Capítulo 10. Regalo

El mago entró y se sentó en el sofá y le dijo.

__ Siéntate.

Marian obedeció y se sentó enfrente de él, y le preguntó.

__ ¿Qué es lo que me quieres decir?

__ No pude evitar escuchar tu conversación con el duque, parece que te has resignado a morir.

__ No es como si pudiera hacer algo para evitarlo, ¿O sí?

Luis se quedó mirándola fijamente y le dijo.

__ Yo no puedo decírtelo, se nos está prohibido ayudar a alguien que ha sido maldito por otro mago, por eso me negué tras que vi al duque, sabes los magos podemos ver el aura de las personas, la del duque es negra y oscura por la maldición, pero la tuya es blanca y pura es como si irradiarás luz, por eso al enterarme de que eras su esposa quise ayudarte.

__ Te agradezco mucho lo que haces.

__ Sin embargo solo puedo curar tus heridas y mejorar tu salud, no puedo romper la maldición, ya que si lo hiciera sería acusado de traicionar a los magos y sería severamente castigado por ellos.

__ ¿Por qué me dices esto?

__ Si al final de tu vida decides que no quieres morir podría hacer algo para darte un poco más de tiempo, sin embargo no puedo hacer más que eso, por eso quiero darte esto.

Luis le entregó a Marian un collar con un dije en forma de cascabel y le dijo.

__ Cuando la maldición se haga presente rompe este cascabel en ti, eso engañara a la muerte y te dejará en paz por medio año más, esto debes mantenerlo en secreto del duque y de todos los demás, ya que si se enteran que te he ayudado lo más seguro es que reciba y gran castigo.

Marian se quedó observando el collar en sus manos y le dijo.

__ ¿Por qué haces esto por mi?, No lo entiendo.

__ Ya te dije, la luz que te rodea hace que quiera ayudarte, este será mi regalo para ti, tendrás medio año más de vida, espero que puedas ser feliz en ese tiempo.

Marian le sonrió y dijo.

__ Quizá para muchos medio años es muy poco, pero para mí es más que suficiente, gracias.

__ Bueno, ahora tengo que ir a preparar algunas cosas de las que he traído.

__ Entonces te veré después.

Marian se fue al jardín se acostó sobre el césped disfrutando de los rayos del sol que tocaban su piel, después fueron a buscarla para llevarla al comedor donde Luis le estaba esperando, como ella no vio al duque por ninguna parte le preguntó al mayordomo.

__ ¿Dónde está el duque?

__ El duque tuvo que salir a resolver unos problemas, lo más seguro es que no regrese hasta la noche.

__ Hum... Gracias.

las sirvientas les sirvieron la comida y como Luis la veía tan triste le preguntó.

__ ¿Querías ver al duque?

__ Si.

__ ¿A ti te gusta el duque?

__ Si, es guapo y muy amable, además no es como que pueda salir con nadie más.

__ No pareces estar enfadada por haberse casado contigo, otra en tu lugar estaría furiosa y lo menos que querría sería verlo.

Marian removió la sopa de su plato con la cuchara y le dijo.

__ Si él no se hubiera casado conmigo yo seguiría encerrada en una fría habitación y seguiría recibiendo palizas hasta que muriera algún día, pienso que el ser su esposa aunque lo sea por poco tiempo es mucho mejor.

Marian probó la sopa y le dijo.

__ Esto está delicioso deberías probarlo.

Luis se concentró en su comida y dejó de preguntarle más cosas ya que al parecer su pasado había sido aún peor de lo que él se había imaginado.

Después de comer Luis ya no tenía nada que hacer así que le dijo a Marian.

__ ¿Quieres dar un paseo por el jardín?

__ Si eso me encantaría, deberíamos decirle a una de las sirvientas que nos guíe ya que este lugar es tan grande que aún me pierdo.

Luis tenía muy mal sentido de la orientación así que eso le pareció genial, una de las sirvientas les mostró los jardines los cuales eran enormes y muy bellos, había uno en el que sólo habían plantado rosas rojas el cual estaba lleno de capullos ya que la primavera estaba comenzando, Marian se emocionó mucho ya que pronto podría ver todas las rosas en su mayor esplendor.

En otra parte del jardín había mucha variedad de flores diferentes y exóticas, según les contó la sirvienta aquel lugar había sido plantado con flores de todas partes del mundo.

La sirvienta los llevó a una parte del jardín donde había un hermoso estanque lleno de flores de loto, el estanque se veía hermoso con las flores flotando en él, la casa del duque era enorme y maravillosa, como sacada de un cuento de hadas, a Marian le gustó mucho poder vivir en aquel bello lugar.

Después de recorrer la mansión ambos quedaron completamente cansados ellos se sentaron en la terraza tomaron té y comieron bocadillos mientras veían la puesta de sol, el cielo se tiñó de rojo como si estuviera en llamas después fue cambiando a naranja y rosado hasta que el sol se desvaneció por completo y le dio lugar a la noche, la luna brillaba con fuerza en lo alto del cielo y las estrellas adornaban el cielo nocturno.

Hermoso, a Marian simplemente le pareció hermoso y maravilloso, antes de ser encerrada en aquella pequeña habitación donde no podía ver la luz del sol, eso le parecía normal, sin embargo después de haber sido privada de todo eso, las cosas que quizá para otros eran sin importancia para ella tenían gran valor.

A ella no le importaba usar hermosos vestidos, ni usar hermosas joyas, ella solo deseaba sentir el sol y el aire acariciando su piel, ver el cielo azul sobre su cabeza, ver lo hermoso y bello que era el mundo, deseaba empaparse de los sonidos de los pájaros cantando y de las flores que despertaban con el inicio de la primavera, solo había una cosa que había llamado su atención aparte de los paisajes desde que había recuperado su libertad y esa era el duque.

Su bello rostro y sus dulces caricias hacían que ella deseara estar más tiempo con él, que deseara más de sus besos, cuando estuviera recuperada por completo deseaba poder perderse en su cuerpo, quería saber lo que se sentía que él recorriera todo sus cuerpo con sus grandes y fuertes manos, quería ahogarse en sus besos y que él la hiciera olvidarse de quién era.

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