Mañana de Domingo

...Salvador...

La mañana del domingo llegó. Desperté con un aroma dulce en mis fosas nasales, y unos rizos enredados en mi cuello, pero es la sensación más cálida que he sentido en mi vida. Moví mi mano, algo cálido y suave se siente al tacto, cuando abro los ojos mi mano está entre las telas rojas de la mujer, tomando uno de sus pechos, ¿Cómo demonios termine haciendo esto? ¡¡ Qué vergüenza!!

Deslizo mis dedos con suavidad rezando que ella no despierte y vea semejante atrevimiento, pero una mano detiene mi movimiento y ella me ve con los verdes profundos.

— Te juro que fue totalmente involuntario yo ... ¡Ángela Perdóname! ¡Yo no soy así! — ella levanta su mano, y yo cierro mis ojos esperando una terrible bofetada. Para mi sorpresa unos cálidos dedos de seda me acarician la mejilla y siento una humedad caliente sobre mis labios, mullidos y dulces como caramelo, ella me besa calmadamente haciendo mis entrañas enloquecer. Mi corazón palpita sin razón como loco, su lengua se abrió paso y ella profundizó el beso, cuando tomé conciencia al fin, su pequeño cuerpo estaba sobre mí con una sonrisa ladina.

— Incluso inconciente sábes como tocar a una mujer —¿Qué está diciendo? la única mujer que yo toqué en mi vida fue María, nadie más, ella me enseñó como tocar su tersa piel.

— Esto está mal, no me quiero aprovechar de una mujer en ésta situación Ángela — ella es vulnerable, quizás yo también estoy así en un punto. Puede que su pensamiento esté nublado por toda la situación caótica que está atravesando. No puedo seguir el juego; no es de hombres esto ...su vulnerabilidad no debe ser mi puerta para aprovechar la situación, por más que mi entrepierna dice otra cosa, no puedo.

Ella iba a besarme otra vez, pero en lugar de eso me abrazó, y suspiró.

— Lo siento, me dejé llevar por el momento, no quiero que me veas como una ...cualquiera... sólo... — subí mi mano hasta sus cabellos acariciando su cabeza tranquilamente, ella sólo dejó de hablar y puedo sentir con claridad como nuestros latidos se sincronizan. Recorro su pequeño cuerpo con el deje de luz que entra por la ventana, y después de unas hermosas caderas, dos nalgas perfectas se hacen notar.

"No tengas pensamientos sexuales en este momento".

Tomo la manta y cubro su cuerpo, para terminar colocando mis manos tambaleantes sobre su estrecha cintura, por encima de la manta. Un suspiro inesperado sale de mi garganta y ella levanta su cabeza para mirarme.

— ¡Contigo no tengo miedo Salvador! - susurra y estremece mi cuerpo. Como si fuese más que un desconocido que conoció hace un corto tiempo.

—¡Soy sólo un simple hombre! — mascullo y ella me sonríe negando mientras se muerde los labios.

— Un hombre simple y ordinario no protege de esta forma. Tú eres un hombre especial Salvador. — Ella dejó un beso en mi pecho y siguió abrazada a mí. Estuvimos por horas así, sus manos me acariciaban tiernamente por encima de mi ropa, y yo no paraba de acariciar sus cabellos suaves. Como si de una pareja consolidada se tratase, estábamos los dos en mi cama, con el único fin de darnos arrumacos tiernos y sutiles... sin dudas la mejor mañana que he pasado en milenios.