Llamada inesperada
Eva estaba sentada junto al carrito de fideos, mirando al horizonte como si buscara respuestas en el cielo de la Ciudad de México. El bullicio de la calle apenas la tocaba. En su mente, la imagen de aquel hombre volvía una y otra vez.
“¿Cómo es que lo vi dos veces? ¿Será una señal? No, no puede ser. Solo fueron dos encuentros... seguro fue coincidencia.” pensó, mientras removía el caldo en la olla.
—¡Wey! ¿Por qué estás tan ida, Eva? —preguntó Lisna, que la observaba desde el otro lado del carrito.
—Nada... solo estaba pensando —respondió Eva, bajando la mirada.
—¿Pensando en qué? No me salgas con evasivas. Nos conocemos desde que vendíamos gelatinas en la primaria. Te leo la cara como si fuera un menú —dijo Lisna, sentándose junto a ella.
Eva dudó unos segundos. El puesto no estaba tan lleno, algunos clientes comían tranquilos en las sillas de plástico, y el momento parecía propicio.
—Te voy a contar algo, pero no te burles —dijo Eva, con tono serio.
—Va, suéltalo.
—Hace unos días, cuando fui al mercado por los ingredientes, choqué sin querer contra un coche... un coche de lujo.
—¡¿Qué?! ¿Estás bien? ¿Y el coche? —preguntó Lisna, alarmada.
—Yo estoy bien, pero el coche... no tanto. Se abolló la parte trasera y una de las luces se desprendió.
—¿Y cuánto te va a costar eso?
—Me dijeron que como cincuenta mil pesos.
—¡¿Cincuenta mil?! ¡Por una luz! No inventes, eso cuesta más que nuestro carrito —gritó Lisna, poniéndose de pie.
—¡Baja la voz! No quiero que todo el mercado se entere —dijo Eva, nerviosa.
—¿Y qué vas a hacer?
—Me comprometí a pagar. En cuotas, claro. No tengo otra opción.
Lisna se quedó callada unos segundos. Luego, un cliente se acercó.
—¿Cuánto es, joven?
—Doce pesos —respondió Eva, cobrando y regresando a su conversación.
—¿Y ya conoces al dueño del coche?
—No... pero vi. Dos veces a un hombre. La primera fue en el semáforo, cuando intenté saludarlo. Me ignoró. La segunda fue cuando nos escondimos de los inspectores de la alcaldía. Lo volví a ver. Le sonreí... y nada. Ni una mueca.
—¿Y está guapo?
—Mucho. Tiene una mirada intensa, como de esas que te atraviesan. Pero su cara... dura, como si nunca hubiera reído.
—Pues si lo viste dos veces, igual y sí es una señal. ¿Quién sabe? —dijo Lisna, divertida.
—No creo en esas cosas.
—¿Y cómo se llama?
—No tengo idea. Solo sé que me dejó pensando.
...****************...
En otro punto de la ciudad, en un penthouse de Polanco, Lucifer fumaba un cigarro mientras observaba la ciudad desde su balcón. Steven, su amigo de años, lo acompañaba con una copa de vino.
—¿Y qué vas a hacer con el Barón? —preguntó Steven.
—Nada por ahora. Que se mueva como quiera. No me preocupa.
—Deberías tener cuidado. Ese tipo no se rinde.
—Nunca ha podido ganarme. Y no va a empezar ahora.
Steven lo conocía bien. Lo había atendido en su hospital privado cuando Aris y Hendra lo llevaron con una herida de arma blanca hace ocho años. Desde entonces, se volvieron cercanos.
—Por cierto, Aris me dio esto —dijo Steven, sacando una credencial del INE y un papel con un número anotado.
—¿Qué es?
—La identificación de una chica que chocó tu coche. Se llama Eva Tasyalona.
—¿Y tú qué haces con eso?
—Me dio curiosidad. Dicen que es guapa —respondió Steven, marcando el número desde su celular.
Lucifer seguía fumando, sin mostrar interés.
—¿Hola? —respondió una voz femenina al otro lado.
—¿Hablo con Eva Tasyalona?
—Sí, soy yo. ¿Quién habla?
—Soy Steven. Tengo información sobre el coche que chocaste hace unos días.
—Ah... sí, señor. Lo siento mucho. Fue un accidente. Estoy dispuesta a pagar los daños, aunque sea en pagos pequeños. No tengo mucho dinero, vendo comida en la calle.
Lucifer miró a Steven por primera vez desde que comenzó la llamada.
—¿Y cuántas cuotas serían? —preguntó Steven, con tono amable.
—No sé, señor. Pero no voy a huir. Quiero hacerme responsable.
—Me parece justo. ¿Qué te parece si nos reunimos para hablarlo con calma?
—Sí, claro. Dígame cuándo y dónde.
—Te mando la dirección por mensaje. Nos vemos pronto.
Steven colgó. Lucifer seguía en silencio, pero por primera vez, parecía pensativo.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 56 Episodes
Comments