La cena estuvo muy deliciosa, por excepción de que me sentía un poco incómodo y nervioso de tener a Félix justo enfrente. De repente hacíamos contacto visual, pero sus pupilas se alejaban de mis ojos tan pronto yo quería permanecer mirando sus ojos. ¡Qué cobarde!
—¿Por qué te volviste competidor de carreras automovilísticas? —Le pregunta Luisa.
Todos esperan a que él responda y yo conozco ese motivo.
—Siempre fue mi sueño.
—¿Y no estás buscando esposa? —La suegra de Laura le lanza la pregunta.
—¡Madre! —Luisa reprende a su madre.
—¿Quieres casarte pronto? —El suegro de mi hermana se atreve a preguntar.
—¡Padre! —Reprende James.
—Me atraparon, es verdad —dice Félix—. Si estoy buscando casarme. Cualquiera entre la edad de dieciocho y ochenta puede ser un prospecto para mí.
—¿Y nunca has tenido una relación? —Luisa estaba siendo muy entrometida.
—Sí. Tuve una relación que casi me lleva al matrimonio, pero al final no se dieron las cosas.
—¿Tú no accediste o fue...?
—Me rompieron el corazón —Félix se atreve a mirarme a los ojos y esta vez no aparta la mirada.
—Bueno, esa persona debe estar pagando el daño que te causó —Luisa toma la mano de Félix y traza caricias suaves con su pulgar.
¡Qué atrevida es ella!
❤️❤️❤️
Sus manos están tocándose, ellos bailan y sonríen y yo estoy de estúpido muriéndome de celos por verlos disfrutar de la noche.
—¡No puedo creerlo! —Dice mi hermana.
Se acerca a mi lado, yo estoy tocando el piano y la melodía suena de forma dulce para amenizar la fiesta. ¡Esto es como en un cuento de hadas!
—¿Qué es lo que no puedes creer?
—Félix dice que no te reconoce. Que has estado muy distante y frío de todo lo que él dice.
—¿Muy frío y distante?
—Pero yo te defendí. Le dije que en realidad habías cambiado un poco tu sentido del humor desde aquella vez que tuviste una infección en el ojo y todos te decíamos barba negra.
—¡Laura! Eso no ayudó.
—¿A no? Pero yo siento que desde allí tu sentido del humor es diferente.
—Como sea, Félix nota la diferencia que tengo hacia él.
—¿Y por qué no hablan? Mira, no puedo soportar la idea de que Luisa y él...
—¿Y por qué no puedes soportar esa idea? Después de todo, ellos pueden hacer lo que quieran.
—Tal vez pueden hacer lo que quieran, pero, sé que a ti te duele.
—¿Me duele?
—Sé que aún sientes cosas por él.
Sus palabras me desconcentran y entonces me pierdo en las notas musicales. ¡Estropeo la canción!
❤️❤️❤️
La ventana me permite disfrutar de la brisa. Mi conejo está acurrucado a mi lado y tengo mis pies cubiertos con unos calcetines de rombos.
Félix estuvo muy distante anoche y me siento como un tonto al no saber qué hacer después de volver a encontrarnos. ¿Por qué la vida me hace esto? ¿Por qué estamos jugando a los exes dolidos?
—¡Ya decídete! Ámame o déjame, pero ya no me hagas sufrir —mi voz es muy clara.
—¿Estás bien? —Me pregunta Laura.
¡Mierda! Ella se va a dar cuenta y entonces me tendré que tragar mis palabras de ayer cuando ella confirme que si siento cosas por Félix.
—Sí, yo solo estaba ensayando un diálogo de una historia que planeo escribir.
—De acuerdo.
—¿Cómo estás?
—Estoy cansada. ¡Necesito salir de vacaciones!
—¿A dónde te gustaría ir?
—Tengo ganas de ir a Cancún, pero no creo que podamos ir. Si a caso llegaremos a Veracruz y eso sí es que logro que James quiera que vayamos a la playa.
—¡Gus! ¡Gus! —Mis sobrinos parecen buscarme.
—Pues espero que si puedas salir de vacaciones.
—Tu deberías venir con nosotros. Le diré a James que hagamos un viaje ahora que está Félix por aquí. ¡Quiero remediar el error del pasado!
—¿Error del pasado?
—Sí. En parte yo influí en mamá para que no te casaras con Félix. ¿De verdad lo amas?
Nunca imaginé que mi hermana me diría algo así, sentí mi corazón muy frágil.
—Yo solo sé que, mi sentir no es muy estable en este momento. ¡No creí que volver a verlo me haría sentir tan inestable y nervioso!
—¿Le amas?
—No podría decir que lo amo, pero una parte de mí sí siente afecto por él —soy sincero con ella.
Mis sobrinos aparecen detrás de mi hermana y sonríen con amplitud.
—¡Gus! Ven a jugar con nosotros —piden ellos.
El viento nos golpea la cara, nuestros pies se deslizan por la pradera boscosa y ellos me persiguen.
—¡Mal rey!
—¡Rebeldes!
Ellos me apuntan con unas varas que simulan ser espadas.
—¡Mal rey! Tienes que morir.
Y mi zapato se atora con una piedra y yo termino en el suelo. Mis sobrinos se abalanzan contra mí y empiezan a golpearme con las varas. ¡Me duele la espalda!
—¡Basta, niños! Me duele.
—¡Mal rey! Tienes que morir.
La vara me golpea en el cuello y la piel me arde. ¡No puedo levantarme!
—Es suficiente niños, vayan a tomar agua —él les dice.
Veo una catarina sobre el pasto, abro los ojos y me pongo de pie. Giró a ver su rostro pero él me ha dado la espalda.
—Esto fue muy irresponsable. Hay muchos mosquitos en este lugar —dice Félix—. Los niños podrían haberse lastimado.
Me sobo un poco la espalda, lo veo alejarse y entonces me armo de valor para decirle lo que siento.
—¡Félix! Estoy haciendo todo lo que puedo.
—¿Lo que puedes? —Se detiene y lentamente gira a mirarme—. ¿Sobre qué?
—Sobre nosotros.
—¿Nosotros?
—No quiero que estés enojado.
—¿Y cómo quieres que esté?
—¡No lo sé! Pero te puedo decir que esto no es tan sencillo para mí.
—¿Y solo para ti?
—¡Me equivoqué! ¡Lo siento!
—¡Me rompiste el corazón! No tienes ni idea de lo que estás diciendo.
—Yo...
—¡Tengo que irme! Luisa me espera.
Entonces se dio la vuelta y comenzó a caminar. Se alejó de mí, me quede estático, con el viento empujando mi cuerpo y el sonido de las ramas meciéndose sobre mi alma. ¿Por qué tuvimos que reencontrarnos otra vez?
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