Salvo su vida...

Chloe fue deslizando poco a poco la cabeza, pegada al frio metal del contenedor de basura, temerosa, como si de momento alguien la tomara por sorpresa y la arrancará de su cuerpo.

Un rechinido la asusto, se pegó nuevamente al contenedor, su cuerpo no le obedeció comenzo a temblar y sus dientes a castañar por largos segundos, un leve quejido se le escapó. Respiro profundamente y agudizó el oído y nada, no se escuchó nada.

Tomó valor y se asomo, levantando la vista vio como una ventana desvencijada se balanceaba, sostenida por alambres, dos balanceos más y cayó al piso haciendo un ruido aplastante, la sorpresa le hizo cerrar los ojos.

Se obligó a calmarse, afinando la visión, distinguio el asqueroso panorama, basura esparcida por doquier, olores mezclados daban como resultado a putrefacción, le provocaron náuseas. En el lugar merodeaban moscas, moscos, ratas por todos lados.

La luz se tornó más brillante, fue necesario que cerrara los ojos de manera intermitente para acostumbrarse, no tenía idea de cuánto tiempo estuvo escondida en ese lugar.

Debía ser extremadamente cautelosa si quería salir con vida de ese lugar y recuperar a su hijo.

Al tapar momentáneamente la luz del sol con sus manos noto las marcas amoratadas de sus muñecas, instintivamente bajó la mirada a sus pies, sus tobillos le dolían de igual forma estaban morados, no llevaba zapatos.

Sus delicados y blancos pies estaban sucios, maltratados, con cortes en algunos lugares de los cuales salía sangre.

Decidió correr al lado contrario de donde escuchó que se perdieron los pasos de sus perseguidores, camino a paso veloz.

No sentía nada bajo sus pies necesitaba huir de ahí y salvar su vida.

Cruzó a través de varios callejones malolientes, alconzo a percibir el aroma de esa hierbita verde a la distancia le provocó más miedo.

Aumentó su paso un poco más.

En medio de ese callejón había un espectacular que había caído, era enorme casi del tamaño de un auto. Estaba fragmentado en varios lugares, algunas partes del cristal ya no se encontraban en su lugar, se vio reflejada en el deteniendo su carrera, se apreció por algunos instantes.

Su hermoso cabello rubio estaba enmarañado, sucio, su angelical rostro por igual, aún así sus delicados rasgos eran más que evidentes.

El azul profundo de sus ojos robaban más de un suspiro al andar.

Era alta, su voluminoso cuerpo estaba cubierto por un vestido blanco floreado, la suciedad en él distaba de verse lindo, aún así su figura resaltaba.

Profundas ojeras marcadas bajo sus ojos por no dormir bien, sumado al rimel corrido le daba un aspecto deplorable.

Sin asustarse de su reflejo ella continuó con su camino, primero lento y después corrió, lo importante es que estaba viva, libre, ella se encargaría del resto.

Corrió con más fuerza, cruzando los callejones que se hacían cada vez menos hostiles, definitivamente se dirigía a un lugar mejor.

Ya había atravesado toda la zona roja, pobre de Ciudad Dorada, en donde ella había sido la reina y nunca se había enterado que un lugar así existía.

Camino entre indigentes, ebrios y drogadictos.

A su paso encontró a unas chicas vestidas de manera provocativa, ofrecian sus servicios carnales a los transeúntes.

Casas desvencijada se veían, en su mayoría a punto de caer.

Una jauría de perros peleaban por los desechos de la basura.

Le faltaban cinco cuadras, más hacia adelante, ahí ya se observaba el flujo vehicular constante.

Su corazón volvió a acelerarse caminaba a veces corría y de vez en cuando trotaba en dirección a los autos en movimiento. Se imaginaba como si fuesen guerreros los cuáles la ayudarían a salir de aquella situación tan nefasta.

Al cruzar las callejuelas giró el rostro por instinto y alcanzó a descubrir a Frederick Roland y James, se apresuró a llegar a la contra esquina, se recargó en la pared.

Seguían tras ella, contuvo la respiración.

Venían en la calle anterior, en su dirección.

Se giró y corrió a modo de encontrarlos por detrás, antes de poder escapar los guaruras se habían dispersado.

En cualquier momento se vería rodeada, al pensar en esa idea se paralizó.

Sus voces eran escuchadas por ella con nitidez.

-- ¡Por aquí debe de estar!

Vamos, hay que buscarla por allá. Roland ordenaba, como siempre al mando.

Era su fin...!!

Sus manos le sudaban, todo el cuerpo, su cabello se veía humedecido y su fuertes latidos se veían reflejados en palpitar de su cuello.

Bam..

Bam...

Bam...

Solo eso escuchaba.

Logró ver el traje negro que vestía James, su espalda ancha y su altura era muy conocida por Chloe.

Si se girara la vería ahí, paralizada de miedo.

Su cuerpo perdió fuerza, cayó de rodillas en la banqueta apenas sostenida por sus escuálidos brazos.

-- ¡No podré recuperarte bebé!

Su voz en tono bajo salio acompañada de un doloroso suspiro y comenzó a llorar en silencio.

De repente, una cobija deshilada y maloliente la cubrió desde la cabeza hasta la cintura, una persona se sentó a su lado,

incrédula se giró a mirarla y ella le sonrió.

Era una hermosa mujer con rasgos afinados, ojos azules, le guiño un ojo.

Le acomodo una gorra tejida de lana, rápidamente le escondió el pelo en ella, jaló la olorosa cobija hasta cubrirle le cabeza cereando en el pecho, se cruzó de piernas, salpicó de vino por toda su ropa, le dio de la botella en la boca y la obligó a beber luego ella le dio un trago comenzó a cantar.

Su estridente voz llamó la atención de James que se apresuró a preguntar.

-- ¿Has visto a una chica rubia con un vestido floreado descalza y sucia por aquí?

--¡Nop! Ji, ji, ji, creo que ya ni veo.

Mmm se relambio los labios para continuar.

Enfoco a James, levantó la botella y dio un trago más, soltando un erupto seguido de un hipo.

--Ya recobré la vista bombón, si me das un besito y unas monedas que me alcancen para otra como esta hasta la busco. MMM.

La inocente señora mayor sonreía dejando a la vista su blanca dentadura.

Chloe nunca levantó la vista.

-- ¡Salud mi amor! Si estás interesado en nosotras dos te podemos dar un buen revolcón, hip... No tienes ni idea de las cositas que te podemos enseñar o hacer.

La carcajada de ambas resonó haciendo eco en el sucio callejón.

James tapó su nariz, asqueado, arrojó unos billetes y una tarjeta al lado de ellas.

-- Si la ves contáctame, la paga sería muy buena.

Dio la vuelta y continuó revisando a su paso.

Esas dos mujeres no se movieron de ahí, su salvadora sacó de entre sus ropas una botella más tomó el contenido sin despegarse.

Ambas abrazadas se dejaron caer de espaldas, su cercania le trasmitio calor.

Cloe percibió una sensación de protección de parte de su salvadora, lo que le permitió descansar, aunque fuese solo por algunas horas.

Haciendo cuentas descansaba protegida por una indigente en un callejón sucio, libre y con vida .

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Eret Lopez

Eret Lopez

Dios NOS PONE ANGELES PROTECTORES PARA SACARNOS ADELANTE

2025-10-07

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