La oscuridad inundaba el cuarto de Triana Jensen esa noche; algo difícil de conseguir en Rowdle City aquellos días, pues se había convertido en una ciudad plagada de luces de Halloween en todas las casas, a excepción de la suya.
Los sonidos de los niños y adolescentes que correteaban por las aceras con sus disfraces, yendo de puerta en puerta escupiendo la misma frase: "¿Truco o trato?". Organizados en pandillas, los más afortunados acompañados de sus novias o candidatas a serlo.
La insoportable música de los vecinos de Triana subida a todo volumen, nadie se quejaba ¿Quién iba a hacerlo? Era Halloween, sólo una persona amargada y cansada de existir se atrevería a perturbar la diversión en aquella sombría celebración.
— ¡Bajad la jodida música!
Triana Jensen había huido de su guarida en contra de seres humanos, la cual a pesar de impedir la penetración de la luz por las ventanas, no estaba insonorizada.
Con su pijama negro que consistía en un pantalón holgado y una camiseta sin mangas; su cabello afro que le llegaba a los hombros, totalmente alborota y unas pantuflas grises con las palabras: "That's Sheet" en cada pie. Triana se plantó en la casa de la joven pareja dueña de la horrible música y dió unos toques que se podrían considerar puñetazos en la puerta.
No hubo respuesta.
Fue hasta que un trio de niños de unos nueve años vestidos de los tres mosqueteros tocó el timbre que la pareja abrió.
Triana, que todo este tiempo se mantuvo al margen mientras los mocosos realizaban el "proceso de diabetes" como lo llamaba ella, aprovechó que éstos se habían ido y la pareja seguía en la puerta para quejarse.
— ¿Sabéis qué hora es? Algunas personas necesitamos dormir. —Dijo con los brazos cruzados, mirando a la pareja disfrazada de Tom y Jerry.
Clamsey, el marido, sonrió acercando el bol lleno de chuches a Triana.
— Toma, coge uno. O dos, te hará bien.
— No le hagas caso. —Se disculpó la esposa apartando el bol y haciendo a su marido un ademán para que éste se metiera en casa. Así lo hizo.
— Bajad la música. —Dijo otra vez Triana.
Su mirada indiferente fija sobre Rachel, la esposa.
— Mira TJ. —Suspiró ésta reduciendo la distancia entre las dos. — No es nuestro problema que tú tengas una vida de mierda, así que deja de hacer como que nuestra música es la razón de tus males. Sí tanto quieres dejar de escuchar ésto entonces ve a perforar tus oídos.
— ¿Has acabado?
— Sí, y por si no te importa, —Rachel retrocedió en dirección a la puerta. — me voy a disfrutar de mi precioso Halloween con mi precioso marido.
Diciendo ésto cerró la puerta delante de las narices de Triana.
— ¡Putos jipis de mierda! —Gritó la amargada del año mientras se marchaba a su casa.
En la puerta encontró a dos adolescentes de unos trece o catorce años tocando el timbre. Les vio como ilusos pues su madre no estaba en casa y ella no celebraba mierdas.
— ¿Qué queréis?
Abrió la puerta y se paró en el marco de la misma mirando con desdén a los para ella niños, aunque sólo era tres años mayor que ellos.
La chica iba vestida de Star, de la serie Star VS las fuerzas del mal. El chico por su lado tenía un disfraz de Jeff The Killer.
— ¿Truco o trato? —Se atrevió a decir la chica.
Triana soltó una risa sarcástica.
— ¿Me ves con cara de ir por la vida repartiendo caramelos? Si quieres arruinar tus malditos dientes hazlo sola: ve a una tienda y compra.
— Tampoco te pases. —Dijo el chico al ver a su acompañante avergonzada. — Tan sólo es darnos unos caramelos y ya.
— Y tú niño —Continuó Triana ignorando al pobre Jeff. — ¿Qué clase de primera cita es ésta? ¿Te crees que ella querrá besarte con esa cara de pan que llevas? Haberla llevado a un cine, so cutre.
— ¿Pero qué pasa contigo?
El chico frunció el ceño visiblemente molesto.
— Ignórala. —Pidió la chica sujetando su brazo. — Con esa actitud seguro que no tiene amigos.
— No los necesito.
— Porque no tienes. —Atacó el chico dándole la espalda con Star sujetando su brazo.
— Oye idiota...
— ¡Cállate! —Gritó la chica acelerando el paso.
— ¡Necesitas un buen polvo para dejar de estar tan amargada! —Dijo Jeff riendo con la chica.
— ¿Y tú qué sabes de sexo niñato?
— ¡Pues más que tú, seguramente eres virgen!
— ¡Eso! —Continuó Star. — ¡Ni novio tienes!
Antes de que Triana pudiera responder a sus insultos sin pruebas los chicos se perdieron de vista.
— Putos niñatos...
Dió un par de patadas en el suelo antes de entrar a su casa y cerrar con un portazo.
Esa noche Triana no pudo dormir.
Para ella fue el peor Halloween de toda la historia de su existencia.
Pero para los demás fue el mejor.
Clamsey y Rachel, que apesar de rondar entre los 28-30 años, tenían un matrimonio con una vida sexual un poco abandonada. Pero esa noche antes de irse a dormir, Clamsey le comentó a su esposa lo valiente que era ella; hacía tiempo (desde el instituto) que Rachel no le plantaba cara a nadie y aunque Triana sólo fuese una adolescente con complejo de vieja cansada de la vida, poca gente se atrevía a decir qué opinaba de ella.
Y Rachel lo había hecho, en su cara y sin tapujos.
Clamsey se tomó su tiempo para recordar lo mucho que a él le gustaba ver a su esposa siendo tan valiente...
Después de casi tres meses sin si quiera darse un beso con lengua, hicieron el amor.
Y todo gracias a Triana.
Por otro lado, Jeff y Star continuaron pidiendo caramelos un par de manzanas más. Hasta que Jeff se confesó y por suerte para él, ella compartía los mismos sentimientos.
De no ser por la mención que hizo Triana de una cita, tal vez Star no habría bromeado con Jeff luego diciendo que estaría bien que fuese una cita de verdad. No habría pasado.
Tal vez para ella fue un fiasco, pero para otros se convirtió en lo mejor que les podría haber pasado en meses.
Así que se podría decir que inconscientemente TJ les deseó un Feliz Halloween.