Edward subió al avión, escuchó al piloto indicar que se pongan el cinturón de seguridad. Las aeromozas lo quedan mirando de reojo, tiene unos ojos azules encantadores, su metro noventa de estatura lo hace resaltar en cualquier lugar; y aunque la mayoría de sus viajes siempre fueron en primera clase, después del día que llevó a la policía a desbaratar el negocio de su padre todo cambió para él.
Mientras las aeromozas cuchichean por la apariencia de ángel de Edward, pocas podrían imaginar que lleva una fiera encerrada dentro de él; y mientras recuesta su cabeza en el asiento, las imágenes del momento de quiebre para la vida de su padre llegaron una vez más a su mente.
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...** Hace nueve meses **...
...(⚠️Esta escena contiene violencia, podría no ser apta para personas sensibles⚠️)...
La isla parecía estallar desde dentro, los disparos cruzaban el aire, se podía escuchar el sonido de las balas cuando rebotaban contra las paredes de concreto; era difícil distinguir los gritos de los criminales alertando que la policía había llegado, y los gritos de pánico, de las mujeres que estaban ahí, privadas de su libertad para satisfacer la perversión de hombres sin escrúpulos.
Mientras las mujeres se escondían dentro de los cuartos que odiaron desde el momento que se convirtieron en su tortura, los cuerpos de sus custodios, caían abatidos sobre la cerámica fría de los pisos blancos que ahora están salpicados de sangre.
Y ahí en medio del caos, dentro de una oficina fortificada, “La Bestia”, un apodo ganado por derecho, por sangre, empujó a Edward Safra detrás del escritorio, buscando cobertura.
- "¡Quédate ahí!", manifestó la Bestia entre dientes, sudoroso, con la mandíbula tensa mientras trataba de obtener comunicación con el exterior. "¡Mierda! No hay señal. Lo están bloqueando todo".
- "Tiene que haber otra salida", expresó Edward, sus ojos recorriendo el entorno como un animal acorralado; él había traído la operación policial, mientras se sumergía en una actuación de maldad, que no nacía de su ser.
- "La hay, pero no entiendo cómo nos encontraron. Luego del intento fallido de secuestrar a la hija de la señora Portugal, subimos toda la maldita seguridad. Esa chica estúpida cayó tan fácil, la teníamos lista; su madre arruinó demasiados negocios, y los afectados querían venganza. Íbamos a hacérsela tragar por la garganta usando a la hija como muñeca de carne; pero no contábamos que su equipo de seguridad fuera tan eficiente", comentó Bestia orgulloso de su proceder, en ese momento Edward no sabía que tan involucrado estaría con aquella señora Portugal.
Edward lo miró con una mezcla de náusea y furia que trataba de mantener escondida, por eso se tragó las palabras.
- "¿Así funciona esto?", preguntó Edward, fingiendo inocencia, como si aún no supiera todo lo que sabía.
La Bestia soltó una risita seca mientras abría una trampilla bajo la alfombra, revelando un escondite lleno de armas: pistolas, cuchillos, cinta adhesiva, una caja de pastillas y jeringas.
- "Ni te imaginas. La chica que escogimos esa noche era la hija de un viejo enemigo de tu padre. Un bocón que se creyó listo. Le mandamos el video de la primera vez de su princesa, gritaba como si la estuvieran despellejando. Luego le mandamos más, cosas que harían vomitar a cualquiera. Lo tenemos calladito, por la otra hija, la más chica, una ternura, si habla, ya sabes", dijo el Bestia como si se tratara de un juguete y no de seres humanos.
El corazón de Edward golpeaba fuerte en su pecho como un tambor de guerra. Ya no podía disimular más. En su mente, se superponían dos imágenes: la del monstruo que era su padre y la de su madre, la mujer que creía muerta y que ahora sabía que no lo estaba; que había tenido que huir para protegerlos, después de haber conocido ese infierno.
Edward extendió el brazo hacia el escritorio, donde reposaba una Glock 17. La tomó con firmeza y como quien sabe, que no hay momento para la duda, la tomó sin titubear.
- "¿Sabes usar eso?", preguntó La Bestia con una sonrisa torcida.
- "Por supuesto", respondió Edward sin vacilar.
- "Mejor, así nos podemos ir por el túnel. Hay una lancha esperando. En tierra firme hablaremos con tu padre. Él arreglará todo", aseveró el Bestia como si no fuera la primera vez que tuvieran que mover el negocio, esa que jamás se terminaba de cerrar.
- "No", dijo Edward, clavando la mirada. "Tú no vas a salir de esta isla intacto. No después de lo que hiciste".
Y disparó, sin temblar, una sola vez directo entre las piernas; con la precisión de un experto, lo habían preparado para eso, pero nunca se inclinó a ello, hasta que fue necesario.
El alarido de dolor que soltó La Bestia fue bestial, inhumano, gutural. Se desplomó, su sangre escurriendo como un río oscuro entre sus muslos.
- "¡HIJO DE PUTA!", gimió, retorciéndose. "¿Por qué? ¿Qué carajo estás haciendo?", cuestionó.
Edward se acercó lentamente. Ya no era el hijo del presidente, ya no era el chico obediente, que su padre pretendió crearlo a su semejanza. Tal vez de cierta manera lo era, pero no para la maldad, si no para buscar lo que un solo un hombre de verdad es capaz de hallar, justicia.
- "¿Ves esa cicatriz en tu cara?", le dijo Edward con voz baja, pero helada. "Te la hizo mi madre. Esa mujer a la que tú y mi padre rompieron como si fuera un objeto; ella estuvo indefensa esa noche, pero yo seré un Safra para cobrar la ofensa".
La Bestia apenas podía respirar, menos hablar; y los ojos azules de Edward brillaban como fuego abrazador.
- "Jamás vas a tocar a otra mujer. Jamás volverás a sentirte hombre. Y te juro que voy a hacer que cada día que vivas después de hoy sea una tortura. Vas a suplicar morir, pero no vas a tener ese lujo", manifestó como sentencia.
Luego, le pisó la mano con violencia, partiendo dedos con el tacón de su bota antes de girarse y salir al pasillo, donde la operación de rescate estaba en su clímax.
Horas después, mientras helicópteros levantaban polvo en la playa y los criminales eran arrastrados esposados como perros rabiosos, las víctimas salían, una por una. Algunas apenas podían caminar, otras miraban al horizonte como si no creyeran que el sol aún existía.
Una de ellas, la joven que Edward había “elegido” dos noches antes, para fingir lealtad ante su padre, aunque nunca le había tocado ni un cabello, se detuvo frente a él, aún temblando.
- "Él dijo que eras también un demonio", murmuró la joven. "Pero para mí, fuiste un ángel".
Edward bajó la mirada. Sus ojos estaban hinchados, enrojecidos, vacíos.
- "Lo siento", susurró Edward. Perdón por todo el daño. Por todo lo que soy. Por todo lo que no pude detener antes".
Ella lo abrazó. Él no supo cómo corresponder; porque no pudo detenerlo antes, porque en el fondo vivió por mucho tiempo del mundo de apariencias de su padre, sin descubrir lo que había detrás, tuvo que ser su hermana menor quien le abriera los ojos, y no pudo quedarse sin hacer nada.
Además, había algo que lo carcomía, en ese momento, pensando que sin importar cuánto hiciera, cuánta sangre derramara, cuánto dolor causara a los que lo merecían; nunca iba a borrar el hecho de que era hijo de Jonathan Safra.
Edward siempre parecía un ángel por fuera, que vivía en una lucha con su demonio interior que lo podía volver un ser salvaje para proteger lo quien ama.
...*** Fin del recuerdo ***...
El avión ya despegó, enciende su tablet, había huido a New York, y lo que vivió fue un tórrido romance con la suegra de su hermana, y aunque cree que la historia terminó, pronto descubrirá que está a punto de aventurarse a una historia que podía llevarlo a la gloria una vez más o a descubrir que los corazones pueden romperse sin siquiera proponérselo.
- "Suena como si la energía de tu móvil estuviera por acabarse", dijo la joven que estaba sentada a su lado.
Marcela Molina tiene 21 años, y es ante todo el optimismo andante, tiene una sonrisa transparente, y una mirada tan tierna que parece traspasar el alma; tiene una belleza natural, que no necesita adornos, más que la espontaneidad de sus facciones. Tiene un block de belleza en el YouTube, además de haberse graduado como nutricionista, y regresaba de un congreso sobre alimentación saludable, realizado en Nueva York.
- "Lo siento, no debí meterme", dijo Marcela, algo avergonzada ante la mirada sería de Edward.
- "Debí cargarla antes de subir, lo olvidé. Así que supongo no podré avanzar", respondió Edward.
- "Conéctala al puerto USB del asiento, déjame prestarte un cable, si acá tengo uno, toma", expresó Marcela con amabilidad.
Edward agradeció el gesto y conectó la tablet, iba a decirle algo a la joven, cuyo nombre desconocía, pero le resultaba familiar, pero ella ya se había puesto los audífonos y parecía tararear una canción famosa. Él solo sonrió, solo era una chica normal, y él había olvidado lo que eso significaba.
...Marcela Molina...
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Comments
"Coro" 💕🎀🇻🇪💞✨
La chica que él rescató? Yo he leído toda la saga, pero en este momento no recuerdo bien, si esa chica es Marcela Molina?.🤔🤔🤔🤔
2025-08-10
2
Nellys Bericote
Magnífico inicio Escritora vamos a ver cómo se desarrolla la historia eres buena así que confio en tu brillante imaginación tienes excelente narración /Rose//Rose//Rose//Rose//Rose//Heart//Heart/
2025-08-10
4
Vicky Aguirre
Ese nombre me suena, pero. Nada. No lo recuerdo.
Creo que tiene un hermano que está casado con una sobrina de Estrella.
2025-07-11
7