Es una concubina

En una habitación con una decoración simple, estaba siendo preparada por algunas doncellas una mujer de apariencia hermosa y delicada como una flor de loto.

Las doncellas eran un poco bruscas y hacían su trabajo con violencia.

Aquella mujer estaba asombrada, ya que no recuerda tener esa apariencia tan joven y refinada, y menos conoce la habitación en dónde estaba.

No es que sea fea, siendo Karina siempre fue agraciada en cuestión de belleza, el detalle está, en que no reconoce la imagen del espejo y aquel lugar es diferente al que está acostumbrada a ver.

Las mujeres que la estaban atendiendo, parecen ser unas sirvientas de animé, por lo que deduce que está en alguna especie de sueño de época. El vestido casi transparente que lleva puesto en su cuerpo, parece un camisón de época, era feo, pero fresco.

Ella solo se estaba dedicando a mirar, pero unas de las doncellas tira con un poco de fuerza sus cabellos, y eso le causa un dolor horrible.

—Fíjate en lo que haces mujer, no ves que me duele— se queja la mujer y la sirvienta que le tiró del cabello se ríe.

—Su opinión no importa, usted aquí no es más que una princesa sin valor, una que está destinada al fracaso— grita esa sirvienta con mucha altanería y burla y las demás se ríen, todas estaban de acuerdo en lo mismo.

¿Cómo que princesa?

Se preguntó la mujer en sus pensamientos y nuevamente una de la sirvienta que le estaba peinando le tira del cabello.

Eso enojó a Karina quien sin que todas esas sirvientas se lo esperen, las aleja a todas de su cuerpo y le da una bofetada en la cara a la que tiró su cabello.

—Todas ustedes salgan de mi vista, o sufrirán mi ira— dice ella con ira y las sirvientas salen corriendo del lugar, sus rostros estaban asustados, como quien ha visto un fantasma.

Pronto la habitación estaba sola, y Karina se quedó pensando en la situación.

Tal parece que ha viajado a otra época, y se ha convertido en alguien más.

Ahora bien, no sabe quién es esa persona a la que le ocupa el cuerpo, por lo menos es bella y tiene buen cuerpo.

Ella no tardó en conocer quien era, ya que recuerdos amargos llegaron a su memoria, recuerdos que le hicieron caer de dolor al suelo.

Por instinto se lleva las manos a la cabeza, y se pone en posición fetal, su cuerpo estaba pasando por mucho estrés, y no era para menos, ella en esos momentos estaba viviendo en carne propia el sufrimiento de aquella chica de nombre Charlotte Lanco, la princesa de un reino caído.

Pronto los recuerdos cesaron y el dolor se fue, ella se endereza y se sumerge en sus pensamientos.

«Al parecer está es mi nueva vida, y tengo que defenderla, no se que está pasando, pero está vida no me la dejaré quitar, no volveré a vivir como los demás quieren que lo haga»

«Estoy justamente dónde está chica es violada por aquel bastardo infeliz, y no voy a permitir que nadie me haga pasar por lo mismo que está chica, y quien se atreve a meterse conmigo, no tendrá un buen fin»

Termina de pensar ella, para luego ponerse de pie, y en esos momentos llega una mujer con una corona en la cabeza y una mirada arrogante. Detrás de ella estaban las sirvientas que había corrido hace poco.

La mujer llevaba un vestido grande adornado con piedras preciosas y tenían un maquillaje exagerado, uno que en vez de hacerla ver hermosa, se ve como un payaso. Esa es la emperatriz Marisela.

Una risilla se escapó de los labios de quien a partir de hoy será Charlotte.

La emperatriz la miró con desprecio, y dijo algunas palabras despectivas.

—Me dicen mis sirvientas que las sacaste de la habitación, no se quien te crees, pero no puedes tratar mal a mi gente— dice ella apuntando a la joven y ella se hace la desentendida.

—¿Me hablas a mí?— pregunta ella y aquella mujer quien lleva por nombre Maricela, y es hija del primer ministro Duarte, se enojó.

—No te creas mucho, no eres más que una princesa de un reino caído, una persona como tú, solo está destinada al fracaso— le grita ella y Charlotte sonríe, ahora entiende la actitud arrogante de las sirvientas.

—Te dices ser la emperatriz, pero tiene los modales más pobres que tus sirvientas, y déjame aclarar algo, por mis venas corre sangre imperial, y si hablamos de estatus, tú no eres nada sin tu título de emperatriz y de las demás mujeres del emperador ni se diga— dice ella y la emperatriz se enojó más, ella trató de darle una bofetada en la cara por sus palabras, pero Charlotte atrapó el golpe antes de caer en su cara y le sujetó la mano con fuerza.

—Emperatriz, por su bien no se meta conmigo, no soy muy tolerante y de vez en cuando tiendo a tener mal humor, así que, fuera de mi habitación o me olvidaré que eres la emperatriz— le dice ella para luego dejar ir la mano de Maricela, quien se fue de allí seguida de sus sirvientas, dejando sola a Charlotte, la cual dejó salir un suspiro, parece ser que la cosa no estarán tan simples.

Ahí en el harem del emperador, quien era la primera concubina antes que Charlotte, estaba rompiendo todo a su paso, no ha pasado tanto tiempo desde que esa mujer llegó al harem, y ya todas han cambiado de puesto por su culpa.

La mujer estaba furiosa y se siente humillada, ella era la primera concubina, pero ahora pasó a ser la tercera, y eso es humillante para ella y su familia, quienes están más cerca del emperador Alfonso, su padre es su secretario, es la mano derecha del emperador.

La mujer rompía todo lo que podía y llevaba rato descargando su furia de ese modo, fuera de su habitación estaban sus doncellas, y tenían una cara de pánico.

La emperatriz Maricela, quien después de ir a la habitación de Charlotte, se fue a la de aquella mujer de nombre Rocío Romero, la recién llegada entró a la habitación y dijo algunas palabras.

—Será mejor que te calmes, no vas a solucionar nada rompiendo todas tus pertenencias, mejor hagamos una alianza para eliminar a esa princesa de cuarta— le comenta la emperatriz y Rocío deja de romper.

— ¿Es que no ves? esa mujer llegó hace poco y ya tiene mi puesto, ¿qué sigue, tu puesto de emperatriz?— pregunta ella furiosa y la emperatriz se puso seria.

—Antes de llegar a mi puesto morirá, las demás concubinas están de acuerdo en hacerle la vida un infierno, tú también debes de cooperar, ya verás que pronto tendrás tu puesto, estoy segura de que pronto volverás a tu lugar, ella en este imperio no tiene ningún poder— dice ella y esa mujer sonríe con malicia.

—Me gusta la idea, vamos a eliminar a esa mujercita— le responde ella y ambas salen de allí y se van a hablar con las demás mujeres del emperador, quienes ya estaban de acuerdo en hacerle la vida difícil a Charlotte, solo porque el emperador puso sus ojos en ella.

No cabe dudas que las mujeres en todas las épocas cuando quieren ser brujas, lo son a lo grande.

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Comments

✨✨Esmeralda Guzman✨✨

✨✨Esmeralda Guzman✨✨

yo entiendo que en ésas épocas estaba bien visto tener un harem qué algunas mujeres fueran felices con ser concubinas pero para mí eso es una pobre aspiración si de por si en cualquier época es difícil ser mujer peor lo es con esas aspiraciónes y ese grado de sumisión no todas las mujeres están ahí porque quieren pero desgraciadamente casi siempre el peor enemigo de una mujer es mujer

2025-08-09

5

morenita

morenita

esas mujeres estúpidas no saben con quién se están metiendo ,cada una de esas brujas conocerá y vivirá en carne propia lo que hicieron sufrir a la antigua Charlotte

2025-08-07

4

Guadalupe Aviles

Guadalupe Aviles

que no debería ser así y menos por un hombre pero claro no solo es por el hombre verdad

2025-08-08

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