Capítulo 17. Alguien que me cuida

A la mañana siguiente Izan se despertó temprano ya que antes de irse a pasear a la ciudad con Marian debía de terminar el trabajo que aún tenía pendiente o si no su asistente se iba a volver loco.

Marian seguía durmiendo plácidamente entre sus brazos y odio la idea de tener que levantarse, sin embargo no podía seguir en la cama por más tiempo.

Cuando él se levantó se puso los zapatos y cuando se dirigía hacia la puerta Marian se despertó y le preguntó.

_ ¿Ya es de mañana?. Mientras se frotaba los ojos.

A Izan al ver a Marian sentada en la cama con su camisón blanco y con la luz del sol que se filtraba por las ventanas le pareció que se veia incrediblemente sexi y lo único que lo detuvo de no atacarla en ese preciso momento fue que el mago le había prohibido tocarla, así que intentó controlar sus instintos y le dijo.

__ Si, ahora debo irme a trabajar, te veré después.

__ Esta bien, nos vemos dentro de un rato.

Después de que saliera el duque las sirvientas entraron y ayudaron a Marian a prepararse, después ella desayuno y se fue a buscar a Luis, él estaba en la habitación que usaba para guardar todos lo que había traído consigo de la torre, terminando la poción en la que había estado trabajando el día anterior, cuando Marian entró preguntó.

__ ¿Estás ocupado?

Luis se dio la vuelta para verla y le contestó.

__ No, ya he terminado, pasa.

__ ¿Quieres dar un paseo por el jardín?

__ Pensé que hoy irías a la ciudad.

__ Si, pero será hasta en la tarde.

__ Entonces me parece bien, vamos a dar un paseo antes de que marches.

Luis guardó la poción y le dijo.

__ Ya podemos irnos.

Mientras ellos iban caminando en dirección al jardín Marian le preguntó.

__ ¿Cuánto tiempo te quedarás aquí?

__ Me iré después de terminar de tratar todas tus heridas.

Marian se puso un poco triste y le dijo. __ Me harás mucha falta cuando ya no estés aquí.

__ Yo también extrañaré nuestros paseos por el jardín, sin embargo no puedo quedarme demasiado tiempo aquí.

__ ¿Por qué no?

__ Como ya sabes, a los magos no les agrada relacionarse con personas que han sido maldecidas por otro mago, si me quedo mucho tiempo aquí quizá tenga problemas con los otros magos.

__ Eso significa que no podré volver a verte.

__ Claro que puedes volver a verme, vendré a visitarte de vez en cuando.

Los ojos de Marian brillaron de alegría al saber que iba a poder volver a ver a Luis y le dijo.

__ Qué bien que podré volver a verte, tú has sido mi primer amigo y odiaría la idea de no poder volver a verte.

__ Yo también te considero una buena amiga, así que si algún día necesitas hablar con alguien no dudes en llamarme.

El mago sacó una pequeña cajita de su bolsillo, se la dio a Marian y dijo. __ Ten, esto es algo que he preparado para ti.

Marian tomó la cajita y al abrirla encontró unos pendientes de perlas y él le dijo. __ Si necesitas hablar conmigo puedes hacerlo a través de estos pendientes solo debes decir la palabra Riatze y podré escucharte.

__ ¿Lo dices enserio?

__ Si los magos solemos usar objetos para comunicarnos entre nosotros, así aunque estemos lejos podemos seguir en contacto.

__ En verdad es maravilloso, tú me has dado tantos regalos que me gustaría poder darte algo a cambio.

__ No hay necesidad de que me des nada a cambio, he hecho esto porque me agradas.

__ Gracias por todo lo que has hecho por mí, te aseguro que algún día te lo compensaré.

__ El verte feliz ya es suficiente para mí, además, el duque me dará una gran cantidad de dinero por mis servicios así que no te preocupes por regresarme nada a cambio.

__ Aún así, gracias por todo.

__ De nada.

Marian y Luis pasearon por el jardín durante toda la mañana hasta la hora de la comida, después de comer ella e Izan se subieron al carruaje y se fueron a la ciudad.

Durante todo el camino Marian iba observando el paisaje, el duque quien iba enfrente de ella le preguntó. __ ¿Te gusta el paisaje?

__ Si, es hermoso, todos los árboles han empezado a dar nuevas hojas y se ven preciosos.

__ Me alegro que estés disfrutado el viaje.

__ Estoy ansiosa por llegar a la ciudad, quiero ver si ha cambiado algo desde la última vez que fui.

__ Estoy seguro que habrán cosas nuevas que te gustarán.

Marian se sentó al lado del duque, recostó su cabeza en su hombro y le dijo.

__ Gracias por traerme a la ciudad Izan eso me hace feliz.

El duque acercó su rostro al suyo y la beso, al separarse de su boca le dijo. __ Solo deseo consentirte y hacerte feliz tanto como pueda ya que eres mi esposa, no tienes que agradecerme por eso.

Marian se sintió aún más feliz por las palabras del duque y volvió a acomodar su cabeza en su hombro.

__ El que alguien me cuide y me mime es algo que desde que murió mi madre nadie hacía por mí, es algo que había olvidado cómo se sentía hasta que te conocí y me gusta como se siente que alguien se preocupe por mí.

__ De ahora en adelante te mimare tanto que al final terminaras cansada de mí.

__ El que me cuides es algo que yo nunca encontraré molesto.

Mientras Marian y el duque hablaban el cochero se detuvo y el duque le dijo.

__ Parece que hemos llegado.

Izan se bajó primero del carruaje y extendió su mano para ayudar a Marian a bajarse, ella al ver la ciudad le pareció preciosa, muchas cosas habían cambiado desde la última vez que la había visitado.

Marian entrelazo su brazo con el del duque y le dijo.

__ Vamos hay que darnos prisa quiero ver todo lo que pueda antes de que anochezca.

El duque se río y le dijo.

__ Está bien, ¿A dónde te gustaría ir primero?

__ No lo sé, llévame donde tú quieras.

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