horas antes del suceso (Cuando Miranda y Fede salieron de la casa).
La madre al ver ir a ambos, cierra la puerta y se sienta en el sofá. Empieza a mirar el techo y cierra los ojos para descansar la vista...
Toc Toc... *golpean la puerta*
La mujer abre los ojos lentamente y se levanta del sofá. Abre la puerta y ve a Leonard, escoltado de dos hombres grandes y bien vestidos de traje, cómo si fueran agentes.
—¿Qué hacen aquí? —preguntó de manera seria.
—Lamento mucho las molestias, pero debo decirle algo importante ¿Puedo pasar?
La mujer queda pensando un rato y finalmente los deja pasar.
Ya una vez adentro, la mujer se sienta en el sofá nuevamente e invita a los hombres a sentarse en un sofá más grande que se encuentra delante de ella.
—Muchas gracias —toma asiento.
—Y bien... ¿De qué es lo que necesita hablar conmigo? —Mantiene su tono serio.
— Es... Es sobre su hija y el matrimonio...
—¡No!. Recuerdo muy bien haberle dicho que no estoy de acuerdo con el matrimonio
—Pero, señora escuche... Yo solo soy el mensajero, no soy el que toma las decisiones, solo estoy haciendo mí trabajo.
—Entonces le preguntaré una sola cosa, y espero que su respuesta sea coherente.
—Esta bien...
—¿Porqué tiene que ser mí hija? No tiene sentido, si es alguien de alto nivel, debe casarse con alguien igual. Somos personas normales, no tenemos nada de valor. ¡Respóndame!.
—El joven maestro es el único heredero de la familia, por lo tanto debe casarse para seguir con el linaje. Mí señora ha intentado muchas veces emparejarlo con alguien de su mismo estatus, pero él se negó a todas ellas —suspira— Intentamos de todo, pero, igual no hubo resultados. Al final elegimos intentar emparejarlo con alguien de estatus inferior, que tenga una buena reputación y que nos llame la atención las credenciales, para que así no se nos junten muchas recomendaciones y tardemos más. La cuestión es que su hija fue elegida como candidata, debido a que cumple todos los requisitos que mí señora desea en una nuera.
—Entiendo, entonces ¿Porque no eligen a otra candidata? Que tenga casi los mismos requisitos, quizás a la última recomendación que eliminaran antes que a mí hija...
—No podemos, ya está todo arreglado...
—¿Qué quiere decir con eso?
—La boda ya está planificada.
—¡¿Cómo puede ser eso posible?! —Se levanta del sofá, enojada— ¡¿A caso mí palabra no vale nada?!, ¡Ya les dije que no estoy de acuerdo con esta boda!
—Señora, comprenda... También es una gran oportunidad para su hija y usted. No tendrán problemas económicos después de la boda, el joven maestro es un gran hombre, muy amable. Va a cuidarla como oro. Eso se lo garantizo
— Igual, no puedo aceptarlo —se desliza una lagrima sobre su mejilla— Mí hija tiene novio y es feliz junto a él, estará devastada si se casa con alguien a quien no ama, prefiero ser la villana que se niega a esta boda. A qué ser la persona que casa a su hija con alguien extraño y que sea infeliz. Lo siento mucho.
—Entiendo, ¿Entonces se niega rotundamente?
—Si, lo hago.
—Entonces, lamento decirle que tengo que ceder a lo que mí señora me ordenó.
—¿A que de refiere? —pregunta confundida.
—Tengo la obligación de hacer todo lo posible para que Miranda acepte el compromiso, no necesito su permiso... Su hija es lo suficientemente madura y razonable, como para que la única clave para que el casamiento se lleve a cabo sea atravez de un "si" de ella.
—¿Cómo puede decir eso? ¡Lo dice como si fueran a aceptar su decisión, ella ya se negó y ustedes siguen insistiendo! ¡¿Acaso van a presionarla para que acepte ese matrimonio nefasto?!
— Órdenes, son órdenes... Es mí obligación como leal sirviente de la familia Varez... Chicos, nos vamos.
Los hombres se levantan del sofá y se dirigen a la puerta.
—¡Porfavor no lo hagan! —Corre hacia ellos y le agarra del brazo a Leonard— ¡Debe haber otra solución! ¡Tengan corazón, esto es enfermizo!
El hombre aparta su brazo y mira serio a la mujer.
—No hay nada que se pueda hacer, las peticiones de mí señora tiene mucho más peso y poder que el de usted, déjeme hacer mí trabajo.
—¡No, no...! —Lo toma del brazo una vez más— ¡No lo hagan!
Los escoltas intentan hacer que lo suelte y uno de ellos le pone un trapo blanco sobre su nariz, haciendo que se desmaye.
Al despertar se siente mareada y confundida, estaba tirada en el suelo de su habitación... Probablemente la habrán arrastrado hasta allí.
Se levanta del suelo y corre hasta la sala, los hombres ya se habían ido.
Aún atolondrada va hacia su habitación nuevamente, sienta en el suelo y apoya su cabeza sobre la cama.
—Mi hija *snif* no merece esto... —Empieza a llorar.
Mientras que estaba en desahogo de sus llantos, escucha que se abre la puerta.
Intenta secar sus lágrimas y mira para la puerta de la habitación. Su hija estaba mirándola con una expresión de tristeza y confusión.
— Mamá —se la escucha como si tuviera la voz quebrada, cómo si fuera a llorar— ¿Qué pasó?
—Mi niña —Sonrie entre lágrimas— Ven aquí.
La joven se acerca y ambas se abrazan.
—Miranda, escúchame —La aparta delicadamente, mirándose ambas de frente— Leonard vino hoy...
—¿Qué? ¿Y que di...?
Su madre la interrumpe.
—Te dije que me escuches, aún siguen insistiendo sobre el matrimonio. Y me temo que no van a dejar de hacerlo... Algo que me desconcierta es que dijeron que harían cualquier cosa para presionarte y que digas que si. Tienes que mantenerte alejada de ellos, sin importar qué, ¿Lo prometes?
—L-Lo prometo, mamá.
—Esa es mí niña —La abraza.
Mientras tanto en una habitación de un hotel.
Leonard se encuentra en un balcón hablando por teléfono.
—Hola, mí señora.
—[¿Ya encontraste a la joven?]
—Si, lo hice... No aceptó aún, pero no sé preocupe. Haré lo que sea para que acepte.
—[Esta bien, ya debo cortar]
—Que descanse, mí señora
Corta el teléfono y marca a otro número.
—Hola... Que comience la operación 2.
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Nereida Hernández montes
Hay Dios que le harán a esa pobre muchacha
2024-05-23
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