OBSESIÓN
- Ya despuerta mi reyna te va a dejar el avión.
- Abrí los ojos estaba en el oscuro y frio cuarto del hotel, una ligera sonrisa se dibujó en mi rostro al imaginar a mi dulce abuelita burlando la distancia, el tiempo y el espacio para recordarme aunque sea en mis sueños que tengo un vuelo que tomar.
- un dolor punzante en mi cabeza me recordó que anoche tomé por primera vez, no se que contenían las mango margaritas pero supongo que les pusieron alcohol alterado porque este dolor de cabeza es muy intenso yo diría que hasta me duele todo el cuerpo.
- Estiró mi brazo derecho para agarrar mi celular ver la hora y encender la luz, mis ojos a se abren como platos al darme cuenta que estoy desnuda.
- ¿Cómo diablos termine desnuda? Me pregunté a mi misma, me levanté de la camama lo primero que vi fueron dos mascaras tiradas en el piso justo al lado de la cama las mismas que usamos en la fiesta Jacobo Mendiola y yo.
- Con paso lento camine hacia el espejo mientras lo hacía comprobé que efectivamente me dolía todo o el cuerpo.
- El corazón se me aceleró y un dolor apareció en mi estómago al ver la imagen que reflejaba el espejo.
- Con lágrimas en los ojosos regrese a la cama jale las cobijas, la sangre en las sabanas blancas comprobaron mis sospechas.
- ¿Por qué me hiciste esto Jacobo? Pregunte como si él estuviera presente y me fuera a contestar.
- Me metí al baño bajo la regadera y entre lágrimas que se confundían con el agua me tallé el cuerpo como queriendo arrancar me la piel necesitaba borrar mi vergüenza.
- Nuevamente me vi al espejo esperando que el agua hubiera borrado los moretones y chupetes que tenía en todo mi cuerpo no obstante seguían ahí.
- Empaque mis cosas, al marcharme pasé por su habitación necesitaba una explicación a lo que había sucedido, la señora que estaba limpiando comentó que no había pasado la noche ahí al parecer todo estaba en orden.
- ¡Por supuesto que no pasó la noche aquí, la paso en mi habitación! Me dije mentalmente.
- Antes de irme di un recorrido por las albercas y la playa no podía irme sin hablar con el, le había llamado miles de veces y me mandaba directo al buzón.
- No quería marcharme con la duda de lo que había sucedido, peor aún con la vergüenza de haber sido violada por mi mejor amigo. ¡Por Dios Jacobo crecimos juntos eres como mi hermano!
- Si me dices qué yo instante a que sucediera esto te creeré y me iré más tranquila aceptando mi responsabilidad al haber tomado sin medir las consecuencias.
- Sentada frente al ventanal de la sala de abordar en el aeropuerto mis lágrimas seguían rodando por mis mejillas.
- ¿Todo bien? Preguntó una anciana de pelo blanco que estaba sentada al lado mío.
- Si, gracias.
- Tus lágrimas indican lo contrario.
- Es difícil dejar atrás a las personas que amamos.
- Para cada noches hay un día y paras cada tristeza una alegría, cualquiera que sea el motivo por el que te vas el tiempo se encargará de devolverte la alegría hoy en día puedes hacer llamadas por FaceTime nada que ver conmigo lo que los viejos como yo vivimos.
- Gracias sus palabras me alientan a seguir adelante.
- En realidad sea palabras me dieron un poco o de tranquilidad.
- Ya sentía da en el asiento del avión a solo segundos de despegar volví a marcar el número de Jacob esta vez dejé un mensaje.
- Jacobo estoy a punto de irme cuando puedas llámame necesitamos hablar no quiero irme dejando las cosas así.
- Dicen que el que calla otorga, su silencio me confirmaba que me había violado por eso no quería hablar conmigo, posiblemente jamás as me daría la cara.
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