Los sirvientes recibieron con buen ánimo a Fernanda, quien solo le dedico una sonrisa a todos.
Ella por fin terminó de entrar, y al hacerlo algunos recuerdos llegan a su mente.
Todos relacionados con su tonto e infiel esposo.
Se ve a si misma servir a ese sujeto como si el fuera un emperador. Ella hasta le preparaba la tina para bañarse.
Vaya que mujer tan tonta.
Ignorando esos recuerdos, Fernanda se disculpa con todos para ir a su habitación a dormir un poco. Su padre se despide de ella y se va a trabajar, y ella procede a ir a donde tenía pensado ir.
Tantos recuerdos le dejaron dolor de cabeza.
Por eso, ella siguiendo sus recuerdos se va a su habitación, y al poner un pie en ella, recuerda lo último que esa pobre mujer escuchó antes de morir. Todo lo que recordaba de aquel día le oprimía el pecho.
Tal cosa le causó asco, y por tal motivo volvió a bajar otra vez a la planta baja y llama algunos sirvientes y le pide algo en particular.
—Quiero que lleven mis cosas personales a otra habitación, necesito remodelar el dormitorio principal— anuncia ella y los sirvientes aunque extrañados se van a hacer lo que dice su señora, quien se quedó en la sala mirando el lugar, el cual le parece muy sencillo.
El segundo piso estaba en movimiento, y al poco tiempo los sirvientes lograron llevar las cosas de su señora a una habitación que estaba en el segundo piso, Pero en la esquina.
Cuando terminaron de acomodar todo, van hasta donde estaba su señora y le avisan que la habitación estaba lista.
Ella tras agradecer se va de allí hasta donde le dicen que estaba su nueva habitación, en dónde se recuesta un poco a descansar.
Pero nuevamente los recuerdos llegan a ella, y un nombre le llegó a la memoria, Draco, no sabe quién es, Pero sabe que esa persona es importante en la vida del idiota de su esposo.
Ella rápidamente se levanta de la cama y se va rápidamente a su escritorio, allí había una computadora portátil.
Por lo que siguiendo sus recuerdos, ella la manipula y fue fácil.
En el navegador pone el nombre de Draco y aparecen muchos.
El apellido del infiel le llega a memoria, y ella lo introduce con el nombre de Draco, y vaya que quedó sorprendida.
Allí se veía una foto un poco borrosa del sujeto y decía que Draco Scott era el segundo hombre más exitoso del país de Marino, además de que él y su familia tienen negocios juntos.
Aunque la foto no estaba tan clara, se ve que el hombre no es feo, su esposo delante de él parece un plebeyo sin clase, no entiende como la anterior Fernanda le hizo caso a semejante hombre tan corriente.
Fernanda se quedó pensando en todo lo que ha visto, y en esos momentos traza un plan para destruir a ese idiota y también a su amante, y para hacerlo hará una asociación con aquel sujeto.
Pensando en eso, ella complacida se va hasta la cama, en donde se acuesta a dormir un poco.
Pero al quedar dormida, tuvo pesadillas con la vida de Fernanda, y un montón de recuerdos desagradable llegaron a ella.
No era para menos, ya que seguro el alma de aquella mujer está sufriendo y no descansará hasta obtener justicia.
Cuando por fin pudo despertar, ya pasaban de la seis de la tarde, y su cuerpo estaba cansado.
Por lo que se fue al baño a dar una ducha y ve que el baño es moderno.
Ella no lo piensa mucho, y se mete a bañar, y estando allí retira la venda de su cabeza, y toca la herida, la cual estaba en la parte de atrás de su cabeza.
La herida era un poco grande, pero nada de que preocuparse según el doctor.
Por lo que sin preocupaciones, ella se da su baño y al terminar sale de ella envuelta en una toalla.
Por suerte al ser una mujer acostumbrada a estar en el campo de guerra, aprendió a vivir sin doncella.
Por eso, cambiarse de ropa no fue nada para ella, y opto por ponerse un vestido sencillo, lo cual por su suerte no era como en su anterior vida, dónde las mujeres llevaban unos vestidos con demasiadas capas.
Complacida ella se termina de cambiar y arreglar, y al terminar se va a la planta baja y allí la esperaba su esposo y amante, ambos al verla fueron a su encuentro.
—Me dijeron que aún descansaba y quise pasar a verte antes de irme a casa— dice Alicia de manera hipócrita y Fernanda sonríe también con hipocresía.
—Que bueno es contar con tu apoyo, espero que cuando regrese a la empresa tú seas mi asistente— dice ella con una sonrisa amable.
Su esposo se tensa al escuchar aquello y decide intervenir.
—Querida, pensé que lo que dijiste en el día solo fue por el calor del momento, ¿pero has pensado bien lo que estás diciendo?— pregunta él y se va hasta ella y le toca los hombros con un cariño que hace que Fernanda sienta asco, mismo que disimuló con otra sonrisa falsa.
—Estoy segura, necesito volver al negocio familiar, pero tranquilo, por ti no seré la vicepresidenta, tomaré otro puesto, como hija de mi padre, puedo tomar el puesto que más me convenga, y en este caso seré la mano derecha de mi padre — dice ella y cuando el hombre infiel decide decir algo, llega una empleada para anunciar que ya la cena estaba lista.
Al hombre no le quedó de otra más que dar por terminada la conversación.
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