En una ocasión nació un canguro que no era como los demás. Aparentaba serlo, sin embargo, este canguro tan solo podía saltar hacia atrás. Aquella extraña cualidad le convirtió rápidamente en un bicho raro para todos los de su especie, y no repararon en burlas y risas a la hora de dirigirse a él y a su forma de saltar.
Aquel canguro, además de saltar hacia atrás, era un animalito extremadamente sensible, y no podía sino lamentarse y llorar compadecido de sí mismo, como consecuencia de los desplantes del resto de los canguros.
Un día, una jirafa que acostumbraba a escuchar sus lamentos se acercó a hablar con él:
No se consigue nada llorando, ¿sabes pequeño? Si yo no me hubiera acostumbrado en la vida a encorvar mi largo cuello, hubiese muerto muy pronto de hambre. ¿Por qué no intentas saltar hacia adelante?- Manifestó la jirafa.
El canguro se tomó muy en serio aquellos consejos y pocos minutos después comenzó a practicar su salto del revés, o lo que era lo mismo, al derecho de todos los canguros. Poco a poco, y con muchísimo esfuerzo, el canguro fue obteniendo resultados y con el tiempo consiguió lo que se había propuesto gracias a los consejos de la jirafa. ¡Había aprendido a saltar hacia adelante como todos los canguros del mundo!
Aquel día, y tras mostrar su gran esfuerzo al resto de sus parientes, el pequeño canguro comprendió que no era un bicho raro, sino el animal más increíble de toda su especie, porque solo él sabía saltar hacia adelante y hacia atrás también.