la mascara

La entrada a la pirámide es una abertura estrecha y oscura, apenas visible entre las enredaderas. Con cautela, te adentras en el interior, seguido de cerca por Melanie, Lucio y algunos soldados de West Yorck. El aire dentro es aún más denso y húmedo, y el olor a humedad y piedra antigua te golpea con fuerza. A medida que avanzas, la oscuridad se intensifica, obligándote a encender antorchas. Las paredes están cubiertas de jeroglíficos extraños, símbolos que no se parecen a nada que hayas visto antes. A pesar de la oscuridad y el silencio, sientes una presencia, una sensación de que algo te observa desde las sombras.

Tras un largo descenso por un pasillo angosto, llegas a una cámara más grande. En el centro de la cámara, se alza un altar de piedra, similar al que viste en el claro de los guerreros de la selva. Pero este altar es diferente. Está cubierto de oro y joyas, un tesoro deslumbrante que brilla a la luz de las antorchas. Melanie exhala un suspiro de asombro. ´Madre mía...´, murmura.

´Esto es increíble.´ Entre las joyas y el oro, descubres un objeto que llama tu atención: una máscara de oro macizo, con incrustaciones de piedras preciosas. La máscara representa el rostro de una criatura desconocida, con ojos rasgados y colmillos afilados. La tomas en tus manos, sintiendo su peso y su frialdad. Una energía extraña emana de la máscara, una vibración que te recorre el cuerpo. ´Esto es valioso´, dices, tu voz resonando en la cámara. ´Más valioso de lo que podríamos haber imaginado.´ Les ordenas a los soldados que recojan todo el oro y las joyas que puedan llevar.

Sabes que este tesoro podría cambiar el destino de tu reino, que podría justificar la sangre y el sudor derramados en esta expedición. Pero mientras observas la máscara en tus manos, sientes una inquietud creciente. Algo no está bien. Sientes que este tesoro viene con un precio, que la selva de Tarquitia no entrega sus secretos sin cobrar un tributo.

La codicia se enciende en los ojos de Melanie mientras observas la máscara dorada. "Alecxis", dice, su voz ahora carente del tono pragmático de antes, "creo que esa máscara debería ser entregada a crystalia. Después de todo, mis hombres y yo te hemos salvado la vida."

La confrontación es inevitable. "Esta máscara pertenece a mi imperio," respondes, tu mano aferrándose con fuerza al objeto. "Y no olvidaré la ayuda prestada, pero este tesoro es mío por derecho de conquista."

Melanie frunce el ceño. Sus manos se cierran sobre la empuñadura de su espada. "Derecho de conquista? Te recuerdo, Duque, que estás en territorio neutral. Y que mi ejército es el único que se interpone entre tú y la selva."

Las palabras son una declaración de guerra. Desenvainas tu espada, la hoja de acero reflejando la luz de las antorchas. Tus hombres y los de Melanie se colocan en posiciones de combate, el oro y las joyas olvidados en medio de la tensión creciente.

El choque es rápido y brutal. La habilidad de Melanie es evidente, sus movimientos precisos y agresivos. Pero la furia y la determinación alimentan tus golpes. Te mueves con una ferocidad que sorprende incluso a tus propios hombres. Esquivas, bloqueas y contraatacas, cada movimiento imbuido de la voluntad de sobrevivir.

Finalmente, logras desarmar a Melanie, su espada cayendo al suelo con un resonante clang. La inmovilizas contra el altar, tu espada apuntando a su garganta. Su respiración es agitada, sus ojos llenos de ira y frustración.

"Esto se acabó, ," dices, tu voz firme. "Agradezco tu ayuda, pero no permitiré que me robes lo que me pertenece."

En lugar de matarla, decides ser misericordioso. La atas firmemente con cuerdas que encuentras en uno de los bultos saqueados, asegurándote de que no pueda liberarse fácilmente.

"Lucio", ordenas, "asegúrate de que la esté bien atada. No quiero que sufra daño, pero tampoco quiero que escape."

Luego, tomas la máscara dorada y te diriges a la salida de la pirámide, dejando atrás a Melanie y su ejército.

Al salir de la pirámide, sentiste un escalofrío recorrer tu espalda. Habías logrado vencer a Melanie y asegurar la máscara dorada para ti mismo, pero sabías que esta confrontación era solo el comienzo de una larga lucha por poder y dominio en aquel territorio neutral. Con determinación en tus ojos, te adentraste en la oscuridad de la selva con tus hombres y Lucio quien se convirtió en alguien en quien confiar ,marcharon rumbo al reyno lux con el botin. y lo más especial la mascara

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ladia120

ladia120

Me muero por más

2025-08-12

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