ℂapitulo 4.

En ese momento me sonroje y lo aparte de mi. Después el me miró y me agarró de la mano y me llevo adentro, cuando llegamos a la recepción, el se puso a hablar con el oficial que estaba allí.

—Siéntate allí — me señaló una silla — donde esta esa silla, ahora vengo para llevarte a donde esta el comisario — termino de decir con voz sería.

—Oficial López — le dije y el me miró — ¿puedo llamar a mis padres? — le pregunté.

Me miró confuso y se quedó pensativo durante un momento.

—Es mejor que solo llames a tu madre — dijo mientras me miraba fijamente — ya que las madres son más comprensivas — se encogió de hombros y desvío la mirada — yo me voy, ahora regreso — agregó por último.

Asentí y saqué mi teléfono. Emma no me ha respondido mi mensaje.

—No importa, llamar a mamá es lo más importante — me aseguro mi pensamiento.

(Llamando)

Respondió rápidamente a mi llamada.

—¿Dime pequeña que pasó? — dijo mamá a través de la línea, su voz se escuchaba preocupada.

Escuchar la voz de mamá me tranquilizó un poco. Y sin quererlo mis lágrimas empezaron a brotar.

—¿Nina estás bien? — preguntó mamá más preocupada, de seguro me escuchó llorando.

—Mamá puedes venir rápidamente a la estación policial — dije sollozando.

—Vale, ya voy para allá solo déjame llamar a tu papá — dijo rápidamente.

—¿Mamá puedes venir tú sola por favor no quiero preocupar a papá? — le pregunté.

—Vale ya voy para allá — dijo — llegaré en un momento — terminó de decir.

(Colgué la llamada)

Me senté en la silla a esperar, aún seguía  llorando. De pronto Álvaro apareció en frente de mi y me vio llorando, él era demasiado alto así que se agachó para poder estar a mi altura, me pasó su mano por mi cara suavemente secándome las lágrimas.

—No llores no te pasó nada malo gracias a Dios — me aseguró — no siempre se puede estar llorando por todo, hay que aprender a ser fuertes — dijo con un tono regañón.

Parece que me dijo eso para que me calmara, pero eso no pasó en absoluto, este chico que estaba parado delante de mí era demasiado realista.

—Gracias por el consejo — dije fingiendo una pequeña sonrisa — pero no crees que es algo muy duro para mi — y luego esa sonrisa se desvaneció.

En ese momento él se empezó a reír, su risa me traía mucha paz era como el calmante que necesitaba en ese momento.

De pronto entra mamá por la puerta de la estación gritando mi nombre.

—Nina, Nina — no paraba de gritarlo.

—Mamá estoy aquí — me levanté de la silla.

Vino a mi y me dió un fuerte abrazo.

Eso me hizo sentir mejor.

Pero ese agradable momento fue destruido por Álvaro.

—Señoras necesitamos ir a la oficina del Comisario — comunicó el seriamente.

—¿Joven quién es usted? — mamá le preguntó — porque cuando entre por la puerta estaba junto a mi hija — levantó una ceja.

—Señora Martínez soy el oficial Álvaro López — se presentó el formalmente — cuando estemos en la oficina del Señor Comisario sabrá más de mi — sonrió él.

—Okey, Señor López — sonrió mamá muy feliz.

—Es que engaño a mamá con esa sonrisa — pensé asustada.

Seguimos caminando hacía la oficina, entramos en ella. Allí nos esperaba el Comisario.

—Sentaós por favor, no os quedéis paradas ahí — dijo el Comisario muy sonriente.

Mamá y yo tomamos asiento y él oficial se quedó se pie, en forma de respeto.

—Comisario como ya usted sabe yo traje a está chica aquí para que declarará en contra de ese ladrón que yo mandé para aquí, el que está entre rejas — explicó Álvaro, con un buen tono de respeto hacia su superior.

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