Verlo a frente a frente

No fue hasta después de un año que el llegó al palacio junto con su primera esposa e hija en brazos.

La mujer a su lado era de ojos verdes y cabellos dorados, la primera esposa y emperatriz de todo el gran continente.Era tan influyente casi como lo era él, tenía el poder de mover montañas si tan solo chasqueara los dedos. Pero era muy tonta, muy amable y no escondía malos sentimientos en su ser .

Cuando se casó con él tenía 17 años de edad y fue por insistencias de ella. Su madre y padre eran de la realeza, podía obtener a cualquier hombre en la tierra pero ella quería a Raymundo, su amor de la infancia. El no deseaba ese matrimonio, pero aceptó si con eso conseguía obtener las tierras que a ella le pertenecía por herencia .

Era demasiado patética, no me basto ni medio minuto para darme cuenta que ella besaba el suelo dónde el pisaba .

Cuando entraron por la gran puerta, el caminaba por delante de ella, llevando a su pequeña recién nacida en brazos. No parecía ni darse cuenta que tenía a su esposa dejando a metros atrás.

Yo miré para ver quién había llegado, no puedo explicar lo emocionada que me sentí al verlo, sabía que era él por su gran. atuendo lleno de escarapelas de las naciones bajo su mando, más la larga capa que le gustan presumir, tal y como figuraba en su retrato, el que circulaba por todos los países.

Yo lo veía caminar por los pasillos desde el gran patio, sonreía y bajaba la cabeza frotando las baldosas .No veía la hora de acabar con él.

Su esposa apenas y podía seguirle el paso, caminando con pesadez por haber dado a luz recientemente, — Cariño, por favor espera ...— le rogaba estirando su brazo hacia él.

El se dió vuelta y la miró con su expresión fría y aterradora — ¿ Que quieres ? — le dijo con un tono serio, pareciera que no había tomado en cuenta que ella estaba agotada como para esperarla, quizás realmente no le importaba su estado.

Ella bajo la mirada, se notaba que su frialdad y poca empatía le dolían —N-Nada solo... quería ...— guardó silencio, no se animaba a terminar la frase.

Yo miraba la escena muy atentamente mientras me hacía la de fregar, veía cuánta intimidación le causaba Raymundo a esa mujer.

Tanto como para no reclamarle que la dejaba atrás.

Raymundo terminó con ese gran silencio, diciendo — Si no puedes caminar, no hubieses insistido tanto en venir conmigo — afirmó y frunció un poco las cejas — te hubieses quedado en el palacio celestial —reclamo con molestia.

La mujer de cabellos dorados entristeció sus ojos que veían el suelo, y se disculpó como si hubiese hecho algo malo — L-lo siento cariño, yo s-solo quería acomp- ...— nisiquiera terminó de hablar cuando el le dió la espalda.

— Manda a tus criadas a qué te preparen el cuarto, y vete a descansar, no me des más penurias— ordenó firmemente.

Se fue de su presencia y de la mía desapareciendo por los largos pasillos con aquella bebita en sus brazos. Fijé mi vista en él y pude ver que le sonreía a esa criatura en sus brazos, distinto al comportamiento de hace unos instantes. Luego deje de mirar por qué escuché unos sollozos departe de su esposa.

Como el la dejo sola, ella empezó a llorar. De ahí entendí que a él no le importaba su mujer. Después de todo el era un bastardo que mandaba a arrasar con ciudades como si fueran polvo, sin importarle las mujeres y los niños, que terminaban muertos bajo estos ataques.

Su mujer no me dió lástima, para lamentarse de ese modo, entendí que amaba ciegamente a un hombre desconciderado " Mujer estúpida, nisiquiera se preocupa por ti, ¿ Y tu lloras por él? ", pensé mientras la miraba limpiarse las lágrimas.

Su criada vino por detrás de ella y al verla llorar se preocupó — Mi reina, ¿ Por qué está de ese modo?, ¿ acaso sucedió algo malo ? —dijo desde su costado .

La emperatriz se tiró a sus brazos — Nana, el no me quiere en absoluto, si no le hubiese dado esa hija, se habría olvidado de mí, y me habría dejado en el palacio del sur — mencionó entre lágrimas.

Su criada intentaba consolarla y luego de un rato la guío hasta dentro del palacio, diciéndole " no llores, eso te hará mal a tu leche, Y sabes que al señor no le gustará si su hija sufre un cólico " .

Saqué muchas conclusiones ese día.

Guarde esto en mi cabeza, sabía que lo necesitaría para el futuro. Capaz una parte mía ya estaba planeando algo pero todavía no lo sabía .

Al otro día, el estaba junto a su consejero real, mirando el esplendor de su palacio, depronto se dirigió donde estábamos yo y el otro exclavo de mi dueña.

Ambos bajamos la cabeza ante él, pero el nisiquiera nos miro, por qué estaba más concentrado en lo que decía aquel hombre que le comentaba cómo había cuidado con recelo su hogar mientras no estaba. Malditas mentiras, las únicas personas que nos partimos la espalda para mantener su patio reluciente fuimos yo y aquel esclavo " Dan " de tez un poco oscura, su nombre me llamaba algo la atención, sentía que lo había escuchado en otro lado .

Ya habiéndose ido el consejero real, Raymundo se quedó disfrutando la brisa de mi continente, el continente que el maldito destrozó para conquistarlo.

Cómo nos estaba dando la espalda distraído, yo saqué de entre mis ropas un vidrio largo que había estado guardando desde que las concubinas rompieron una ventana para que yo me cortará los dedos recogiendo los pedazos, siempre lo llevaba a todos lados por si alguna vez él llegará a venir. Y ahora que lo tenía en frente no iba a desaprovechar la oportunidad de cumplir mi venganza.

Fuí hasta él con el vidrio entre mis manos, delante de Dan, quien estaba atónito, no sabía que yo escondía eso entre mi atuendo, cuando levanté la mano que contenía el vidrio, hacia Raymundo, mencioné dentro mío con una sonrisa siniestra

" ¡Hasta aquí llegó tu reinado, Maldito ! "

Pero fui detenida por Dan quien me detuvo a tiempo llevándome lejos de él.— ¡¿ Estás loca ?! — me dijo a lo bajo, mientras clavaba sus ojos verdes en mí.

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