Isamar Macip
El vicepresidente me llama para que vayamos a su oficina luego de hablar con el nuevo jefe y supongo que querrá algo de información por nuestra inesperada reunión.
—Permiso— digo al llegar y entrar directamente.
Me paro frente al escritorio y observo a Samuel bastante tenso o preocupado.
— ¿Qué te dijo?
—Lo mismo que usted. Que no puede despedirme.
—Esa fue una buena idea de mi hermano. Tú eras su empleada favorita, además de considerarte una hija. Sabes cómo nos manejamos nosotros y lo que nos agrada, aún sin tener la necesidad de comunicártelo.
—Entiendo— respondo, y la verdad es que sí, lo hago, pero no me creo indispensable.
—Ahora solo deberás soportar a mi sobrino. Es amargado desde que nació, no te preocupes, ni te asustes. No tiene humor para nada y, sinceramente, tal vez ni siquiera deberás verlo porque dudo que pueda quedarse en este país.
—¿Piensa que manejará la empresa desde Canadá?
—Es una posibilidad. Vuelve a su aburrida vida con su falsa novia y se asegura de que su madre no le presente a cualquier mujer.
—Entonces, ¿esa es la razón por la que se fue?
—Solo supongo. María ha querido que él se case desde que tuvo veintisiete, pero ya ves, no lo ha logrado.
—Puede que lo haga con la señorita Violet.
—No, sé que eso no pasará. — niega muy seguro.— Esa relación es la conveniencia justa para ellos. Salvador se libera de un posible matrimonio y ella disfruta de los negocios que él consigue. Para las modelos mayores de treinta, es difícil conseguir contratos cuando sus cuerpos "no dan la talla"— hace comillas con sus dedos — Desgraciadamente, así es ese tipo de trabajos. Deben verse eternamente jóvenes, pero eso, obviamente, se termina.
—De igual manera, el señor Salvador tiene su propia empresa
—Es cierto, y ha dejado a uno de sus amigos a cargo. Sin embargo, mi sobrino piensa igual que los Toledo: solo uno puede asegurar un buen trabajo. O mandarlo a la quiebra, aunque de eso, es preferible también ser uno mismo quien ejecute sus errores.
— Claro...
Hago silencio porque ya no sé para qué me llamó. No me ha preguntado nada que me parezca importante.
—¿Ordenó reformas?
—No.
—¿Ver documentos?
—Todavía no, pero supongo que querrá hacerlo.
—Los que yo tengo, no puedes dárselos.
—¿Qué le digo cuando me los pida?
—Que venga a hablar conmigo.
Asiento,aunque no muy segura de eso. Jamás había visto al señor Samuel preocupado por la revisión de unos contratos.
A los pocos segundos me pide que vuelva a mi puesto y allí está el asistente de Salvador Toledo, sentado en mi silla, moviendo mis pertenencias de lugar y haciendo caras raras al fondo de pantalla en la computadora.
—¿Qué haces?— le pregunto
—Este es mi puesto.
—Estás equivocado, es el mío—me señalo a mí misma.
—Lo era. Ahora debes estar en aquel escritorio — me señala uno cerca del ascensor, que mira justamente hacia las puertas.
Más que secretaria, seré recepcionista de piso. Veré quien entra y sale de aquí, como si eso fuese importante. Incluso hay empleados que entran solo a hablar con el vicepresidente para obtener la autorización de algún permiso de diseño.
Me dedico a ser secretaria de presidencia y por lo mismo debería estar cerca de la oficina, pero el nuevo jefe quiere retirarme de mi cargo, aunque no pueda despedirme por lo que dejó dicho o escrito su padre.
Aún parada en mi escrito, del cual todavía no he sacado nada, aunque el asistente Juan me las está entregando; despierto de mi nube quejumbrosa, donde solo he tenido pensamientos inservibles, y voy hasta la puerta del CEO.
Él da la autorización de entrada y se cruza de brazos al verme entrar.
—Dije que hablarías únicamente con Juan.— me regaña y recuerda.
—Lo sé, pero tu asistente me está echando de mi escritorio.
— Yo se lo he pedido.
—No puedes hacerlo.
—No tengo permitido despedirte porque mi padre dejó estipulado que deberás ser la secretaria de presidencia hasta que tú misma decidas renunciar, lo que creía imposible. Sin embargo, en ningún lado dice que no pueda alejarte de mi puerta, la cual será ocupada por mi asistente. Me conoce perfectamente y sabe lo que necesito, antes de pedírselo.
—Eso lo entiendo, es tu mano derecha y todo lo que quieras, pero ese es mi puesto. No tengo porqué moverme hasta las puertas del ascensor.
—Lo tomas o lo dejas. Puedo recibir y firmar tu carta de renuncia cuando gustes.
—Así que eso es lo que quieres.— me rio sin poder controlarlo.
Salvador Toledo quiere que me vaya de la empresa y no sé por qué. Jamás lo había visto, ni hablado de él.
Bueno, lo último sí, pero solo con la señora María, su madre. Bien de chusma.
—No, para nada, solo te doy una opción.
—No me agrada, lo siento— respondo con una sonrisa fingidamente tímida.
Él me mira unos segundos y suspira casi derrotado, por lo que supondrá que no será fácil sacarme de este edificio.
—Aleja tu escritorio hacia un punto en el que puedas ver y manejar, tanto el lado de presidencia, como de vicepresidencia.
—¿Seré secretaria de ambos?— cuestiono con dudas
—Algo así, pero más que nada, serás quien informe quién entra a este piso.
—No soy, ni sirvo para recepcionista. No tengo simpatía.
Le miento descaradamente porque sé que si me lo propongo, podría ganar el concurso de Miss en esa categoría, pero no quiero hacer lo que él me pide. Sé que doy para más.
<
Tengo información valiosa, tanto de la empresa y de la propia oficina, como de cada empleado y documento.
No soy una más del montón registrado bajo las labores de la joyería. Soy quién tiene los secretos que el señor Saúl me confesó y sé en quién confiar o no. Sé que socio vale la pena y quién está del lado de la competencia...
—He dado una orden como el nuevo dueño que soy, por lo que debe cumplir, señorita Macip.
Toledo frunce el ceño supongo que harto de hablar conmigo o bastante cansado de verme compartiendo el mismo espacio con él, pero la verdad es que me quiero retirar triunfante, sabiendo que no puede despedirme y debe ceder ante mi reclamo.
—¡Haz tu trabajo dónde te parezca más cómodo, pero vete ya!— exige.
Le sonrío y agradezco con sarcasmo, como si él me hubiese sorprendido con la dichosa oferta. Sin embargo, no quiero seguir tensando su humor,así que me voy de la oficina y lo dejo solo.
Su actitud fue provocadora, desafiante, autoritaria y sumisa, pero yo no me quedé atrás e hice prácticamente lo mismo. Que horror, esto será una guerra interminable, en donde solo ganará el que tenga más paciencia.
🦇🦇🦇🦇🦇🦇🦇
COMO SABENNNNN Y SIEMPRE LO REPITO ¡¡¡LAMENTO LA DEMORA!!! 🖤
Un cap más para conocer la personalidad de nuestros personajes y el próximo será con el punto de vista de Salvador... ¡Las amo, hasta el siguiente!
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 21 Episodes
Comments
Milcaris
Quizás se queda con la excusa de querer observar de cerca el manejo de la empresa y descubrir la relación que si padre tenía con la secretaria.
2025-08-07
10
Giovanna Vásquez Medina
Realmente él piensa que ella tuvo algo con su padre 😢 y quiere que ella renuncié le hará la vida a cuadritos y ella no se dejará con él !!!
Gracias 😊 querida escritora por actualizar 😌 sigamos apoyando con me gusta publicidad comentarios y regalos ☺️
2025-08-14
4
Eudy Brito
Yo creo que ella es la horma del zapato de Salvador, y para su mal ella sabe más que él de la empresa. Será una guerra campal 🤭🤭🤭
2025-08-07
4