Melisa, después de enterarse de la infidelidad de su esposo, lloraba y caminaba por su casa como alma en pena. Observó una fotografía de su boda, en ese instante entendió muchas cosas, fue al espejo y miro su reflejo, no quedaba en ella nada de esa mujer sexy y atrevida de la foto. Ella había dejado de teñirse su cabello y de cortarlo, también su forma de vestir era muy recatada y de colores serios, esto debido a que su esposo era muy celoso, decía que ella llamaba mucho la atención.
Ella por amor se había convertido en una mujer gris, muy elegante y arreglada pero aparentaba 40 años cuando solo tenía 26 años. Ella amaba perdidamente a su esposo y presentía que esa zorra secretaria no tendría oportunidad de competir con la Melisa de la foto. Ella debía recuperar su identidad.
Ella debía comprobar si esa infidelidad era solo una aventura pasajera o si ya otra mujer había ocupado el corazón de su esposo, pero ella no se rendiría sin luchar.
Ya era tarde, debía esperar al día siguiente para poner en marcha su plan. Ella tenía claro que él había pecado y que aunque lo amara, él debía pagar por eso.
Durante la cena, estuvo muy callada, cuando terminó, ella llevo al niño a dormir, mientras que su esposo se fue al despacho a revisar unos papeles. Ella busco en su closet, un hermoso conjunto de lencería muy sexy y se lo puso, usó un poco de perfume y le roció un poco a la almohada de su esposo, cuando escuchó que su esposo venía por el pasillo, se hizo la dormida, él entró al baño, se duchó y se acostó.
Él se sentía incómodo, daba vueltas de un lado hacia el otro. Ella sintió que le acarició un mechón de cabello, pero con mucha suavidad. Ellos habían acordado que ella por ahora no solicitaría el divorcio, pero él no podía tocarla y hablarían solo lo necesario. Él estaba perdido con ese aroma, no lograba dormir, de repente ella se gira y se quita la sabana, dejando ver el sensual atuendo que no dejaba mucho a la imaginación. Él se perdía en sus largas piernas y su abdomen que estaba totalmente expuesto y sentía que su hombría se despertaba. Él trató de colocarle de nuevo la sabana encima, pero ella dormida se desarropaba, El pensó:
“Por Dios, ¿que estará soñando esta mujer?, nunca había estado tan inquieta”. Él no lograba dormir quería poseerla, pero todo ese hermoso cuerpo estaba prohibido para él. Ella volvió a girarse y quedó frente a él.
Él moría por besarla, se acercó y le robó un beso. No sabía si esa emoción de ser descubierto, esa adrenalina era lo que lo mantenía despierto. Él amaba a su esposa y siempre le había cumplido como hombre, pero esa sensación por la que estaba pasando, hace años que no la sentía.
Cuando amaneció, él estaba desvelado y no podía quedarse en la cama, se levantó, se duchó y se fue a la oficina. Apenas, él salió, ella se levantó, llevó la mano a sus labios y sonrío al darse cuenta que lo tenía en sus manos. Entonces, se vistió, desayunó con su hijo y lo llevó a la escuela, pero le tenía una sorpresa al niño.
—Mamá, en serio me llevarás en el auto nuevo de papá, él me dijo que no lo tocara.
—No te preocupes amor, todo lo de tu padre es mío.
Pero el niño no era el único preocupado, el chofer cuando la señora le pidió la llave del lamborghini nuevo del señor casi se desmaya, ese auto tenía dos días que había sido importado del extranjero y el señor aun no lo estrenaba.
Ella dejó al niño en la escuela, luego fue directo al salón de belleza, le explicó a la estilista que deseaba aclararse un poco el cabello y cortarlo a la altura de los hombros, luego fue a las tiendas y compró ropa sexy, juvenil con estampados y colores llamativos, blusas con descotes, faldas cortas, y un hermoso vestido de noche. Aprovechó de cambiarse en la tienda y se colocó un nuevo atuendo, uno muy sensual, miró el reloj, ya era casi mediodía. Llamó a la niñera para que fuera por el niño a la escuela, y según la rutina de su esposo él hoy almorzaría en la oficina, así se subió en el auto y fue hasta allá para almorzar con él.
Cuando llegó, estacionó el auto en su puesto, como socia tenía uno asignado, fue al elevador y cuando llegó al piso, la secretaria de su marido no estaba en su puesto, eso le dio un mal presentimiento, respiró hondo y abrió las puertas del golpe y entró. Él estaba en una video llamada, pero cuando la observó cerró la laptop sin ni siquiera decir adiós.
—Estas tan hermosa Melisa, por Dios — dijo él tartamudeando. Su hombría se levantó de golpe, Pero en ese momento se abrió la puerta y era su secretaria, quien no reconoció a Melisa que estaba de espalda hacia ella.
—Disculpe señor, traje almuerzo para los dos, cuando se desocupe me avisa —dijo ignorando a la mujer que estaba ahí.
—Deje todo ahí y retírese por favor, —le dijo él.
Pero antes de que ella reaccionara Melisa, volteó rápido y llegó hasta ella, arrancándole las bolsas de las manos.
—Gracias por el almuerzo y ahora pasa por Recursos Humanos, estas despedida, tu cheque debe estar listo, lo mandé a preparar esta mañana. —le dijo mirando a su esposo, quien no emitió palabra alguna.
—Tú no puedes despedirme yo no trabajo para ti, además nosotros estamos conscientes de que fue un error y acordamos de que no volverá a pasar, ¿verdad señor Johnson? —le dijo mirándolo con expresión de súplica.
—Claro que puedo, además ya está hecho y él no puede ayudarte, ¿o sí? —Le preguntó a su esposo.
—No, retírate por favor y no vuelvas a molestarme a mí, ni a mi familia.
—Eres un maldito, me usaste y ahora me botas —le gritó y salió tirando la puerta.
—Uff se molesto, —dijo Melisa con tono de burla —Bueno vamos a almorzar, desocuparon el escritorio y comenzaron a comer.
Él no podía dejar de mirarla, no sabía de dónde había salido esa mujer y que había hecho con su sumisa esposa, pero estaba nervioso, sabía que él también era culpable y que esta mujer estaba tramando llevarlo de excursión al infierno. Él miraba sus labios y deseaba besarla, en eso ella rompió el silencio:
—Mis padres nos invitaron a cenar, como nunca vas, ya te disculpe, iré con el niño de una vez él se quedara 15 días con ellos, porque mañana viajaré a Paris, voy a retomar mi carrera de Diseñadora de Modas y tengo reuniones con unos compañeros que quieren asociarse conmigo.
Él se apuro en tragar, se limpió la boca con la servilleta y le dijo:
—Ire con ustedes a la cena, y si me das un par de días, pondré todo en orden y te acompañaré a Paris.
—No gracias, no es necesario, esto quiero hacerlo sola. Es hora que empiece a valerme por mi misma, sobre todo ahora que sé que nada dura para siempre, ni siquiera nuestro matrimonio. —dijo dejando caer una lágrima por su mejilla.
Golpe bajo, pensó él y se levantó y la abrazó, luego se arrodilló ante ella.
—Amor perdóname, te amo y no puedo vivir sin ti. —él le dio un beso, pero ella giró la cara y se lo dió en la mejilla.
—Será mejor que me vaya.
Él se levantó y le dijo:
—Te acompaño al estacionamiento.
Ella asintió y caminó delante de él. No le permitiría caminar a su lado. Él había perdido ese derecho.
Cuando llegaron al estacionamiento. Él buscó con la mirada el auto de su esposa y se sorprendió cuando vio su majestuoso, hermoso e intocable lamborghini azul.
Él sonrío y negó con la cabeza, la acompañó hasta el auto y le abrió puerta. Ela le dio un beso corto en los labios y sin más acelero y se marchó.
—Dios creo que el divorcio, hubiese sido menos doloroso, he despertado a un mounstro y no soy capaz de negarle, ni reclamarle nada —susurro riéndose, pero por nada del mundo estaba dispuesto a perder a su esposa.
Ya eran las 7.00 pm y él estaba con su hijo en la sala esperando a Melisa, ella bajó las escaleras y él se quedo sorprendido, no creía que se pudiera ver más bella.
Se acercó a las escaleras. La tomó de la mano y le dijo:
—Estas hermosa, vamos
Ella salió primero y de nuevo se subió en puesto del piloto del lamborghini, el niño se subió atrás y él sonrío y se subió al lado de ella. Debía reconocer que ella conducía muy bien, Cuando llegaron no faltaron los comentarios imprudentes.
—¡Melisa estas hermosa! ¡El cambio de look te sentó muy bien!¡Guao Johnson que sorpresa! ¿y ese milagro?
Él no prestó atención, solo sonreía y los saludaba con la mano.
Afortunadamente, Melisa no le había contado a nadie de su infidelidad.
Después de cenar, él la invitó a bailar en el medio del salón. Todos los presentes miraban extrañado a la feliz pareja.
Él estaba embriagado con el olor de su piel, acariciaba su espalda mientras bailaba, pero él quería hacerla suya, no aguantaba más.
Ella se despidió de su familia y de su hijo, cuando llegaron al auto, ella le lanzó la llave y lo dejó conducir, cuando iban a medio camino, ella se sentó en sus piernas y comenzó a besarlo, y a acariciar su cuello.
Cuando llegaron ella subió a su habitación, se cambio rápido y se acostó. Él había ido por una botella de champagne y dos copas, cuando llegó se decepcionó al ver que ella lo dejaría vestido y alborotado, no le quedó mas que ducharse con agua fría y se acostó a su lado, pero él la abrazo, durmieron plácidamente.
Cuando ella despertó, él no estaba.
Había dejado una nota que decía:
“Vengo por ti para llevarte al aeropuerto, Te amo”.
Y así lo hizo, la dejó en el aeropuerto, y salió rápido para su oficina.
Cuando llegó a su oficina, tocaron a su puerta y dijo:
—Adelante —entró la jefa de personal con un joven muy elegante y le dijo:
—Sr. Johnson, le presento a Franco su nuevo secretario.
Él los observo con expresión incrédula y ella sin darle derecho a réplica dijo:
—La señora Melisa personalmente hizo la selección y él fue el indicado por ella para ocupar ese puesto.
Él sonrío y dijo:
—Entonces bienvenido Franco, puedes empezar por suspender todas mis citas de los siguientes 15 días, me voy de luna de miel, mañana mi suegro vendrá a suplantarme, ponte a sus órdenes, adiós.
Salió corriendo de la oficina, hacia el aeropuerto, el jet lo estaba esperando, él planeaba llegar primero que ella, para prepararle una sorpresa a Melisa.
Él había llamado al hotel y mandó a preparar una suite especial para luna de miel, cuando ella pidió su llave le dieron la de la suite, le dijeron que su esposo había solicitado el cambio, ella asintió y subió a la suite.
Cuando entró vio que estaba adornada con globos y pétalos de rosas, un cartel que decía, PERDÓNAME MELISA, TE AMO.
Ella sintió que la abrazaron por detrás, ella le dijo:
—Si te perdono, pero solo esta vez, no hay segundas oportunidades.
Él la besó con pasión y la llevó a la cama, fue desnudándola suavemente y le hizo el amor como nunca, se sentía adicto a ella.
Hicieron el amor toda la noche y disfrutaron de una segunda luna de miel.
A los 15 días ella había firmado una sociedad con sus amigos, y ya viajaron de regreso, se reunieron con su hijo y vivieron felices por siempre.