Capítulo 13 . Adios Al pasado

Marian siguió acariciando el rostro de Izan y le dijo. __ No es tu culpa que me haya dolido, estaré bien, no te preocupes tanto.

Izan se acostó al lado de Marian y la arrulló entre sus brazos y le dijo.

__ Odio verte sufrir.

Marian respondió a su abrazo rodeándolo con sus brazos.

__ Eso ya pasó, ahora estoy bien, gracias por quedarte a mi lado.

Izan se quedó con no Marian durante todo el día, él se quedó a su lado cuidándola y mirándola ya que el solo pensar en dejarla sola después de lo que había pasado en la mañana hacía que su corazón se le estrujaba en su pecho.

Al día siguiente Marian se sentía mucho mejor, su espalda ya no le dolía casi nada y su postura había mejorado considerablemente, ya que antes no podía pararse derecha porque la espalda le dolía, sus dedos ya no estaban deformes y volvían a ser delicados, sin duda alguna Marian pensó que había válido la pena todo el dolor que había sentido el día anterior ya que sus fracturas habían mejorado mucho.

Cuándo Luis llegó, el duque se quedó todo el rato a la par de Marian, alerta con lo que fuera hacer el mago.

Luis sacó de su bolsa el mismo gran libro negro que había usado el día anterior y todo el cuerpo de Marian se puso en tensión al recordar todo el dolor que había sentido el día anterior, sintió miedo de volver a pasar por ello.

Luis al verla tan aterrada le dijo.

__ No tengas miedo, hoy solo curare tus cicatrices eso no dolerá, te lo prometo.

Aún después de las palabras de Luis Marian seguía estando un poco aterrada por lo que le fueran hacer, Luis le dijo que se sentará en el sofá y abrió su libro y una luz destellante comenzó a rodear el cuerpo de Marian.

Ella no sintió dolor esa vez sino una cálida sensación en toda su piel era como si los rayos del sol tocaran directamente su piel.

Cuándo el mago terminó sus cánticos y la luz desapareció Marian se miró los brazos y se sorprendió mucho al ver su piel suave, tersa y sin ninguna imperfección, su piel volvía a estar tan hermosa como cuándo ella había sido una niña a la cual nadie había maltratado.

A Marian sus cicatrices no le molestaban en absoluto pero al volver a ver su piel limpia de cicatrices no pudo evitar sentir como si hubieran borrado todo el dolor que había marcado su vida.

Marian estaba tan contenta y agradecida por lo que había hecho el mago que se abalanzó sobre él y le dio un fuerte abrazo.

__ Muchas gracias.

Izan al ver a Marian abrazando a Luis se aclaró la garganta para que no se olvidaran de que él estaba ahí también y le dijo al mago.

__ Muchas gracias por tratar a mi esposa te estoy sumamente agradecido.

Luis volvió a verle y le contestó.

__ No lo he hecho por ti, lo hice porque ella me agrada, no te equivoques, tu familia sigue sin gustarnos a los magos.

__ Eso ya lo sé.

Luis recogió sus cosas y le dijo a Marian.

__ Si te encuentras bien podríamos ir a dar una vuelta por el jardín.

__ Estoy perfectamente te veré después.

Cuándo Luis salió de la habitación Marian se apresuró a quitarse su vestido, lo tiró al suelo y el duque al verla solo en ropa interior y con la venda que aún cubría la parte superior de su cuerpo le pregunto.

__ ¿Qué estás haciendo?

__ Quiero ver si han marchado todas mis cicatrices.

Marian comenzó a quitarse la venda y el duque no pudo evitar querer verla, cuando ella terminó de quitarse la venda y sus pechos desnudos le parecieron hermosos, bellos y suaves y deseo poder probarlos.

Marian se paró frente al espejo en busca de cicatrices sin embargo no pudo encontrar ninguna, Izan no apartó su vista ni por un momento de su cuerpo, él se acercó a ella embelesado por su belleza apartó el cabello de su espalda y donde días atrás habían heridas en carne viva ahora ya no había nada.

El rozó la espalda de Marian con la yema de sus dedos y ella se estremeció al sentir sus dedos recorriendo su espalda.

Izan puso sus manos sobre sus caderas e hizo que ella se diera la vuelta para poder verla y la miró de arriba a abajo, recorriendo con su mirada cada parte de su cuerpo, Marian sentía como si él la estuviera devorando con la mirada y deseo que él la tocara, sin embargo él se abstuvo de hacerlo y solo la miró, a Marian eso le estaba desesperando y le preguntó.

__ ¿Qué sucede?

__ Nada solo quiero admirarte y que la imagen de tu cuerpo se quede grabada en mi memoria.

Marian se sonrojó un poco y respondió.

__ Tu eres mi esposo, puedes hacer más que solo mirarme.

Izan pasó un dedo por sus labios y después posó sus labios sobre los de ella, dándole un dulce beso, él la rodeó con sus brazos y la atrajo hacia él, el pequeño y suave cuerpo de Marian en sus brazos hizo que él la deseara con locura y la beso apasionadamente.

Marian jadeo por la intensidad de sus besos y sintió como sus piernas perdían fuerza y apenas podía mantenerse en pie.

Izan la levantó en brazos y la llevó hasta la cama, la depositó suavemente y se separó un poco de ella para poder admirar su cuerpo desnudo, su mirada hizo que todo el cuerpo de Marian se calentará, él no pudo resistir la tentación de tocarla.

Cuando el puso su mano sobre su piel, Marian arqueo la espalda y se le escapó un gemido de placer, a él verla reaccionar de esa manera le gustó mucho, acercó su boca a uno de sus pecho, después volvió a levantar su cabeza y le dijo.

__ Tu cuerpo es verdaderamente dulce.

Y volvió a robar sus labios de manera feroz y hambrienta hasta dejarla sin respiración y le dijo.

__ Eres preciosa.

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