El líder al mando ingresó primero a la sala de juntas apuntando con su arma en varias direcciones, asegurándose que el lugar era seguro, entonces se percató que la mujer que estaba junto al cadáver del ceo se encontraba en shock así que detuvo a los demás agentes y se acercó con cuidado y se presentó.
— Señorita, soy el oficial Fort, no tema, estamos aquí para ayudar —explicó guardando el arma detrás de su cintura y levantando ambas manos en señal de paz.
Loreta no dijo nada, solo miraba fijamente el rostro del policía que se acercaba lentamente, había algo que le inspiraba confianza así que asintió sin dejar de abrazar a su jefe.
Fort llegó hasta su lado y pudo ver que la blusa de la joven estaba cubierta de sangre, sus ojos estaban con la mirada perdida, su cuerpo temblaba sin control y en una de sus manos sostenía un teléfono con firmeza, entonces inquirió.
—Señorita, ¿está bien?—se inclinó a su altura para observar sus ojos y comprobar que estaba en shock, pero entonces ella asintió con un movimiento de cabeza y él sonrió simplemente por cortesía —. Señorita ¿ le hicieron daño?
— No, no —susurró.
— Me puede decir su nombre, confíe en mí, necesito saber como se llama —habló con calma sin intención de asustarla.
— Loreta, Loreta Rosietti —dijo y el oficial asintió.
— Muy bien Loreta, ¿ usted trabaja aquí?
— Sí, soy la secretaria del señor Lewis O’Connor o mejor dicho era —susurró al darse cuenta que ya no tendría trabajo.
— ¿Sabe qué pasó aquí? ¿ pudo ver algo?
—Yo… no sé… todo fue muy rápido… esos hombres … entraron a la oficina y le dispararon a todos —respondió con voz temblorosa, y tratando de mirar al oficial pero sus ojos le pesaban, estaban inflamados de tanto llorar—. Ellos los mataron sin piedad y cuando entré a la sala, encontré a mi jefe en el piso y no pude hacer nada. Ya era demasiado tarde.
— ¿Ellos? — inquirió con intriga.
— Sí, ellos. Eran dos hombres, vestían de negros y tenían pasamontañas en la cabeza y ahora me van a matar, ellos vendrán por mí —habló sin parar intentando decir todo de una vez para poder despertar de esa pesadilla y recordando que debía salir de la empresa y seguir las instrucciones que le dio su jefe.
—¿Esas personas la vieron?
— No, pero tienen mi cartera, mi identificación, todo.
— Tranquila, usted es nuestra testigo y la protegeremos—comentó para tranquilizarla y apoyando una mano sobre el hombro de la joven dijo—. Loreta, ahora debe soltar al ceo para que podamos hacer nuestro trabajo.
— Él está muerto y no tiene a nadie, solo a su esposa —la secretaria se cubrió la boca con una mano y entonces exclamó—. ¡Oh por Dios! ¿Cómo le diré a esa mujer que mataron a su esposo?
— No se preocupe, nosotros nos haremos cargo de todo, pero ahora necesitamos recaudar evidencia. Señorita, necesita alejarse, por favor acompañe a mi colega —le indicó el oficial y ella asintió.
Un agente mujer llegó a su lado y con cuidado ayudó a Loreta a incorporarse, la tomó con delicadeza de un brazo y la apartó del cadáver.
— Señorita, por favor salgamos de aquí, necesitamos hacerles un par de preguntas de rutina —le murmuró.
Entonces la secretaria reaccionó al sentir la calidez de la mano de la agente sobre su piel y dijo
— Necesito ir a casa, esos hombres tienen mi cartera, le harán daño a mi hermana, no puedo seguir en este lugar —gritó mirando con desesperación al oficial.
— Dejen el interrogatorio para mañana, ahora acompañen a la testigo a su hogar y dejen un patrullero en la entrada principal de la residencia —ordenó Fort y la agente asintió.
— Muy bien.
Loreta salió de la sala de juntas, entonces se dio cuenta que en la mano sostenía con fuerzas el celular y en su dedo estaba la sortija de Lewis y un escalofrío recorrió su cuerpo. De prisa recogió su abrigo y guardó en el bolsillo la sortija de su jefe, pese a que todo era irreal, y parecía un mal sueño del que deseaba despertar, ella seguiría al pie de la letra las indicaciones del señor O’Connor y buscaría a su hijo ilegítimo.
Al llegar a su departamento la niñera estaba sentada en el pequeño sofá y por su expresión era evidente que estaba muy molesta, pero al ver a Loreta se incorporó de prisa y la miró con asombro. El rostro de la secretaria estaba cubierto de sangre, sus ojos estaban inflamados de tanto llorar y la acompañaba una mujer policía.
— Loreta, ¿estás bien?—preguntó visiblemente preocupada y tomándola de ambos brazos para examinar el cuerpo de la joven—. ¿Qué te sucedió? ¿Te asaltaron, te hicieron daño?
Loreta no podía hablar, estaba como en trance desde que salió de la oficina pensando en que su vida estaba nuevamente sin rumbo, ahora con su jefe muerto se encontraba sin trabajo y con un montón de deudas que pagar y lo más importante su hermana debía seguir en rehabilitación y sin dinero era imposible pagar su tratamiento. Con pesar pensó en su hermana, ella estaba logrando grandes avances y ahora no podía dejar de asistir. De forma automática se dirigió al baño ignorando por completo el interrogatorio de su empleada. En estos momentos solo necesitaba una ducha, quitarse el olor del habano de Lewis de su cuerpo, reflejar con jabón su piel hasta eliminar la última gota de sangre e intentar olvidar el calvario que vivió.
— Oficial, ¿qué pasó?—inquirió la niñera al ver que no obtenía ninguna respuesta de Loreta.
— La señorita fue testigo de un asesinato, por tal motivo se encuentra en shock y temo que su vida corre peligro —respondió con seriedad.
— ¿Puedo saber a quien asesinaron?—la curiosidad era mucho mayor que su preocupación.
— Al señor Lewis O’Connor, el presidente de la compañía en donde trabaja la señorita —respondió.
—¡Oh por dios!—exclamó llevando su mano al pecho de forma exagerada.
— Señora, tengo entendido que es la niñera de Lucia y que trabaja para Loreta.
— Así es.
— Entonces lo siento mucho pero debo pedirle que se retire inmediatamente —ordenó y al ver la expresión de sorpresa de la mujer le aclaró —. La señora Loreta está bajo custodia policial y toda persona ajena a la casa debe salir de este lugar. Los hombres que atacaron al señor O’Connor pueden venir tras ella y es preciso preservar la integridad física de todas las personas que viven en el edificio.
— Entiendo, mi departamento está en el quinto piso, cualquier cosa que necesite estoy a su servicio —dijo la mujer buscando con desesperación su bolso antes de salir corriendo de ese lugar, sin siquiera esperar la paga.
Loreta estaba bajo la ducha, el agua se teñía de rojo bajo sus pies y el olor óxido de la sangre se mezclaba con el perfume del jabón, ella reflejaba su rostro con desesperación intentando en vano olvidarse de todo, hasta que finalmente se detuvo al ver que la espuma era blanca y ya no quedaba rastro de nada.
Tranquila cerró el grifo, se cubrió con la toalla y caminó hasta el espejo, entonces limpiando con su mano el vapor que impedía ver su rostro dijo en voz alta.
— ¡Tú eres fuerte Loreta! ¡Tú puedes y como siempre encontrarás una solución a este caos!
Un poco más animada agarro la ropa que había desparramada en el piso para dejarla en el cesto para lavar cuando del bolsillo de su tapado se callo la sortija y comenzó a girar como trompo sobre el cerámico. Ese simple movimiento hipnótico le dio la confianza suficiente a Loreta para llamar al Dragon Blanco, así que buscando el celular que tenía entre la ropa, marcó ese número y esperó impaciente a que alguien del otro lado de la línea respondiera…
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Comments
Giovanna Vásquez Medina
Dios 🫢 mío Loreta espero hagas todo lo que te dijo tu jefe corres peligro ⚡ con tu pequeña hija 😍
Gracias 😊 querida escritora @Lola Lu 🇦🇷 por actualizar 😌 sigamos apoyando con me gusta publicidad comentarios y regalos ☺️😊
2025-08-17
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Carolina A²V
como le puede cambiar la vida a una persona en segundos, que vendrá ahora
véalo en el próximo capitulo misma aplicación bajó la autoria de nuestra @Lola Lu 🇦🇷
2025-08-16
18
Carolina A²V
por 2 obvias razones me limitaré a comentar corro el riesgo que mi Lolis Lu me bloquee o me destierre de la novela 😂🤣🤣
2025-08-16
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