Capítulo 14. Mis nuevas amigas

El duque acarició el rostro de Marian, posó sus labios sobre los suyos y le dio un beso largo y placentero mientras la acariciaba, ella se sintió feliz y plena al ser tocada por él y rodeó su cuello con sus brazos atrayéndolo más hacia ella.

Cada parte que de su cuerpo que Izan tocaba, ella sentía como si quemara, el calor la iba inundando y el deseo comenzaba a aflorar, mientras ellos se devoraban a besos, alguien tocó la puerta y los interrumpió.

Era Luis quien al parecer se había olvidado algo, él tocó la puerta y el duque se apresuró a tapar a Marian con una manta, cuando Luis entró vio a Marian envuelta en una manta y solo se le podían ver los pies y les preguntó.

__ ¿Que están haciendo?

__ No hacíamos nada, ¿Necesitas algo?

__ Si, había olvidado decirles, no deberían de tener sexo hasta que termine todo el tratamiento.

__ ¿Por qué?

__ Aún no he sanado los huesos de sus piernas y la cadera, no quiero que agregues más presión en ella.

__ Está bien, haremos lo que tu digas.

__ Solo quería decirles eso ahora me voy les dejo solos para que continúen con lo que sea que estaban haciendo.

Cuando Luis salió de la habitación Marian se destapó y le dijo.

__ Por poco y me ahogas.

__ Lo siento, no se me ocurrió otra idea para que él no te viera así.

Izan le dio un beso en la mejilla y dijo.

__ Al parecer tendremos que dejar lo que estábamos haciendo para otro día.

Marian se sonrojo y se sintió un poco decepcionada y contestó.

__ Está bien

Como Marian ya se encontraba bien Izan se fue a trabajar ya que su asistente no paraba de quejarse porque él no había ido a trabajar y el papeleo no hacía más que seguir acumulándose.

Cuando se volvió a quedar completamente sola Marian se levantó de la cama y volvió a verse en el espejo ya que no podía creer que las cicatrices de su cuerpo hubieran desaparecido.

Después de revisarse exhaustivamente ella volvió a cambiarse y fue a buscar a Luis, ya que habían quedado de ir a dar un paseo por el jardín.

Él estaba en una habitación que usaba para guardar todo lo que había traído consigo de la torre, él estaba muy concentrado con unos tubos de vidrio mezclando diferentes líquidos y calentandolos al fuego, cuando Luis sintió la presencia de Marian se dio la vuelta y le dijo.

__ ¿En un momento termino?

A Marian le dio mucha curiosidad lo que él estaba haciendo así que se acercó más y preguntó.

__ ¿Que haces?

__ Estoy creando una poción para el dolor, así la próxima vez que tenga que acomodar alguno de tus huesos no te dolerá.

__ ¡Enserio!

__ Si.

__ ¿Como sabes tanto sobre la magia?

__ Mi abuelo es un mago y él me crió desde pequeño, me enseñó todo lo que sé.

__ Tu abuelo debe ser un hombre increíble.

__ Así es, él es un hombre maravilloso, me gustaría poder ser igual a él algún día.

__ ¿Tus padres también son magos?

__ Lo eran, pero murieron hace mucho tiempo, por eso me crío mi abuelo.

__ Lo siento, no quise ser entrometida.

__ No te preocupes, ellos murieron hace mucho tiempo, eso no me hace sentir triste.

Cuando Luis había terminado de hacer la poción que estaba preparando le dijo.

__ Listo, ya podemos irnos.

__ ¿Ya has terminado?

__ Si, ahora debe enfriarse así que no tengo nada más que hacer por ahora.

__ Entonces vamos.

Marian y Luis se fueron al jardín de rosas y pusieron una manta en el suelo y se sentaron, Marian le pidió a una de las sirvientas que le llevará muchos pasteles y dulces para ella y cuando ella se hubo retirado ella le preguntó a Luis.

__ ¿Hoy podrás enseñarme a llamar a las hadas?

__ Así que por eso has mandado a pedir todos los dulces de mansión.

__ Si, tú dijiste que a ellas les gustan los dulces.

__ Si pero no hacían falta tantos.

__ ¿Dime que tengo que hacer?

__ Primero cierra tus ojos. Marian obedeció y cerró sus ojos.

__ ¿Que más hago ahora?. Dijo

__ Ahora enfócate adecuadamente y piensa en ellas.

__ ¿Y cómo sabrán que deben de venir con solo que piense en ellas?

__ Cuándo conoces a un hada ellas suelen hacer una conexión con las personas que les agradan, así que si piensas en ellas con fuerza ellas vendrán, si quieren claro está.

Marian se concentró en ellas recordó lo hermosas y brillantes que eran y deseo poder verlas de nuevo, unos minutos después sintió como si alguien tirara de su cabello y abrió los ojos, ella pudo ver a pequeñas hadas volando a su alrededor.

Algunas le tiraban del cabello y otras simplemente se dedicaron a pellizcar los dulces, Marian se quedó maravillada al ver que ellas habían atendido a su llamada, las hadas eran un poco revoltosas y reían mientras volaban por todo el lugar.

Marian volteo a ver a Luis y le dijo.

__ Lo he conseguido.

__ Te lo dije, una vez que entablas una conexión con ellas es fácil llamarlas.

Una de las pequeñas hadas que tenía el cabello rojo como el de una fresa e iba vestida de verde se acercó al oído de Marian y le dijo.

__ Mi nombre es Fragaria.

Marian se quedó muy sorprendida de que una de ellas le dijera su nombre y le dijo. __ Yo me llamo Marian.

El hada voló alrededor de su muñeca y Marian pudo sentir como ella colocaba algo en ella.

Cuándo el hada se alejó un poco ella se miró la mano y pudo ver una pulsera alrededor de su mano con un pequeño cascabel dorado.

Marian lo miró y le preguntó.

__ ¿Qué es esto?

El hada volvió acercarse a su oído y le dijo.

__ Es un regalo, si algún día quieres vernos solo debes decir mi nombre, sonar el cascabel de la pulsera y vendremos a jugar contigo.