Guardo los últimos libros que hay sobre mi cama y cierro la caja. Miró mi habitación y ahora solo puedo ver las paredes en blanco, apenas si queda la cama y pronto subirán los chicos de la mudanza a por ella.
Toda mi vida me la llevo guardada en las cajas. No me siento triste, tampoco alegre.
No es como si yo hubiese podido decidir algo sobre este viaje.
Mi madre ya lo ha hecho por las dos, es un buen trabajo y muy bien remunerado. No tengo padre, mi madre se quedo embarazada muy joven y el no quiso hacerse responsable.
No duele lo que nunca has tenido, sería peor haberlo tenido en mi vida y que hubiera desaparecido después, así que supongo que esto es adaptarse a las circunstancias.
He vivido toda mi vida en los Ángeles, supongo que ahora echaré de menos el tráfico y el gentío. Ya que nos mudamos a un pequeño pueblo de Alaska.
Lo peor de todo será el horrible frío por el que tendré que pasar allí, acostumbrada a este clima cálido siento que moriré congelada en ese lugar.
Cojo la última de mis cajas y cierro la puerta de la que hasta hoy ha sido mi habitación.
Bajo las escaleras y dejo la caja en la puerta. El camión de mudanzas saldrá justo delante de nosotras. Nos esperan varios días de viaje, no entiendo por qué mamá no compro pasajes de avión y prefirió que hiciésemos un viaje tan largo en coche.
Me siento en el coche y veo como los edificios y los coches poco a poco comienzan a desaparecer.
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El Rey, Mi Alfa Comentarios