Capítulo II

Exclamó el Duque sin apartarle la vista. Tenía una expresión demacrada, era como si no hubiera dormido en años pues tenía grandes ojeras bajos sus ojos verdes que se volvieron opacos al mirarla. Él... no parecía el mismo.

Caminó lentamente, acercándose a la hermosa joven que resplandecía ¿delicadeza?. La observó con una mirada tan dulce que expresaba añoranza y ¿amor?, que hasta parecía que veía un milagro ante sus ojos.

La joven de cabellos plateados lo miró sin expresión alguna. No esperó verlo en ese estado, ni mucho menos que la viera de esa manera de la cual nunca la miró en toda su experimentada vida.

Se sentía extraña, pero a pesar de que antes anhelaba que sucediera eso; retrocedió, no sentía nada al verlo.

—Antia ¿Eres tú?— Preguntó ¿adolorido? mientras sonría de lado con tristeza.

Anya frunció levemente su ceño, no podía creer que pronunciará mal su nombre. —"¿Quién es Antia?... solo han pasado cuatro años ¡¿Y ya me han olvidado?"— Pensó molesta.

—Se a confundido Duque, yo no me llamo Antia.— Corrigió indignada la joven.

El Duque se detuvo y llevó su mano a su boca. Cayó de rodillas y la vio con sorpresa.

—A, Anya...— Murmuró con sorpresa.

La Duquesa que estaba llorando desconsoladamente mirando a Alice quien solo miraba con curiosidad arriba del árbol, se sorprendió. Al escuchar ese nombre, su rostro se desfiguró notoriamente.

Dejó de ver a Alice y miró por todos lados con desesperación, buscando y escaneando con la mirada.

Su vista se detuvo cuando vio esos cabellos plateados deslumbrantes que bailaban al compás del viento. Levantó su vista y quedó aterrorizada. La apariencia era tan parecida a la difunta Princesa del Norte que por poco llegó a confundirse. Pero supo casi de inmediato que no era ella porque sus ojos no coincidían y además, al verla se podía notar a simple vista que ella no era Antia Alioth.

Antia, la difunta, transmitía fragilidad y pureza, mientras la que estaba de pie allí; no tenía ninguna de las dos. Su aura era fuerte, transmitía elegancia y autoridad. Sin embargo, su mirada transmitía un vacío enorme, en especial, cuando su vista se dirigió a ellos.

La Duquesa corre hacia ella. —¡¿Cómo?!...¿Cómo es posible que estés viva? Si yo misma vi como te enterraban.— Exclamó con firmeza.

Anya no podía creerlo. —"¿Por qué pensaron que había muerto?"— Se cuestionó, pero no llegaba a una conclusión lógica hasta que recordó el carruaje en el que había viajado.

—¡¿Qué?! ¿Y por qué mi hermana estaría muerta?— Preguntó confundida Alice.

Pues además de el Duque, la Duquesa y algunos cuantos guardias, nadie más sabía sobre la supuesta muerte de Anya. Porque el Duque así lo decidió ya que a pesar de que el cuerpo había sido encontrado, aún había aguardado la esperanza de que Anya estuviera viva.

Los sirvientes también se quedaron confundidos con lo que había dicho la Duquesa, sin embargo, no podían preguntar por su posición y por ello solo esperaban a que su joven Señorita Alice preguntará lo que ellos anhelaban preguntar y no podían.

Y Anya no sabía que responder, pues era una situación que no esperaba. "Estar muerta" Era algo que ella luchaba por evitar más que otra cosa.

—¿Pero es que ni siquiera pueden reconocer a su hija? Solo han pasado cuatro años en lo que estuve lejos.— Dijo irónicamente.

Nadie habló, por un momento todo quedó en silencio. Hasta que alguien interrumpió.

—¡Anya! Llegaste antes de lo que esperaba.—

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...*...

^^^___Academia___^^^

Por otro lado. El eco de las espadas chocar, se escuchaba por todo el campo.

Dos jóvenes se enfrentaban entre sí con toda su fuerza. Era como si estuvieran en una verdadera batalla, dando lo mejor por alguna extraña razón.

Las espadas hasta hacían chispas cuando se tocaban. Sin duda alguna, se podría decir que era una batalla abrupta que podría resultar fatal si nadie los detenía.

—Ja, rindete Arian. No podrás ganarme.— Aconsejó Howard Alioth, el chico de cabellos plateados y ojos color café.

Sí, Arian el futuro archiduque estaba teniendo un duelo con Howard, el príncipe del reino del Norte.

Los ojos azules de Arian, resaltaron con frialdad. Empezó a moverse más rápido de lo normal, su expresión estaba notoriamente sería, fría.

Su cabello se movía según los rápidos movimientos ágiles que hacía para combatir. El estaba en modo de ataque, se veía su determinación por ganar esta pelea y no tenía pensado en perder ante nada.

Mientras Howard sonreía fascinado. Él tampoco tenía en sus planes perder porque estaba decidido a ganar contra el joven Arian.

Sus ojos cafés veían sus movimientos y los esquivaba agilmente. Su cabello blanco se ondulada conforme esquivaba la espada del que ahora es y fue su enemigo desde que lo conoció.

El joven principe Howard, a lo contrario de él rostro serio de Arian; sonreía maliciosamente y con fascinación.

—Lo contrario, yo se lo aconsejo a usted.— Dijo firmemente mientras combatían más fuerte que antes.

Había mucho escándalo al rededor de ellos. Los demás compañeros de estudios los miraban ansiosos y nerviosos e inclusos algunos apostaban por alguno de ellos.

La escena estaba tensa y los demás compañeros no podían apartarle los ojos de encima y los profesores también estaban al tanto, pues estaban allí, mirando como peleaban. Los pobres profesores no podían hacer nada más que mirarlos y rogar que ninguno de ellos resultara herido.

Y en lo alto de el instituto, en aquel ventanal que se encontraba enfrente de esta abrumadora pelea. Estaba el director del instituto, quien miraba curioso y atento el combate.

—Director ¿No hará nada para detenerlos antes que empeore más la situación?— Preguntó preocupado aquel profesor amargado que siempre daba clases por las mañanas.

Alonso no lograba hacer que el director que veía entretenido el combate, se dignara a detenerlos. Ese director parecía que le encantaba observar a sus alumnos luchar entre ellos, simplemente le fascinaba y no tenía intención de meterse entre esa pelea de chicos exageradamente ricos.

El director era bastante joven, se podía decir que hasta más que el profesor Alonso. No era director por sus excelentes notas o algo por el estilo, sino por el poder del dinero. Sí, él había comprado el instituto por fines personales.

Su cabello color azul y largo hasta por debajo de sus hombros lo hacia ver peculiar. Sus ojos de color ambar y su piel algo clara, lo hacía ver sumamente atractivo para ser una persona ¿normal?

—¡Déjalos tranquilos! Ya sabíamos que tarde o temprano se enfrentarían.— Exclamó mientras se divertía observando por la ventana.

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Comments

ljp

ljp

el primo de Anya👏🏼👏🏼👏🏼ojalá el sea bueno con ella

2023-08-21

7

Stef🎸

Stef🎸

el primero de Anya

2023-02-25

1

Dinorah Morales

Dinorah Morales

no entendí nada 😔

2022-10-24

0

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