PRÓLOGO II

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...PARTE DOS: REZA...

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—Hey, Maya —llamó alguien desde la sala.

«¿Qué?, ¿ya es hora de despertar», quejó esta.

Maya no estaba dispuesta a salir de la cama. Ella vivía sola y ni siquiera su madre tenía una llave de emergencia para visitarla.

—¡Hey!, ¿por qué no quieres contestarme? —De nuevo, insistió aquella presencia copiando la voz de la hermana mayor de Maya—. Vamos, despierta.

«¿Despertar?». Maya no lo iba a hacer.

La ignoraría, se acurrucaría entre sus sábanas recién lavadas con agua bendita y contestaría desde el celular a los mensajes del trabajo para distraerse.

Los asuntos de su hermana muerta podían esperar.

—Hey, Maya, ¿crees en dios? —preguntó este espectro cambiando de estrategia—. ¿Crees en «él» de verdad?

«¿En un dios?», ironizó en mente, a la vez que deslizaba los nombres de sus contactos sobre su pantalla buscando a quién llamar primero.

Ella no creía en algún dios, ni guardaba culto a ninguno de ellos. A veces dedicaba rezos, pero eso no eran más que parte de las supersticiones en las que creía.

Pues, Maya era así: Exageradamente supersticiosa.

Ella creía en lo oculto y las supercherías que tenía en toda su habitación, pertenecientes a más de una religión y devoción, solo eran parte de su miedo a lo desconocido.

Por ende:

—Tal vez, en «eso» estoy fallando... —se comentó así misma dándose cuenta del posible «por qué» aún el espectro la seguía—. Tal vez, debía rezar a un solo...

Entonces, sin que pudiera completar sus palabras, sintió un leve temblorcillo que sacudió su cama.

...«Regla cinco: Mientras más reces y creas en mí, más "poder" tendré»....

—¡Mier...! —quiso lanzar una grosería, pero se tapó la boca.

¿Acaso el espectro había evolucionado a un demonio? ¿Quería su alma o algo así? ¿Qué era eso de "Regla cinco"? ¿Por qué no se cansaba? ¡Ya estaba harta! ¿Acaso no se detendría hasta llevársela?

Maya apretó los dientes, frustrada.

Entonces, tomó el Japa Mala que tenía debajo de su almohada y, tal y como, lo había visto en un tutorial de youtube, comenzó a rezar desde la cima del cordón. Pasó las cuentas entre el dedo pulgar y el dedo corazón, repitiendo un mantra, una vez y por cada cuenta. Sin embargo, antes de que pudiera completarlas, una llamada cayó a su móvil.

«¿Quién puede ser en este momento?», se distrajo.

Dio un reojo y vio un número desconocido en su pantalla y, por supuesto, lo ignoró y siguió repitiendo el mantra. Pero, de nuevo, su celular sonó y comenzó a fallar.

Daba pantallazos blancos y luego...

La llamada se contestó sola.

...«Ven, déjame llevarte»...

Entonces, Maya despertó.

La alarma de su despertador clavaba las siete de la mañana, y un dolor de cabeza le taladraba los oídos.

¿Otra vez?, ¡otra pesadilla!

¡Todo era culpa de «Doce»! Si tan solo, este no tuviera el maldito impulso de acaparar todo tipo de objetos extravagantes solo porque «sí», ella hubiera podido conciliar el sueño, protegida por un atrapa sueños de tamaño ¡jumbo!

—De nada sirvió este —dijo viendo el pequeñísimo que había comprado—. Da igual, volveré a dormir.

Maya tenía pereza.

Había tenido un terrible sueño, pero... ¡era domingo!, y no tenía ninguna tarea por hacer. En la tarde, ya sería el momento perfecto para buscar algún exorcista. Debía cubrirse con sus sábanas de la luz mañanera y… ¿por qué su celular vibraba tanto? ¿Quién le estaba escribiendo tantos mensajes?

«Solo puede ser Doce», supuso Maya a regañadientes y tanteó por toda su cama para buscar su celular. «Siempre se aparece cuando pienso en él y me da trabajo, y más trabajo».

—¡No puede ser! —resopló molesta, porque de igual forma que, en sus pesadillas, este le mandaba mensajes para que trabajara—. ¿Por qué domingo en la mañana? —enojó aún más.

El horario laboral de Maya era variado por lo informal del asunto.

Ella hacía ciertos delivery's que rayaban mucho la moral y la legalidad. Tenía unos amigos variopintos que facilitaban trabajos universitarios, exámenes pasados de todo tipo de carreras y… documentos falsos. No eran gente mala, solo eran unos veinteañeros con ganas de ganar dinero fácil; los cuales, tenían una impresora de última generación a mano y clientela leal.

—De seguro arrestaron a alguien, otra vez —preocupó Maya al ver la explicación que le daba Doce en los mensajes, mientras se cepillaba los dientes.

A lo que apresuró el paso y, antes de que el maldito espectro se diera cuenta de sus planes, salió de su embrujada habitación.

No quería problemas en su camino.

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Comments

Hassel

Hassel

Me gusta como va construyendo su personalidad de supersticiosa y sus hábitos

2024-03-31

0

Hassel

Hassel

Vendría bien un(a) roommate

2024-03-31

0

Hassel

Hassel

Me falta ambientación para disfrutar un poco más la historia

2024-03-31

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