Abrí mis ojos de forma lenta, y cuando los tenía bien abiertos me percate de que jodidamente no veía nada, toque mi cara con ambas manos como si mi rostro me diera las respuestas del universo, y al menos resolvió una de mis preguntas. No tenía lentes. Me habían quitado los lentes. Solo veía los colores pero borrosos, colores borrosos. Me levante y entonces sentí la mano de alguien que me ayudaba a levantarme. Estaba toqueteando todo a mi alrededor tratando de encontrar mis lentes. No sabía con quién estaba o tal vez no recordaba.
—¿Estás bien? —esa voz. Creo que es la de mi hermano. Estaba en mi casa, genial. Empecé a tocar todo a mi alrededor tratando de encontrar mis lentes.
—Steve. Steve. ¿Dónde carajo escondiste mis lentes? Te he dicho millones de veces que con mis lentes no se juega. Steve Miller, sino me entregas mis lentes a la de ya. Me la vas a pagar, no te haré de comer en un año —toque todo. No sé cómo pero me puse de pie —con ayuda de Steve—. No dure mucho de pie, sin mis lentes de alguna manera yo me volvía una inútil, y el suelo estaba frío para mi trasero, pero hay cosas peores. Vi los colores de la ropa de mi hermano, se acercó a mí y tomó mis manos.
Enseguida aleje mis manos de él y comencé a pasarlas por sus brazos hasta llegar a su cara, como si fuera una total ciega aunque prácticamente me faltaba poco para estarlo.
—Steve, dame mis lentes por favor —mis ojos se llenaron de lágrimas, esos lentes eran importantes, eran de mi madre, antes de que muriera—. Por favor Steve. Odio que juegues conmigo de esa manera. Sabes lo que significan esos lentes para mí. Steve —chille desesperada, una lágrimas se me salió por culpa de la frustración, voy a matar a mi hermano.
—Toma, aquí están —me los entregó en la mano, esos eran mis lentes. A pesar de mi ceguera reconocería mis lentes en cualquier parte del mundo. Steve me ayudó a levantarme. Mi cabello cubría todo mi rostro, así que lo acomode y me puse mis lentes, limpie mis lágrimas sintiéndome patética. Antes de que viera por completo a Steve lo golpee en el hombro, no quería que se burlará más de mí.
—Te he dicho millones de veces que no hagas eso —mire a mi supuesto hermano que mágicamente y realmente era Darren.
—Vaya. Cuando no te trabas al hablar creo que es mejor. Te ves y te escuchas mejor. Hasta diría que me gusta tu voz —mi respiración se cortó y mi sangre dejo de circular, había manoseado el cuerpo de Darren, en otro momento o en otra vida le hubiera dicho "tienes un cuerpo sabrozongo". Pero ahora no era momento para comentarios lujuriosos.
Había manoseado la cara de Darren, había golpeado a Darren, le había gritado y maltratado.
—Pero ¿por qué son tan importantes para ti esos lentes? ¿Lloras por unos viejos lentes?
La presión volvía, mi pequeño cuerpo perdía la estabilidad y el equilibrio. Me desmaye. Tengo serios problemas.
Cuando abrí los ojos, estaba confundida por lo que había pasado, me sentía muy mal, ahora si tenía mis lentes y vi la cara de Darren muy cercas de mí. Volví a perder la conciencia. Odio eso de mí.
No sé cuanto tiempo paso desde mi último desmayo. Solo sé que cuando abrí los ojos. Ya no estaba en la enfermería, ni mucho menos en mi casa. Estaba en un lugar diferente.
Era una habitación muy grande y espaciosa. Era mucho más grande que mi casa entera, era el triple de mi casita. Me senté y mire a mi alrededor. La tela era de seda. Muebles importados -muy valiosos-, los ventanales formaban una pared y había un balcón. Siempre me habían gustado los balcones. Camine con cuidado y en silencio. Habían alfombras persa. Dios mío, esta es una casa de ricos. Enfrente de la cama había una sala, una mesita, una televisión, habían muchos muebles. Llegue al balcón, abrí las dos puertas y el aire fresco golpeó mi cara. Era increíble. Mire más detallado y esto era como un palacio. ¿Estaba en un castillo? Había un jardín muy grande y largo. Una de las plantas se había enredado con la pared. Llegaba hasta el balcón dónde yo estaba. Me acerque a los barrotes y vi a unos guardias revisando el lugar. Sonreí jamás había sentido algo como esto. El aire golpeando mi rostro. Me sentía como en una novela. Que emoción.
No sé por qué pero esto me recordó a Romeo y Julieta, la historia de William Shakespeare. Mire a mi alrededor para asegurarme de que no había nadie. Voltee a ver por debajo del balcón.
—Oh Romeo. Romeo ¿dónde estas que no te veo? —tal vez era patético pero siempre quise hacer eso, y como no me gusta actuar frente de tanta gente jamás participe en la obra de Romeo y Julieta. Por eso tenía que aprovechar mi momento. Escuche unas risas detrás de mí, me voltee asustada, y eran unas mucamas. Mis mejillas ardían con exageración. Pero que patética Alisson. Me reñí en mi mente.
—¿Necesita algo señorita?-me dijo la que estaba en medio. Eran tres iban por tamaños.
—¿Eh? —ahhhh que vergüenza. De una vez me mato.
—Si quiere, la podemos dejar para que continúe —dijo la más alta, la del medio la golpeó y no pude evitar reírme.
—Lamento... que... que hayan... visto eso —hasta con ellas me ponía nerviosa, cómo no iba a pasar, me vieron haciendo la cosa más vergonzosa que he hecho en toda mi vida. Las tres se me acercaron demasiado y me hice hacía atrás aunque ya no había a dónde ir, luego de esto se alejaron.
—Entonces. El joven Darren tenía razón. Usted es muy tímida. Tartamudea, se sonroja con exageración, y es muy extraña. Nos prohibió acercarnos a usted, tenemos un rango de 2 metros de distancia, sin abusar de su espacio personal.
Había dicho eso de mí, vaya pero que critico salió el joven. Había hablado de mí. Espera.
—¿Esta es la casa de Darren?
-Así es, el joven la trajo aquí, desmayada. Dijo que cuando se despertara la lleváramos a su despacho.
Darren me trajo aquí, me tocó *-* , okey eso ya era raro de mi parte.
Me hicieron una señal para seguirlas y eso hice.
Llegamos a un despacho muy grande. Darren estaba mirando una fotografía de alguien. Toque la puerta antes de entrar. Parecía que lo desperté de sus pensamientos. Me hizo una señal para que entrara y eso hice. Camine lento y las mucamas, me empujaron hasta llegar enfrente de su escritorio. Las tres se fueron corriendo como si huyeran de mí o de él, imagino que de él, entre los dos la persona que más miedo daba era él. Me puse tensa.
—Cre... creo... creo que mejor me... voy —me iba a dar la vuelta cuando volvió a aclarar su garganta. Lo mire como en suplica, ¿qué más quería de mí?
—Te quedas. Tendremos una comida. En unas horas. Tus mucamas te mostraran los vestidos que elegí para ti. Después de todos esos elegirías el que más te guste.
Negué cabizbaja, no sería capaz de permanecer más tiempo con él, debería estar loca si aceptaba fácilmente su declaración de haberme ganado.
—Tengo... tengo... que cuidar a mi hermano... gracias por lo que hizo... con su permiso me retiro.
—Entonces no tienes mi permiso para retirarte -mierda—. Tu hermano esta bien, mande a unas mucamas para que lo cuidaran —antes de que continuará sonó su celular. Amaba ese celular siempre me salvaba, aunque la ultima vez, no fue casi una salvación—. ¿Ahora que Connor? ¿Qué? Se canceló. Sabes por lo que tuve que pasar para que mi pareja fuera —sí, me secuestro, no fue nada fácil—. Aunque no quiera ir tendrá que hacerlo. Dentro de dos semanas, para cuando vuelva tu padre. Esta bien. Sí —colgó—. Se cancelo la comida, pero Connor, Ethan y Derek vendrán a la casa, así que cambia tu ropa. Quiero que te conozcan.
¿Que? ¿Quién se cree este para darme ordenes? Aunque no puedo decir nada, ah pero en mi mente soy bien macha.
—Sí —murmuré, (jajaja que valiente soy en mi mente).
Me encerraron en el cuarto. Ahhhhh. Voy a morir. ¿Cómo es posible que me tenga que pasar esto a mí? Yo no he hecho nada malo, solo digo malas palabras pero ¿tan malas son que me castigan de esta manera? Salí al balcón. Soy un corderito que se perdió, y ahora el Pastor juega conmigo. Debo de dejar de usar esa metáfora de corderitos.
Unos minutos después llegaron tres autos. Un Ferrari superdeportivo un LaFerrari negro, que hermoso auto. Después de ese sorpredenten auto llego otro por detrás un Nissan GTR blanco, Dioses lo ricos si que les gusta presumir. Luego un Chevrolet Camaro ZL1 rojo. Estos llegaron en una fila. Dieron la vuelta y desaparecieron. Ya llegaron, tenía que escapar. Tocaron a mi puerta.
—Señorita Miller, el señorito Darren la espera. Los invitados han llegado.
Darren y yo, (ya quisiera, esa no es la situación por la que nos encontramos juntos). Siempre lo había soñado, pero no de esta manera. Yo lo soñé, pero nunca pensé que fuera a pasar. Los sueños no pueden suceder en la vida real, esta prohibido (para mí).
—¿Señorita? —volvieron a tocar. No tenia de otra.
Mire mi única salida, peligrosa y arriesgada, sí, pero no hay otro modo -claro que lo hay pero ni de loca lo haré-, es momento de hacerle de espía.
Entraron y corrieron al balcón al ver mi plan, en lo que yo bajaba gracias a esa planta, ellas trataban de hacer algo, aunque entraron en pánico y solo se movían desesperadas de un lado a otro.
—Señorita.
Lo sentía, por dejarlas morir solas, sabía que las castigarían pero no podía durar mucho. Al sentir el suelo bajo mis Converse me sentí mejor.
Salí corriendo de ahí como pude. Lo siento en serio.
Darren
—Entren —les di paso a Connor, Ethan y Derek, mis mejores amigos desde el preescolar.
—Hola —dijeron todos al unísono, como si siempre fuera lo mismo -y siempre lo es-, saludamos como siempre un abrazo y golpes en la espalda, dando una grata bienvenida al invitado -así se hace en mi familia-.
—¿Por qué siento que tu casa esta rara? Más rara de lo normal —dijo Connor, mirando a un punto fijo, voltee a mi alrededor y era cierto. Las mucamas y los guardias corrían de un lado a otro eso era raro. Siempre estaba en silencio y sin mucho movimiento o alboroto.
—No lo sé. Investigaré, por el momento vayan a la sala —me hicieron caso, sin darle importancia al alboroto, pero Connor sospechaba algo, lo note en su mirada.
—Otra partida de billar.
—Te voy a ganar —Derek y Ethan se rieron, iniciando con sus apuestas.
Me acerque a una mucama que iba corriendo, pero la detuve.
—¿Qué pasa? —se puso nerviosa, lo pude notar, se tensó. Se acercó un guardia sin prestar atención en mí, como si yo no existiera por ese instante.
—No la encontramos —me miró y también se puso tenso.
—¿A quién? —lo mire serio y autoritario.
—La señorita Alisson, escapó —arquee mis cejas sin poder creerlo.
—¿Qué? ¿Cómo pueden perder a esa chica? —no pude evitar mostrar furia en mi voz.
—La planta que estaba creciendo en la pared que esta a lado de su balcón, lo utilizó como escalera.
Increíble.
—Encuentren a la chica, no debió ir muy lejos. Si no la encuentran alguno de ustedes la pagaran muy caro.
—Sí, joven —dijeron los dos en coro y se fuero corriendo.
Esta chica en serio es divertida. Sonreí. Creo que al fin voy a dejar la monotonía a un lado, no pude evitar reírme entre dientes. Camine hacia la sala de billar donde me esperaban mis amigos. No lo iban a encontrar, de eso estaba seguro.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 107 Episodes
Comments