Capítulo IV

Edgar había tomado el brazo de la joven Villana que frunció ligeramente su ceño en respuesta ante su inesperado movimiento.

—El pie... tu pie está herido. Déjame ayudarte, Anya.— Exclamó el Duque insinuando que la cargaría para llevarla a su habitación.

La joven chica de cabellos plateados retrocedió al percatarse de su intención. Le desagradaba que el Duque Edgar le ofreciera ayuda, Theo al darse cuanta de su repulsión hacia ello; apartó la mano del Duque con una mirada seria.

—No es necesario, Duque. Creo que Alice necesita su ayuda más que yo.— Comentó Anya al notar la incomoda atmósfera que se había creado entre el Duque y Theo. Pues él comportamiento de Theo no fue tan apropiado ante Edgar, su benefactor.

Edgar aparta su mirada de sorpresa hacia el joven de ojos verdes y observa a la bella joven que lo observa fríamente. —Alice... Alice no parece herida gracias a ti. Permíteme...— Insiste el Duque, pero alguien lo interrumpe.

—Ella dijo que no es necesario, Duque. Además, yo estoy aquí.— Exclamó el joven Theo con seriedad, dejando sin palabras al lamentable Duque.

Edgar simplemente asiente levemente rendido. Su expresión irradiaba tristeza y solo observó mientras ellos se alejaban cada vez más lejos. No logró ir tras su hija quien fue y al parecer, sigue siendo la causa de su culpa, de su tristeza, de su aflicción, de su dolor...

Mientras tanto, Theo llevó a su querida hermana a su habitación y llamó rápidamente a un doctor para que la revisara. Por supuesto, un sacerdote la iba a sanar casi de inmediato, pero Anya se abstuvo de ello. No quería llamar a alguien que se consideraba tan importante y ocupado por algo tan irrelevante como eso.

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—Por suerte, no es una herida grave. Pero aun así, necesitará estar en reposo unos días para su completa recuperación.— Dijo una mujer de cabello castaño ondulado, vestida con traje de doctora. —Considero que sería más rápido si... Espero su pronta recuperación Señorita Anya, la visitaré en dos días para checar el estado de su pie.— Culminó de decir la médica un poco nerviosa.

Escribe el nombre de medicamentos para reducir el dolor e inflamación y luego de entregárselo a una de las sirvientas, se retira rápidamente.

—Sigo pensando que sería mejor que llame a un sacerdote, Anya.— Sugiere el joven preocupado mientras observa a su hermana.

Anya niega con la cabeza mientras sonríe. —Así está bien, Theo. Me recuperaré rápidamente... Theo, deseo descansar unos minutos.— Pidió Anya y Theo asintió a su petición suponiendo que estaba agotada por el viaje y por lo que había pasado aquí. Se levantó de la silla y se retiró despidiéndose.

—Extrañamente, esta habitación sigue siendo la misma y está igual desde el día que me fui...— Musitó la joven Villana observando la opaca y fría habitación que la atrapaba en los nostálgicos recuerdos y emociones que una vez sintió.

—Al parecer... lo único que ha cambiado soy yo.— Murmuró sonriendo con melancolía, escuchando el ligero sonido de la lluvia que caía suavemente desde hace unos minutos.

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Por otro lado. La lluvia había alcanzado también a aquellos que seguían en batalla. Ya había pasado un gran tiempo desde que esa batalla abrupta había empezado.

Al parecer eran oponentes dignos. Ambos con sus habilidades únicas llegaban a igualar su pelea, por supuesto, si uno llegara a distraerse ese seria el fin de esta caótica pelea.

De pronto, un carruaje de la Mansión del Archiduque se parquea en las puertas del instituto. Sale un hombre que al parecer era un sirviente y se fue directamente hacia donde estaba el joven Arian.

Cuando llegó, vio que estaba en una situación seria que sabía que no podía intervenir, pero el mensaje que traía era más importante que esa pelea.

—Joven Arian.— Exclamó el sirviente nervioso al notar que no era un combate amistoso, pero su voz fue suficiente para distraer a Arian del filo de la espada de Howard.

Este viendo la oportunidad para contraatacar, no la desperdició y listo para hacer victoria, el nombre que pronunció el tal sirviente hizo temblar su corazón deteniéndose.

—La señorita Anya Vertron a regresado.—

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