Este No Es Mi Papel

Este No Es Mi Papel

Capítulo 1

Hubo una novela bastante famosa en el siglo XXI, adoptando la idea de la hermanastra villana que estaba celosa de los logros y reconocimientos que su hermano mayor había obtenido gracias a ella, a su poder.

Al sentirse excluida por su propio padre ante la llegada de su hermano y las crueles palabras de su madrastra hacia su persona fueron suficientes para que su inocente corazón infantil fuera corrompido haciéndola una villana ejemplar, admirada por unos, odiada por otros. Su hermano, quien intentó fervientemente hacerla cambiar, perdonarla e incluso heredarle el puesto principal de la familia terminó por odiarla.

Llegaste tan lejos gracias a mí, Ernst ¿No te sientes patético?, porque yo sí.

Amaba a su hermana, la amó en cuanto la vio, recibió bellas sonrisas y demostraciones de afecto que lo hicieron creer en la humanidad una vez más; sin embargo, tal vez aceptar sus regalos la hizo sentirse mal, tal vez que ella estuviera así era su culpa, pero no. Como el protagonista de buen corazón que era, tuvo la firmeza para tomar una decisión respecto a la vida de su hermana.

Amo Ernst, usted decide ¿La dejamos vivir? O la matamos.

Es bastante obvio saber qué elección se hizo para que las crueles e inhumanas acciones de su hermana menor se detuvieran. La muerte. Fue una bala directo al corazón proveniente del guardaespaldas personal de la chica, Oliver Wilson, quien a pesar de haberle jurado lealtad eterna a su ama no pudo ayudarla cuando más la necesitaba.

Básicamente ese es un resumen bastante general de esa novela titulada "Heredero ilegítimo". Fue popular en su momento, retrataba perfectamente a una villana firme, con convicciones y con poder que lo usaba sabiamente; el héroe de la novela era más de lo que cualquiera se hubiera imaginado, tanto que las fanáticas fantaseaban con encontrar a alguien como Ernst Neumann en sus vidas, ser felices por siempre y ser tratadas como reinas. Claro está que la ficción jamás debe de ser comparada con la realidad, porque solo es eso, una novela juvenil.

Tal vez esa era la fortuna de Melisa, ser la hija del escritor de la novela, siempre recibía adelantos que ella misma se daba como regalo por ser tan buena hija, aunque siempre terminaba por ser descubierta, pero es que no lo podía evitar, amaba cómo escribía su padre, especialmente cómo se inspiraba con los villanos, les daba una trama oscura, a unos más que otros pero no les ponía excusas tontas o poco creíbles. No solo era una simple venganza, a veces podía ser una maldición, un territorio, por un juego, por el honor de la familia, por mero gusto o traumas de la niñez difíciles de descifrar.

—Melisa, tienes que dejar de robarte mis borradores —evidentemente el padre sabía que ella estaba en su oficina de nuevo, entrando sin permiso y tratando de tomar uno de sus escritos sin ser notada.

—Pero papá... —aun así, su padre la amaba más que a nada en el mundo y siempre la perdonaba— el final, el final el final —dijo emocionada tomando un escrito en particular para avanzar hacia él y mostrárselo— ¡Erika! ¡Necesito saber qué le sucederá a Erika después! ¿Morirá? ¿Reencarnará? La familia Dietrich no se puede quedar así solamente, ella tiene una buena razón, desde pequeña le dijeron que iba a ser la heredera, que iba tener control total y absoluto sobre su familia aún si aparecía alguien más ¡Quiero un lindo final para ella!

—No se puede, por sus actos, sabes perfectamente que ella merecía morir, no solo tú, sino que muchísimos lectores saben perfectamente que ella hizo todo por rencor puro, hizo pocas acciones buenas pero la gran mayoría fueron ilegales. Es la villana principal, al principio pensaba en un castigo menos severo para ella, pero sabes lo que le hizo a su madrastra y a su padre cuando cumplió diecisiete.

—Pero... —sin más que decir se tuvo que rendir, suspiró con pesadez dejando el escrito y haciendo un puchero— entonces, descansa papá.

No se iba a enojar con él solo por una novela, era una de tantas que amaba, pero si tuviera que elegir siempre elegiría a su padre. Besó su mejilla dedicándole una sonrisa acompañada de un abrazo. Le deseó buenas noches y salió de ahí con el rostro tan animado como siempre.

Entró a su habitación estirándose un poco para tomar su celular y ver la hora, ni siquiera eran las diez de la noche, tal vez podría estudiar un poco, o leer una novela. No era mala estudiante, pero el examen para el ingreso a la universidad estaba cerca, no iba a perder esa oportunidad y desde que tenía once años tenía el sueño de ser historiadora ¿Por qué no hacerlo?, lo haría, era demasiado terca para tan solo tener diecinueve años. No sabía si era un don, igual, solo pocas personas podían frenarla cuando se decidía por algo, entre ellas estaba su padre.

Bufó un poco, buscó los audífonos y se los colocó para tener algo más de privacidad y aislamiento del mundo exterior. Buscó unos cuantos libros junto a una libreta y comenzó a estudiar. Estaba decidida a estudiar y seguir sus sueños sin importar quién intentara detenerla, y fuera de ser terca, solo quería cumplir una promesa.

Las horas pasaron, no se dio cuenta de que pasó de la media noche, tampoco notó cuándo fue que se quedó dormida pero ahora su cuerpo estaba descansando sobre su escritorio, su cabeza apoyada en sus brazos y la música que no dejaba de reproducirse.

Melisa tenía la mala costumbre de murmurar algunas palabras entre entendibles e inentendibles cuando dormía, afortunadamente nadie la había escuchado, pero de las pocas veces que había sido de esa manera le resultaba demasiado vergonzoso siquiera ver a esa persona a los ojos. No muchos la habían escuchado hablar dormida, pero los pocos que lo habían hecho siempre escuchaban nombres masculinos de novelas, unos se repetían más que otros, nunca faltaba el nombre de Oliver y William, esos nombres eran mencionados tanto en sus sueños como en la vida real.

Los presumía como si esas dos personas existieran de verdad, los amaba e incluso decía que si existieran ella sería capaz de mantenerlos sin importar lo que tendría que hacer para eso. Sin embargo, para todo amante de la lectura esta es una lenta tortura que te incita a seguir leyendo, seguir conociendo personajes y enamorarte de ellos incondicionalmente.

Hay un famoso dicho, nunca te encariñes con un personaje. Por fortuna, o desgracia, este dicho no solo se aplicaba con personajes que encontrabas a través del papel; no sabrías si en un futuro estaría bien, si cambiaría sus ideales, o si seguiría vivo, pero Melisa sabía esto perfectamente, ella no los amaba porque en la novela fueran perfectos y trataran de proteger incondicionalmente a Alicia, los amaba porque ella los inventó.

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