azul noche cómo los pendientes de mamá.

— ¿Qué demonios quieren? — balbuceó el hombre rubio, su español apenas era entendible.

  Rápido moví la vista, mi corazón palpitaba tan rápido que en cualquiera momento me podía dar un infarto.

— Necesito ir al baño — titubeo con mi voz apenas audible y con la mirada en el suelo.

— stupid — gruñó, de la parte de atrás de su pantalón saco una arma corta y se lo dió al joven de ojos azules — ¿Alguien más? — preguntó y las otras chicas asintieron con la cabeza.

El joven se acercó y nos soltó de los pies, fui la primera en saltar de la camioneta al suelo, mis pies se doblaron al momento de tocar el piso, caí de rodillas.

— idiota — gruñó el chico con voz torpe y luego me sujeto de los hombros para ponerme de pie, torpemente me levanté y mire por todas partes buscando una salida para volver a casa.

  — Ni lo pienses — musitó entre dientes.

Las demás chicas comenzaron a bajar y juntas caminamos hacía los arbustos, detrás de nosotras iba el chico con el arma entre sus manos.

Mis pies caminaron torpemente y el aún venía detrás de nosotras.

— Tienes que darte la vuelta —  advertí, el chico rodó los ojos y resopló sobre su cabello permitiendo ver su rostro completo.

   Él se dió la vuelta y aprovechamos para   hacer nuestras necesidades, con la manos atadas era imposible moverse con libertad, en un par de minutos Miles de pensamientos de posibles fugas bombardearon mi mente, la primera opción era escapar entre los matorrales pero en cuestión de minutos me encontrarían, la segunda fue hacerme la muerta y que dejarán mi cuerpo abandonado... Lo sé todas las opciones eran estúpidas, lo único que podía hacer era esperar a que mis padres pagarán el rescate, no quiero imaginar la golpiza que me espera por haber salido de casa, todo por amor.

  Al volver a la camioneta de carga el hombre de ojos azul claro ordeno al chico a soltarnos las manos, el sujeto se puso en una de las esquinas y agarró su arma está era un poco más grande que la que traía el chico, después el joven nos dió un sándwich y una botella de agua a cada una, hasta ese momento no había pensado en la comida, mi estómago gruñía de hambre, agarre el sándwich y lo comí con desespero era obvio que quería más pero no me atreví a pedirlo, mientras masticaba con rapidez mire hacia mi lado izquierdo dónde una de las chicas estaba sollozando, ella vestía una blusa con demasiado escote y al agacharse dejaba ver gran parte de sus proporcionados senos, el maldito enfermo de ojos azules claro tenía la punta de su arma levantando el mentón de la chica para que pudiera tener una mejor vista, ella estaba indefensa y vulnerable ante las garras de él,  por un segundo todo mi cuerpo se puso en alerta, me abracé de mis piernas y comencé a sudar frío, tenía miedo pero muchas veces ese miedo te impulsa hacer más valiente o ¿estúpida? trague el resto del sandwich que aún tenía en la boca y sin darle demasiadas vueltas, me impulse con mis rodillas y jale a la chica hacia mi.

— Déjala en paz — grite mirándolo fijamente a los ojos, según yo no dejaría que viera mis miedos  — sus padres pagarán su rescate — asegure con voz firme, el sujeto me quería fulminar con la mirada, frunció el ceño tratando de adivinar que fue lo que dije, confundido se acercó hasta tomarme del brazo y lanzarme al suelo, fue muy doloroso pero no quite mis ojos de los suyos y, apuesto a que eso lo hizo enfadar pues levantó su mano con la intención de abofetearme, mi cuerpo se tenso y mi corazón se llenó de miedo, cuando estaba apunto de hacerlo el chico de los ojos de zafiros intervino

— Suficiente, no maltratos la mercancía — habló y miró hacía mi, sus ojos recorrieron mi escurrido cuerpo y se detuvieron en mi pecho, estúpidamente sentí mis mejillas arder y, más aún cuando la comisura de su labio se movió levemente en un intento de sonrisa, poco a poco baje la mirada hasta ver las medias negras salirse de mi sostén, el bochorno en mi cuerpo quería hacerme salir corriendo y hundir mi cabeza en mi almohada favorita.

— vuelve a atarlas de nuevo — ordenó el hombre y así lo hizo el chico, comenzó a atarnos de pies y manos una vez más,

  De nuevo el carro se puso en movimiento, llevaba más de 24 horas sin ver a mi familia, me sentía triste, mi corazón dolía al imaginar lo preocupados que ellos están,  cerraba mis ojos con fuerza mientras deseaba aparecer en mi cama abrazada de mi oso de peluche favorito, muchas veces le impedì a mi madre un beso o un abrazo cuando me llevaba al colegio por vergüenza a qué me vieran mis amigas, quería que me tratara cómo a una persona mayor, y ahora que estoy lejos de ella realmente deseo estar envuelta en sus brazos. NUNCA VALORE LO QUE TENÍA.

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Melisuga

Melisuga

*a punto

2022-08-26

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