Sombras de un pasado ardiente

Jenna se sentó en el borde de la cama, el eco de las llamas aún resonando en su mente. Había pasado tres años desde el devastador incendio que se llevó a su esposo, Marco, y aunque el tiempo se había deslizado lentamente, las sombras del pasado seguían persiguiéndola. Tres años, y el dolor seguía fresco, como si el fuego aún ardiera en su corazón. La casa que compartían, un refugio construido con amor y sueños, ahora era un recordatorio constante de su pérdida. Ajenos al mundo exterior, los dos habían creado un hogar lleno de risas y recuerdos felices. Pero en una noche fatídica, todo eso se desvaneció en un estruendo y un humo negro que lo consumió todo. La imagen de Marco atrapado por las llamas se repetía en sus sueños, y aunque sabía que debía encontrar la fuerza para seguir adelante, el temor de olvidar lo que había sido la mantenía atrapada en el pasado. La vida no se detuvo por su dolor. Jenna comprendió que debía reestructurar su existencia, salir a buscar un nuevo amor. Fue una idea aterradora, pero su hermana, Marta, le había insistido en que la vida debía continuar. “La felicidad es un camino, no un destino”, decía siempre. Pero cada vez que intentaba abrir su corazón a alguien nuevo, dejaba de ser posible porque su mente regresaba al incendio, a la pérdida, a Marco. Un día, mientras paseaba por el parque, vio a un hombre que la hizo detenerse. Se llamaba Lucas; su sonrisa y su energía eran cautivadoras. Él trató de entablar conversación, pero Jenna, presa de sus propios fantasmas, le sonrió tímidamente y continuó su camino. Sin embargo, algo en Lucas la inquietó y, sin darse cuenta, empezó a observarlo. La forma en que interactuaba con los niños y cómo su risa resonaba en el ambiente hicieron que Jenna sintiera una chispa de lo que alguna vez había sido. Pero la sombra de su pasado era demasiado fuerte, y la única manera de liberarse de aquella carga era enfrentarse a ella. Al caer la noche, regresó a casa, donde las paredes parecían susurrar los recuerdos de Marco. El reloj sonó a las ocho; era la misma hora cuando el fuego comenzó y su vida se desmoronó. Esa noche, impulsada por una necesidad casi absurda, decidió buscar a Lucas. Fue una decisión impulsiva, y su mente estaba llena de dudas sobre si realmente quería dar ese paso. Después de unos días de incertidumbre, halló el valor y lo encontró en el mismo parque. Conversaron, y a medida que se sinceraban, Jenna dio pequeños pasos hacia la apertura, sin darse cuenta de que las sombras del pasado estaban respirando más cerca de lo que ella creía. Lucas parecía ser la luz que arrastraba las nubes, pero algo en su trasfondo la mantuvo en guardia. Era un hombre atractivo, pero los ojos que miraban con interés también contenían un misterio. A medida que profundizaban en su relación, Jenna sintió que las imágenes tormentosas de esa noche empezaban a desvanecerse. Pero el alivio fue efímero. Una noche, mientras cenaban, Lucas le compartió una historia de su infancia. Era sobre un incendio en su barrio, un evento que dejó cicatrices en su propia vida. Estaba contándola entre risas, pero su rostro se nubló al recordarlo, y Jenna sintió que una conexión inesperada se formaba entre ellos. Era como si ambos compartieran una herida profunda que los unía, dando lugar a un nuevo vínculo. Sin embargo, la trama se tornó oscura cuando un fotógrafo local, conocido por sus investigaciones del crimen en la zona, apareció en el parque donde se encontraban. Atraído por la conversación y el ambiente, prestó atención a la conexión casi palpable entre Jenna y Lucas. Sus instintos periodísticos se activaron, y comenzó a seguirlos. Esa noche, tras una conversación más profunda, Jenna regresó a casa y encontró un sobre en su buzón. Tenía fotografías de Marco en el incendio, imágenes que creía haber dejado atrás. El periódico local cubrió la tragedia, pero Jenna golpeó el suelo, negándose a revivir su dolor. Intrigada y alarmada al mismo tiempo, decidió enfrentar a Lucas. Se encontró con él, pero su estilo de vida y los secretos ocultos comenzaron a inquietarla. ¿Por qué llevaban ambos un peso del pasado tan similar? ¿Era simplemente una coincidencia o había algo más oscuro en su historia? Las sombras volvían a acercarse, y Jenna se encontró en una encrucijada, entre el miedo al amor y la necesidad de enfrentarse a sus traumas. Decidió investigar y, al sumergirse en las historias del incendio que había marcado su vida, se dio cuenta de que había más verdades ocultas. Cada pista la llevó más cerca de un oscuro secreto que vinculaba a su familia con el trágico evento. En ese proceso, también comenzó a ver a Lucas de una forma diferente, como si su conexión estuviera templada por lo que habían perdido. Mientras la tormenta de recuerdos se desataba a su alrededor, Jenna se vio obligada a tomar una decisión: continuar su búsqueda de amor y redención, o enfrentarse a los demonios de su pasado. A medida que más secretos salían a la luz, comprendió que la vida, en su cruel y retorcida manera, puede empujarte hacia situaciones impredecibles, y a veces es necesario salir del fuego para renacer de las cenizas. La pregunta seguía sobre su cabeza: ¿podría dejar atrás el pasado y aprender a amar nuevamente? El tiempo, como siempre, sería el jurado final.