Con pesar arrastró los pies al despacho de Lían. Tal vez debería enviarle un mensaje de texto, si no quiere uno de voz y en caso es extremo le llamaría.
Que valiente...
¿Desde cuando mi conciencia es muy platicadora? Sólo aparece en los peores momentos y desaparece en los más serios.
Toco la puerta de la habitación pero no recibo indicación de entrar. Vuelvo a tocar pero nada. Reglamente me estoy impacientando. —Genial... Puedo apostar que está adentro con una porno star o está drogándose... —siseo con las manos en la cintura mientras zapateo con el pie derecho. —No, espera tal vez sólo está borracho en un rincón llorando. ¡Uy'! —suspiro frustrada
—Pues perderías la apuesta. —la voz de Lían rosa mi cuello.
Salto del maldito susto y me giro hacia él. —Maldición... —chillo molesta —¿Hace cuánto qué estás ahí?
—Lo suficiente como para desear estar con una eh... Porno star en vez discutir contigo. —sonríe a manera de reto.
Me cruzó de brazos algo molesta —Venía a decirte que vengas a comer.
—Que tierno... —Lían coloca su mano en el corazón —¿Se preocupa por mi?
—Si, Sonia si... —asiento —¿Quién le dará su pagó si mueres? Además es su trabajo alimentarte.
Lían mantiene su sonrisa burlona mientras pasa de mí y entra a su despacho.
Enojada le sigo. —¿Por qué no has almorzado?
—Estaba ocupado.
Con una porno star, no tiene que decirlo pero lo a completo por él.
—Ven a comer, para que vengas a ver a Lucía, está con tu mamá en su habitación.
—Ahora voy. —se deja caer en la silla giratoria negra
—No quiero que te desmayes de la emoción.
—¿Por qué lo haría? Lucía es hermosa gracias a mi.
Ruedo los ojos —Sólo porque le diste el color de piel y cabello no me desacredita.
Su labio se eleva casi en una sonrisa pero se detiene en un intento de mantenerse serio. —Pensé que comerias con tus amigos.
—Lenin no me dio tiempo de hacerlo. —ruedo los ojos —Bien, yo ya te avise. —siseo —Ya sabrás... —salgo de su despacho.
Me voy al comedor para almorzar, ya no seguiré peleando con él. Aunque Dylan me haya dicho lo contrario.
—¿Y bien? —Sonia deja la comida en la mesa —¿Vendrá?
—No sé para que me pides que vaya a hablar con él, Lían no me hace caso. Y tampoco es como si fuéramos una familia.
Sonia se ríe ante mi comentario. —¿No le obligarías a comer?
—Nunca, que se muera de hambre si quiere —me cruzó de brazos
—Gracias por tus buenos deseos. —Lían entra al comedor.
—No he dicho mentira —me defiendo tratando de parecer inocente ante el susto que me saco el maldito, otra vez.
Almorzamos en silencio, ¡es delicioso! Realmente tenía hambre.
Al finalizar decido ir a ver a mi niña. —Con permiso. —me levantó de la mesa y me llevó mi plato y vaso a la cocina.
Luego de lavarlos y ponerlos a secar subo a mi habitación a cambiarme y cepillarme los dientes.
—Hola... —saludo a Anastasia cuando entró a la habitación.
Ella esta sentada en el sofá de la izquierda cerca de la ventana y tiene en brazos a Lucía. —Es un ángel... —dice con emoción.
Entiendo lo que ella siente, yo lo siento desde el momento que la conocí. Me acerco a ellas y me colocó a su lado. —¿No ha despertado?
—Si, pero no por mucho tiempo y vuelve a dormirse... —Anastasia levanta la mirada hacia mi —Tus padres deben estar orgullosos.
Un nudo se forma en mi garganta y mi estomago se revuelve. No sé de cuales habla. —Si... Me gustaría que vinieran a verla. —hablo de mis padres Olivia y Andrew. —Pero convencer a Lían de dejarme ir o que ellos vengan no será sencillo.
—¿Qué te gustaría?
—No entiendo... —le miro extrañada
—Que ellos vengan a verte o ir con ellos.
—No tengo una excelente relación con ellos... —miento
Ella asiente —Lían me dijo...
—Ellos estarían encantados de venir, es más... —suspiro y me siento en el sofá individual del lado derecho colocando mis piernas encima en uno de los posa brazos y mi espalda en el otro. —Ellos creen que estoy en México. No saben que he venido a Rusia.
—¿Y en la boda de tu amigo?
Me sorprende que diga amigo y no Dylan o hermano. Así que le sigo la corriente —Pensaron que viaje desde México hasta aquí... Creo que sería agradable ir a verlos al menos para que la conozcan y dejemos el tema por zanjado. No les hizo gracia verme embarazada y sin pareja.
Anastasia levanta la mirada de la niña y me mira a los ojos. —¿Si fuera Lían contigo?
—¿A... Es...tados Unidos? —preguntó con torpeza —¡Todo el mundo le busca! —le recuerdo —No sería conveniente correr un peligro innecesario.
Anastasia me analiza con determinación. —Eso es verdad.
No podía llevarle a Estados Unidos, tiene que ser capturado en Rusia. —En fin, tal vez un día compre una laptop para hacer una vídeo llamada con ellos y presentarle a Lucía.
—¿No tienes una laptop?
—Traje lo esencial para unas vacaciones de un mes, no esperaba vivir aquí por un año.
—Con razón te veo usar la misma ropa todos los días... —se mofa de mi —Ya saldremos a comparte más ropa.
—Oh, no hace falta... —le detengo —Al fin y al cabo no salgo de la mansión, ¿Para que necesito más ropa?
—¿Lían no te dejó ropa?
—Eh, si. De maternidad pero no las quise usar.
—Bueno nos desharemos de esa ropa y sin objeción compreremos más.
—Tampoco hace falta, hay algunas prendas que no son de maternidad.
—Bien, usalas. Si Lían te las dejó son todas tuyas.
—Eh... ¿Gracias?
¡Ay! Como si no quisieras usar esas ropas...
Mi conciencia nunca aparece en el mejor momento. Anastasia sonríe y besa la frente de Lucía. —¿Saldrás siempre los sábados de cada quincena?
—Eh... Supongo. —me encojo de hombros —Este sabado quiero llevar la ropa de maternidad a donar. He investigado y Sonia me ha dicho que hay un centro de apoyo para las mujeres embarazadas en desamparó. Me gustaría llevarle las ropas mías y las que Lían me dio.
—Es una excelente idea querida.
El resto de la tarde Anastasia se turno con Sonia para cuidar de Lucía mientras yo sacaba las ropas que no me iban a servir para ir el próximo fin de semana con Sonia al centro de apoyo.
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En la noche me asomo a su habitación y Anastasia con Sonia observan a Lucía dormir en su cuna. Toda la tarde se la pasaron en la habitación.
—Ey... —les sonrió —No han cenado, Lían incluso está preocupado. Y eso es mucho decir.
—Lo siento... —sonríe Sonia con culpabilidad. —No he atendido un bebé desde hace muchos años.
Anastasia asiente dándole la razón —Es mi primera nieta...
—Bien, lo entiendo. Pero ahora deben ir a cenar... —me acerco a su cuna con ellas. —¿Comió?
—Si, le dimos leche pero seguro pedirá la tuya. —me contesta Sonia
—¿Aún no bajan a cenar? —la voz de Lían nos hace mirarlo mientras se apoya en el marco de la puerta —Me estoy preocupando.
—Ya vamos... —susurra Anastasia —Sonia.
Ambas se alejan de mi y salen de la habitación, miro a Lucía quien duerme plácidamente.
—¿Quieres abrazarla? —le preguntó a Lían al verle acercarse a la cuna a mi lado
—No gracias.
—¡Ay! Vamos... —le miro —No la has abrazado desde que nació.
—Para eso estás tú. —me dice cortante.
Entonces caigo en cuenta, ya se para que me necesita Lían en estos 6 meses. —¿Tú no la vas a atender verdad? —le miro molesta
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