Nigloshima

Nigloshima

House Of Memories

 

 

CARA A

Capítulo

1

 

 

House Of Memories

 

 

 

 

4/9

 

 

–No lo recuerdo.

 

 

Esa sin duda hubiera sido la respuesta si alguien me preguntaba algo

sobre mi infancia, o sobre la semana anterior. Tal vez sobre el día

de ayer. Es cierto que era una persona olvidadiza y un poco

distraída, pero los recuerdos fugases sobre mi pasado iban más allá

de un simple olvido. A veces venían a mi cabeza imágenes sueltas

sobre mi niñez, pero eran tan vagas que no lograba dejar en mí una

huella de nostalgia , como si evocara simplemente recuerdos falsos o

inventados.

 

 

Como si mezclara la fantasía con mi propia realidad.

 

 

A veces, en los largos recorridos desde el instituto hacia mi casa,

estrujaba mi cerebro hasta el punto de provocarme fuertes jaquecas.

Ese día era uno de ellos. El silencioso y aburrido paisaje rural

dejaba mis sentido libres para dedicarse entero a la labor de divagar

sin ningún sentido. Los pastizales amarillentos que apenas se

meneaban con la brisa bordeaban la calle principal y abarcara hasta

donde se perdía la vista, durante un kilómetro la calle se extendía

simplemente hacia adelante y se perdía como un lago desembocando en

aquellas siluetas de edificios de apartamentos que daba lugar a la

zona residencial.

 

 

Pasto y asfalto, tan solo eso. A veces mi mente dejaba de intentar

rememorar recuerdos inexistentes e imaginaba algunas escenas

fantásticas. A veces un avión que se estrellaba contra el pastizal

levantando una humareda , otras, algún loco nudista corría por las

calles intentado que sus pies no se quemara en el pavimento caliente,

a veces alguna chica bonita salía detrás de algún cartel haciendo

autoestop, enseñando una pierna larga y moviendo su pulgar con

entusiasmo. Cualquier más irreal que la anterior.

 

 

Mis pensamientos se apagaban un poco cuando debía tomar el primer desvío

por una calle lateral, era necesario si no quería luego tener que

rodear la calle más concurrida, solo que hoy...

 

 

Un camión de las fuerzas ciudadana cortaba totalmente el transito por

aquella pequeña calle.

 

 

–Que fastidio – pensé –¿Qué podía ser tan grave?

 

 

Era bastante normal que por aquella zona algún árbol cortara la

electricidad al caer sobre el precario cableado del sistema eléctrico

. No podía creer que una cosa tan simple me obligara a dar una

vuelta enorme, tal vez si me acercaba e intentaba ver...

 

 

Fue allí que lo vi, la idea que tenía no se aceraba ni más mínimo a

lo que había sucedido en realidad, principalmente porque mi cabeza

no podía concebir que algo así pudiera pasar por esos lugares.

 

 

Un hombre de mediana edad estaba tumbado sobre el suelo boca arriba con

ambos brazos a los lados sobre un charco de sangre, haciendo un

intento casi nulo por levantar su cuello para ver a dos policías que

apuntaba sus pistolas hacia él. Ambos oficiales parecían nerviosos,

hasta podría decir que temerosos, sin duda la sangre del suelo era

de él, había disparado y varias veces pero...

 

 

¿Qué amenaza tan grande podía significar aquel sujeto? Si prácticamente

no podía con su propia cabeza. Parecía como si aquellos policías

esperaran algo, algo grande, algo peligroso, pero no fue así.

 

 

El hombre volteó su rostro, haciendo un esfuerzo increíble y miró en

mi dirección

 

 

Me miró a mí, no había nadie más allí, sus ojos vacuos observaron

los míos, como si miraran algo más allá de mis pupilas, como si

buscara con su mirada una señal en ellos que claramente nunca llegó,

y así con un atisbo de decepción y otro poco de satisfacción casi

melancólico, aquellos ojos dejaron de mirar, perdieron su brillo

vital para convertirse en un imagen vacía, como un dibujo muy bien

realizado..

 

 

Por fin dejando caer su cabeza al pavimento ensangrentado

 

 

A pesar de eso aun sentía que esos enormes ojos me miraban como si

estuvieran clavados en alguna parte de mi cerebro, cerré los míos,

una y otra vez intentando alejar aquella imagen de mi cabeza,

entonces escuché un ruido familiar

 

 

“Miau”

 

 

Un maullido.

 

 

Giré la cabeza a ambos lados buscando de donde provenía. Cerca del

cadáver del sujeto un gato me dedicaba una mirada muy parecida a la

que el hombre había hecho unos minutos antes. Pero había algo que

me parecía extraño, algo en aquel gato no encajaba, pero aunque

intentaba darme cuente del que, no podía hacerlo. El gato me observó

unos segundo y cuando los dos policías notaron su presencia, dejaron

de apuntar al cadáver del hombre para dedicarle toda su atención.

El animal pareció incomodarle esto ya que comenzó a moverse cada

vez más rápido alejándose de la escena. Caminaba con una gracia

que solo un felino podía tener, se dirigía rápida pero firmemente

hacia mí.

 

 

–¡Hey chico, no dejes que se escape! –Gritó uno de los policías

 

 

¿El qué? ¿Quién?

 

 

El gato aceleró su escape hasta convertir su caminata en una carrera.

 

 

Me quedé paralizado como si todos los músculos de mi cuerpo hubiera

decidido hacer una huelga en ese mismo momento, ni siquiera mis ojos

pudieron dejar de mirar en aquella dirección.

 

 

El gato pasó corriendo por entre mis piernas pero antes de perderse de

mi vista, me observó por última vez, una mirada que casi podía

leer, que casi podía escuchar:

 

 

Gracias

 

 

Uno de los policías trotó hasta mí y vio como el gato se escapaba ante

su inútil intento por seguirlo con la vista

 

 

–¡Diablos! –protestó– Chico, era solo un gato.

 

 

 

 

Eso mismo pensaba yo, era solo un gato, no era como si importara o no

dejarlo ir ¿O sí? ¿Cuál era la cuestión de atraer un gato cuando

tenían claramente algo mucho más importante en sus manos? Aun no

comprendía que había pasado con aquel hombre, que tan peligroso

era, porque había sido abatido, mucho menos podía comprender que

tenía que ver todo esto con mi habilidad para atrapar un gato que,

parecía de todas formas destinado a escapas, al menos si era yo

quien debía darle caza.

 

 

Estaba antes los policías más exagerados o los más surrealistas.

 

 

Un rato después llegó un ambulancia al lugar y unos cuantos autos más

de la fuerza ciudadana, los policías dejaron que me marchara después

de hacerme alguna preguntas de rutina que o entendí demasiado, nada

sobre el gato, nada sobre el sujeto, esto hacía que las dudas y la

confusión se adueñaran aun más de mi mente. Decidí marcharme en

cuanto pude, quería evitar la prensa o cualquier cosa que me

detuviera más tiempo, ya me había retrasado demasiado y aun debía

dar la vuelta más larga para llegar a mi casa.

 

 

Que fastidio

Que fastidio

Que fastidio

 

 

El resto del camino no pude quitarme aquellos ojos de mi cabeza, tanto

los del sujeto como los del gato, ambos compartían una expresión

familiar que provocaba que un nudo pequeño en mi garganta no me

dejara pasar el capítulo.

 

 

El aire se tornaba frio cuando al fin llegue a la calle del edificio 202 .Crucé

el rio de personas que me separaba de la verja herrumbrada del recibidor, luego de pelear

un rato con la cerradura me adentré por fin, dejando atrás el ruido del tumulto que se convertía en un murmullo lejano tras las paredes del vestíbulo.

 

 

Aflojé la corbata del uniforme y respiré hondo, debía dejar aquella imagen

fuera de mi mente o me atormentaría todo el día. Caminé hacia el

ascensor: un cacharro blanco y silencioso que esperaba a los que,

cómo yo, no tenían ninguna intención de subir ocho pisos por

escalera, eso se lo dejaba a los que le gustaba hacer ejercicio o a

los que tenían vértigo. Dentro del ascensor acomodé un poco mi

cabello frente al espejo, se veía fatal, los pequeños bucles se

habían enmarañado de tal forma que parecía que en cualquier

momento me convertiría en cantante de disco, empezaba a entender

porqué mi madre odiaba la humedad. Escrito con rotulador, a un lado,

sobre le vidrio del espejo rezaba en un grafiti algo

desprolijo.

Corazones suaves, almas eléctricas.

 

 

Cuando el ascensor llegó a su destino con un ruido estridente que solía

asustar a los que lo montaba por primera vez, el cielo que se veía

por la ventana del pasillo se tornaba un poco nublado. La perspectiva

urbana contrastaba con el monótono paisaje que solía ver de camino

a clases, lo que hacía que me costara un poco cambiar de aires.

 

 

Dentro del apartamento parecía que el tiempo no había trascurrido, se

notaba exactamente igual que cuando me había marchado en la mañana.

Lancé la mochila a un sillón reclinable y encendí el televisor, o

seria mejor decir que lo intenté, apreté un par de veces el

interruptor pero el aparato se negó a responder. Apreté aquel botón

rojo con más fuerza como si ese acto hiciera que lo que tuviera el

control o el televisor se solucionara, cosa que era un tontería .

Desistí y fui a la cocina donde mi padre sentado en la mesa leía el

diario como era su costumbre

 

 

–¿Papá, el televisor se averió? –Pregunté abriendo la heladera en busca

de una jarra con leche

 

 

No hubo respuesta.

 

 

–Papá – dije levantando un poco la voz

 

 

Nada

 

 

–¡Papá! – grité esta vez

 

 

Una escalofrío recorrió mi cuerpo. Me acerqué a él, miraba las hojas

del diario fijamente como un maniquí inmóvil

 

 

¿Maniquí?

 

 

–¿Papá? –Sacudí su hombro, nervioso

 

 

La sorpresa fue tan grande que dejé caer la jarra de leche al suelo, en

el intervalo entre que mi mano soltó su agarre hasta que cayó me

pareció eterno. El hombro de mi padre se movió siguiendo mi acción

pero luego volvió a quedarse quieto, las hojas del diario apenas se

agitaron con el viento producido por mi movimiento brusco pero al

instante volvieron a adquirir aquella propiedad estática.

 

 

¿Cuánto tarda una jarra llena de leche en caer al suelo? Bueno no era muy

bueno en física pero calculaba que, dado su peso y su contenido, no

tardaría ni un segundo en hacerlo, y aunque el tiempo parecía pasar

lentamente para mí, ya lo consideraba extravagante.

 

 

El ruido del vidrio al partirse nunca llegó, di un paso atrás

tropezándome con la pequeña pecera cuando vi la jarra suspendida a

unos centímetros del suelo, con la mitad de su contenido flotando de

forma antinatural, como absorbida por una aspiradora invisible .

Observé la pecera, tanto el agua como el pequeño pez dorado tenían

aquella misma característica, se mantenían suspendidos en el tiempo

como si alguien le hubiera dado a un botón de pausa. Acerqué mi

mano temblorosa al agua para comprobarlo, al agitarla noté que se

comportaba exactamente igual que las cosas que había examinado

antes, el agua se movía siguiendo mi movimiento pero al instante que

me apartaba, volvía a detenerse en la forma en la que se encontrase

 

 

Los nervios terminaron por apoderarse de mi cuerpo entero y un dolor en

la cabeza me atacó de pronto. Retrocedí hasta caer en el sillón

del comedor. Cerré los ojos con fuerza. No podía estar pasando algo

así, no era algo normal. Respiré hondo una y otra vez intentando

tranquilizarme pero tuvo el efecto contrario, empecé a marearme, el

dolor de cabeza aumentó y el nudo en la garganta apretaba cada vez

más.

 

 

“Si cierro muy fuerte mis ojos tal vez despierte en mi cama, como hoy en

la mañana. Sí, esto es un sueño, no hay otra explicación”

 

 

Cuando abrí los ojos el paisaje parecía menos alentador, aun si cabía esa

posibilidad. Seguía encontrándome en el comedor de mi casa, pero no

estaba solo. Un ser extraño me observaba, me gustaría decir que

seriamente pero sus rostro impávido era inexpresivo, estaba cubierto

por vendas harapientas de color rojo, mal colocada, y las únicas

partes de su cuerpo a la vista eran negras y granuladas, lo que daba

un sensación de asperosidad. Tenía las extremidades largas y su

cabeza, igualmente cubierta por esas vendas, que me parecieron

húmedas, casi putrefactas, le cubrían el rostro por completo salvo

sus ojos: dos bolas brillantes color escarlata que titilaban como

estrellas perdidas en el firmante que eran sus cavidades oculares.

 

 

No me sorprendí, creo que había llegado a un punto en que mi cuerpo no

podía asimilar más sorpresas y tan solo se paralizó, se ancló a

aquel sillón. Sentía miedo pero mi mente parecía más concentrada

en aquel sujeto que en la situación en si.

 

 

– Tienes que despertar

 

 

Esa voz. Una voz extraña invadió mi mente, no sabía por qué, pero lo

sabía, esa voz era de aquel ser, una voz que no demostraba ningún

sentimiento ni expresión, una voz tan vacua, tan monótona…

 

 

Era la combinación de varias voces sonando a la vez, de mujeres, hombres

y niños,

 

 

El ser levantó su mano extendiendo sus dedos largos de uñas negras

como si sostuviera una cosa invisible. Luego de unos segundos una

especia de neblina negra empezó acumularse en su palma, las

partículas chocaban entre sí formando pequeñas explosiones

nebulosas hasta que, con un pequeño resplandor opaco, casi nimio, se

trasformó en un objeto:

 

 

Una daga

 

 

una pequeña daga totalmente negra, desde su hoja a su empañadura

 

 

–Tienes que despertar

 

 

¿Despertar? eso me gustaría, pero...

 

 

No pude pronunciar palabra, tan solo me dediqué a observar los

movimientos de aquel ser, pestañeando lentamente para no perderme

ninguna acción

 

 

Aun así parecía que mis parpados no eran tan rápidos como pensaba

porque en menos de un segundo la daga que sostenía en su mano

desapareció sin que pudiera notarlo, o más bien diría que se

trasporto a la miá, observé aquella hoja fría y negra entre mis

dedos y aunque hice un intento por dejarla caer, parecía pegada a

mí, como con un pegamento muy potente

 

 

–Tienes que despertar

 

 

Una nueva sensación empezaba a mezclarse en mi cuerpo: furia. No

entendía lo que quería decir, estaba confuso por la situación y la

voz extraña hacía que en mi interior una pizca de enojo tonto se

apoderada de mi cuerpo

 

 

¿Cómo voy a despertar? ¿Qué diablos es esto?

 

 

–Pero antes de eso, tienes que hacer algo por mí….

 

 

Muérete

 

 

Escuchado estas palabras solo cerré mis ojos con fuerza una vez más, lo hice

con tantas fuerzas que creí saldrían disparados hacia dentro como

bolas de billar, sentí un fuerte dolor en el pecho cuando aquel nudo

se apretó intensamente unos segundos y luego desapareció.

 

 

Cuando abrí los ojos me encontraba parado frente a la puerta de mi

apartamento.

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