Pensar En Sexo No Te Hace Una Mala Persona.

Pensar En Sexo No Te Hace Una Mala Persona.

Libertad

—¡Jessica!, ¿ya terminaste de subir la última caja?—

—Si madre. No te preocupes más—

—El apartamento se ve espacioso y cómodo. Lástima que te queda muy arriba y tendrás que subir las escaleras hasta que arreglen el ascensor—

—No te preocupes mamá. Solo será hasta la siguiente semana. Además eso me ayudará a hacer ejercicio—

—Espero que tus vecinos sean amigables—

Justo en ese momento, un hombre de unos 40 o 50 años paso al lado de mi madre y yo, era excesivamente guapo, no llevaba la camisa abotonada y tenía un cigarrillo en su mano derecha y una bolsa con cervezas en su mano izquierda. Él no volteo a vernos ni un segundo, pero verlo me causo tanta exitacion que mis pezones lo sentían, era jodidamente atractivo.

*Tranquila Jess, piensa en la biblia*

—No puedo creer que vayas a tener que vivir con tremendo hombre enfrente— dijo mi madre con mucha desaprobación.

—Si... Ni yo— tenía la mente embobada de felicidad. Cuando de repente, me di cuenta que mi madre me esta viendo, en ese momento trato de rectificarme —cof cof, digo... Si, ni yo— lo dije de una forma más seria y en desaprobación como la de mi madre, pero por dentro yo quería meterme en su apartamento en mitad de la noche y hacer travesuras.

—Cierra bien tu puerta y ponle doble llave. No quiero que ese dejenerado piense en entrar a tu apartamento—

*Ay no mamá, por favor no me sales, que si entre, que si entre*

—No te preocupes mamá, cerraré bien, no tiene que preocuparte—

—Espero que sea así. Y recuerda, nada de hombres en tu apartamento, no puedes acostarte con alguien a menos que sea tu esposo. Ya viste lo que le pasó a la hija de la vecina, se embarazo y el hombre no se hizo cargo—

—Si mamá—

—Le diré a tu padre que te traiga el resto de tu ropa después. Además pueden ir a comer juntos talvez así se lleven un poco...—

—Lo pensaré mamá. Y no lo llames mi padre, yo ya tengo uno, el es solo un padrastro para mi nada mas—

—Pues gracias a él pudiste estudiar tu carrera universitaria y tener el apartamento que tanto querias. ¿Que ha hecho el otro por ti?—

—Perderás tu almuerzo con tus amigas mamá. Ya vete—

—Me voy hija, cuidate, Mónica vendrá a verte en la noche—

—Bien—

Vi a mi mamá salir del edificio y por fin pude dar un suspiro de tranquilidad. Me dirigía a mi nuevo departamento. Estaba tan emocionada, por fin. Había soñado con este día más de lo que ustedes creen. Llegué a mí habitación y me cambié totalmente. No más camisas sin escote, faldas largas, ni vestido aburridos. Me quite los zapatos que llevaba y me puse unos tacones que mi madre nunca aprobaría, me cambié mi camisa de mangas largas conservadora y pantalones aburridos por un vestido corto con un gran escote. Y por ultimo me puse mis extensiones largas, pestañas postizas y todo el maquillaje que quería. Porque esta es la Jessica que realmente soy.

Toda mi vida desde que era pequeña mi madre siempre trato de crear a su hija perfecta, de excelentes calificaciones, que no va de fiestas, ni le gusta beber, que cada domingo va a la iglesia a aparentar ser una buena creyente, que no es una mujer facilona no tiene que andar mostrando su cuerpo para llamar la atención, ni tampoco es vulgar, y habla correctamente con elegancia y buenos modales. Pero este día, todo eso cambiará, pues ya cumplí 28 años y desde hoy viviré sin seguir aparentando.

~¡Din dong!~

Escucho el sonido del timbre y me asustó como no tiene idea, me acerco a ver por el ojo de la puerta y... ¡Oh Dios Mio! Lo olvidé por completo, el esposo de mi mamá iba a venir, yo ya estaba vestida para ir a un bar a celebrar con mis amigas. Corro con desesperación para ir a mi habitación a cambiarme mientras el timbre seguía sonando.

*¡Oh Dios, mi maquillaje!*

Mientras batallaba con quitarme el maquillaje se me ocurrió la brillante idea de ponerme harina en la cara. Así que corrí a la cocina y abrí una bolsa de harina me tire harina, en la cara y luego de eso fue abrir la puerta.

—Hola James. Perdona estaba buscando la llave. Con este desorden me falta mucho por ordenar—

El parecía un poco asustado por ver mi cara blanca llena de harina.

—¿Tienes...?— el hizo un ademán con su mano rodeando su cara.

—¿Ah esto? Jajaja, no es nada, solo una nueva mascarilla para suavizar mi cara. No te preocupes, lo tengo todo controlado—

Se que dije eso, pero la verdad tenia un asco inmenso, quería lavarme mi cara y ademas rascarmela porque me estaba empezando a picar.

—Si tu lo dices. Solo vine a dejar algunas cosas que quedaban en tu habitación—

—Gracias, déjalas en la sala—

Vi mi celular y me di cuenta que ya era las once de la mañana, es temprano.

*Bueno, en México esto es temprano*

En ese momento la puerta de enfrente en el que vive el hombre guapo se abrió. Parecía que iba para su trabajo, llevaba traje y un café en su mano derecha junto con un maletin en la otra. Se veía tan atractivo, verlo en ese traje me volvía loca. Y el era mi vecino de enfrente.

*Agradecida con el de arriba*

Pero yo no parecía gustarle mucho porque en cuanto el me vio puso una cara aterrada que terminó botando su café.

—Lo que hacen las mujeres por la belleza es sorprendente, pero da miedo—

No dijo más que eso y se fue. Y mi vergüenza ante esta situación era que yo me quería morir. Genial lo último que quieres es que cuando te mudes a un edificio nuevo, el chico guapo del lugar te mire aterrado.

*Pobrecito, si supiera que existen cosas más horribles como la depilación en el área de bikini, se traumaria*

Los hombres no aguantarían cosas así, les falta odio.

—¿Era tu vecino?—

—Ah si, parece que lo asuste igual que a ti. Si te parece, quiero organizar mis cosas, así que ya puedes irte—

—Tu madre quería que almorzaramos—

—Estoy un poco cansada, ordenare un poco, pediré comida y me dormiré temprano—

—Esta bien será la promixa vez—

—Esta bien, la próxima vez. Adiós—

*Que no haya próxima vez*

Él se fue después de despedirnos, y yo corrí directamente a lavarme la cara. Todo mi maquillaje estaba arruinado y tardaría bastante en repararlo. Me sentía un poco mal por mentirle a mi mamá y a él así. Me gustaría decirles lo que soy realmente pero tengo miedo de que no me quieran aceptar tal y como soy. Sobre todo a mi mamá, ella siempre ha estado presumiendo a sus amigas que su hija, la estudiante de derecho, que se graduó con honores y ahora trabaja justamente en el sector público, con un trabajo honrado y ganándose la vida justamente, como su hija perfecta.

Pero la verdad es que eso es una mentira también. Si me gradué y si trabaje un tiempo pero la verdad no me pagaban lo suficiente como si lo hacían en mi otro trabajo secreto. Y es que yo abri una cuenta en un canal con contenido explícito cuando cumpli 25 años y sorprendentemente me alcanzaba para vivir todo un año entero sola. Pero mi mamá nunca iba a creer que ganara tanto dinero siendo abogada así que antes de que sospechara me dispuse a mudarme con la excusa de que me movieron de sector. Llevo 3 años con el mismo trabajo, la verdad no es que me moleste mi trabajo, me divertí conociendo mi cuerpo y ganaba bastante bien. En ningún momento mostré mi cara en el canal, para que asi, si mi mamá lo descubriera, no se daría cuenta de que esa era su hija. Aun así, yo me siento bien de aceptar quien soy y no quiero mentirme ni un día mas.

Por ahora como mi mamá cree que gano un salario normal, le pidió a mi padrastro que me ayudara a pagar mi renta. Si tan solo ella supiera que puedo pagar la mía y la de su casa a la vez. Bueno no hay más de que hablar. Está es Jessica, 28 años, soltera, independiente y que al fin tiene su libertad deseada. Me volví a poner la ropa que llevaba antes. Y logré volver a tener el maquillaje que tenia luego de tanto limpiar el anterior. Ahora si estaba lista para disfrutar mi vida. Salí de mi apartamento y como toda una mujer empoderada luciendo el gran outfit con el que siempre quise salir de mi hogar, y por fin di mi grito de felicidad.

—¡Libertad!—

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