CAZADORA DE MITOS
CAZADORA DE MITOS
CAPÍTULO 1
Padres Malditos
Esta historia comienza en el siglo XIX, donde un espíritu maligno se enamora de una joven muy hermosa, la joven a pesar de poseer una belleza inmensurable, es una holgazana, se pasa el día durmiendo y dependiendo totalmente de sus padres, por eso en el pueblo la llamaron Keraná (Dormilona)
Tau, es como le llamaron al espíritu maligno que se enamora de la joven Keraná, y para conquistarla se convirtió en un apuesto joven, con su nueva apariencia, Taú visitó Keraná durante siete días consecutivos, el último día, intenta apoderarse de la joven, por lo que Angatupyry el espíritu del bien, se ve obligado a intervenir para detenerlo, por eso, inició una guerra de siete días con Taú, al final, Taú con ayuda de Kerana que ya estaba profundamente enamorada de Taú, derrotan a Angatupyry con artimañas.
Taú, viéndose victorioso, tomó a la joven Keraná, esto utilizó una profunda tristeza y resentimiento en el pequeño pueblo, que pensaron que la joven Kerana había sido secuestrada y violada y exigían un castigo ejemplar al estuprador, Tupã (DIOS) viendo todo lo que pasó lanzo una terrible maldición a Taú y Kerana.
Como castigo a las acciones de Taú y Kerana, Tupã condena a la pareja a parir monstruos. Así nacen los siete monstruos de la mitología guaraní: Tejú Jagua, Mbói Tu'i, Moñai, Jasy Jateré, Kurupí, Ao Ao y finalmente Luisón, todos ellos nacidos de forma prematura (a los siete meses).
Los padres de Kerana lloraban amargamente por la única por su hija, Angatupyry, el espíritu del bien, viendo el sufrimiento de los padres de Kerana, pidió a Tupã que se apiade de ellos, Tupã se apiadó de los padres de Kerana, y Kerana tuvo un octavo bebé, a dos meses de parir los engendros malditos, así es, la octava hija de Kerana, que no fue maldito, al contario fue bendecida por Tupã.
Al parir el octavo hijo, Kerana sabe que no sobreviviría con ellos, sus hermanos lo matarían o su propio padre terminaría con la vida de su hija, a escondida entrega a su bebe a Angatupyry, y le pide que oculte que tuvo un octavo bebé, que le entreguen a sus padres y que se encuentren lo más lejos posible del pueblo, su hija sería la salvación de la terrible maldición que provocaron ella y Taú, el castigo a las siete penas que marcan a la humanidad: el miedo, el dolor, el llanto, el hambre, la sed, la enfermedad y la muerte, que residen en cada uno de sus hijos, la octava hija cargará con el peso de matar a sus hermanos, a su padre y hasta a su propia madre, por eso Keraná pide Angatupyry que nunca le diga a nadie que tuvo un octavo hijo y que la niña nunca sepa quien es su verdadera madre, llorando Kerana se alejó de Angatupyry y pidiéndole perdón por lo que le había hecho en la batalla con Taú y que llamará a su hija Porãsy (Madre de toda belleza).
Angatupyry en forma humana entrega a la niña sus abuelos y que se marchen lo más lejos posible, que él buscará a la niña cuando cumpla 10 años para entrenarla, será ahí que despertara su verdadera esencia.
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