Me casé muy joven con apenas veinte años, casi sin experiencia con un chico al que conocí en la universidad. Todo fue muy rápido, fue un amor intenso. Él era el más guapo de mi clase y su amigo aunque no tan agraciado no se quedaba atrás. Nos conocimos una tarde de septiembre, justo antes de entrar a clase y fue grata la sorpresa al ver que coincidíamos en la misma clase.
Desde ese día fuimos muy cercanos, casi inseparables. Luego de un mes éramos novios, y luego de dos salí embarazada. Él me pidió matrimonio, nos casamos enseguida. Luego de unos meses no podían seguirle el ritmo, mi barriga crecía en desmedida y no podía salir de fiestas. Incluso debía pedir una licencia en la universidad, ya que me era imposible terminar ese año a su lado.
Su familia era muy rica, así que lujos no me faltaban. Compraron un apartamento para nosotros y lo habilitaron con todo lo indispensable y lo no indispensable. Cada antojo mío era satisfecho. En ese sentido no tenía problemas, pero, por otro lado, él se alejaba cada vez más. Seguía con su vida de fiesta en fiesta. Mandaba a su amigo a ayudarme, para despistar y hacerme compañía.
En un inicio me dolía mucho que pasara de mí. Que me viera como están n útero con patas. Como el medio en el cual tener a su hijo. Una incubadora andante. Su amigo se mantuvo fiel a él y lo encomendado. Me hacía reír, complacía mis gustos, pero lo más importante era que me daba importancia. Me escuchaba.
El día del nacimiento de nuestro hijo él no fue, envío a su amigo. Él estaba en un viaje de placer y no pudo asistir. Pidió fotos del bebé y subió a Facebook, haciendo alarde de su primogénito, al cual no había visto en persona por estar con una rubia en un yate. Su amigo estuvo a mi lado, preparó la casa para recibirnos, incluso cocino.
También se mudó a nuestra casa con su autorización. Ya la universidad había acabado y él había sido contratado por mi marido para esas funciones, recibiendo un sustancioso salario. Él era niñera, mayordomo, guardaespaldas, cocinero, todo en uno. Mi marido un fantasma si cuál veía una vez al mes para la paga. No me quejaba de alguna forma me concentré en mi hijo.
Luego de un año, retomé los estudios. Solo debía un semestre y con la ayuda del amigo pude sacarlo sin dificultad. Bastó otro mes para que su amigo y yo tuviéramos sexo. Fue así casual, sin pensarlo demasiado. Ya de eso hace cinco años y aún continuemos haciéndolo, a espaldas de mi marido, claro está.
Ninguno de los dos quiere perder los beneficios que nos da. Al final creo que lo sabe y su intención siempre fue esa. Mantenerme ocupada con el mientras el sigue si vida como si nada hubiera pasado. Unas veces al mes nos visita, ve a su hijo y luego se va. Nosotros en su ausencia seguimos en nuestro nido de amor.
