Capítulo tres

Axel Darko había estado en una racha de bloqueo en su inspiración y decir que está inspirado es un milagro. Ya era hora de que la magia volviera a sus diseños, fueron muchos días donde se tenían que aguantar al malhumorado jefe.

Así que sin pensarlo, Sarah salió corriendo a llamar a Marisolio, el cual segundos después llegó con su séquito a la oficina del gran jefe.

—¡Ya llegó por quien llorabas! Corrí como loca en chancletas cuando la flacucha me dijo que me necesitabas porque estabas inspirado. ¿Qué pasó para que el bombillo fundido se te encendiera de nuevo? —Marisolio llegó hasta el escritorio con su acostumbrada cháchara, pero paró en seco, haciendo como si olfateara el aire: —Ay, picarón, huele a sexo, a cochino sexo. Por eso es que estás inspirado. Te dieron una buena revolcada; tienes cara de feliz follada.

—Cállate Marisolio, que acá no ha pasado nada. ¿Estás loco? —Axel estaba furioso; había sido descubierto por casi nadie.

—Entonces, ¿esta mancha en la alfombra? ¿Y ni qué decir de estas nalgas que empañaron el vidrio de tu lujoso escritorio con dos manos a los lados? Jajaja, pillado. Sirvo de detectiva. ¿Cierto, muchachos? —Marisolio solo se burlaba de don Gruñón. Era el único que se atrevía a hacerlo y era porque sabía que su jefe jamás prescindiría de los servicios del mejor diseñador que tienen.

Axel se inclinó, y en efecto, las nalgas de la señora del aseo quedaron marcadas en su escritorio. Tomó el teléfono y llamó a su secretaria.

📲Sarah, envía a alguien de servicios generales para que me limpie el escritorio y las alfombra.

—Ay, ¿no me digas que por fin te comiste a la insipida de la Sarucha? Ay, ¡me muero, me muero! Pero no creo que esa sicorrigida te haya motivado, ¡es patética! –Marisolio no disimulaba la repugnancia que le tenía a Sarah.

—Cállate, Andreino Marisolio. ¡Me tienes harto! Con tanta habladera se me va a ir la inspiración. Así que haz silencio y trabaja. —Marisolio se hace el que llora por el regaño de Axel.

—¡Bua, Bua! No me digas Andreino Marisolio, mira que así me despiertas mi otro yo y me vuelvo Pinky y Cerebro —Axel lo fulmina con la mirada y se queda callado abruptamente: —"Me callo, me callo". Candadito y boto las llaves.

Así, por fin pasaron a la sala de juntas mientras una señora de servicios generales entró a limpiar la alfombra y a dejar reluciente el vidrio del escritorio.

Trabajaron todo el día; de verdad que Axel Darko estaba bien inspirado.

Mientras que Darko trabajaba con el equipo de diseño, en cabeza de Marisolio, una Angelica muy apurada llegó media hora antes de las ocho de la mañana, que era su hora de entrada a la Complutense, que quedaba al otro extremo de Emporio Darko Luxure.

Abrió su casillero, se puso su uniforme. Sí, su uniforme de servicios generales, hoy tenía que ir a la sala de la maestra Estelita a asearla antes de que llegaran los alumnos, y de paso cachaba su clase.

Llegó con su chocolate favorito y se lo entregó a la maestra que organizaba sus viejas diapositivas.

—Buenos días, maestra Estelita. ¿Puedo pasar? —le habló Angelica desde la puerta.

—Hola, Angelica. Claro, entra. —Angelica entró y le pasó su chocolate. —Oh, gracias. Tú siempre me conscientes. ¿Y cómo va todo? ¿Descansaste algo? —preguntó preocupada, pues sabe las peripecias que hace Angelica para poder ingresar en unos meses a la Facultad de Bellas Artes.

Estela Durero es una historiadora del arte y su apellido no es en vano; su familia de origen alemán proviene del afamado pintor renacentista Alberto Durero, por eso se especializó en esta corriente.

—¿Descansar, descansar?... no. Pero sí me di un relajante mañanero. —Angelica no iba a contar más, y Estela tampoco iba a preguntar cuál era el autor intelectual del mañanero.

—Qué envidia, de la buena. Me alegra, por eso llegaste con esa sonrisa. —Angélica asintió y empezó a limpiar las numerosas sillas del amplio auditorio.

Ya no hablaron más y cada una se concentró en su labor. Angelica se sentía con una energía renovada, pero ni siquiera se acordaba del generador de esa energía, sino de la sensación que le causó. De verdad que lo necesitaba, qué loco.

Media hora después llegaron los alumnos y Angelica pasó al salón auxiliar a limpiar los instrumentos, pinceles y demás elementos que usarían los estudiantes más tarde. Y desde ahí tomaba apuntes de la clase de Estela Durero.

«El Renacimiento fue un período de profundos cambios y transformaciones culturales, que fundó los pilares de la Edad Moderna y determinó el curso de la cultura occidental. Sus características principales fueron la revalorización de la Antigüedad clásica, el cuestionamiento de la Iglesia, la incorporación de nuevas la noción de genio artístico y la introducción de nuevos descubrimientos científicos», decía la maestra con su voz llena de emoción, transmitiendo esa misma emoción a sus pupilos y de paso a Angelica.

Cuando terminó la clase teórica, los alumnos pasaron a la clase práctica al salón auxiliar y ahí ya Angelica terminaba su labor. Se despidió de la maestra Durero y se fue a asear el resto del área que le correspondía. A las dos salió de la universidad, hacia la calle de Navarredonda donde se ubicaba la pensión donde vivía. Al llegar allí, saludo a la casera, doña Zoila.

—Buenas tardes. Doña Angélica, su hija vino esta mañana. Yo la dejé pasar y hace como una hora se fue. —Angelica sintió que la respiración se le iba. Esa maldita apareció después de cinco años. Sintió una corazonada y rápidamente entró a sus aposentos. Y tal como se lo imaginó, todo estaba revolcado. Luego miró en su buró donde guardaba dentro de una caja el dinero para la matrícula y ya no estaba.

—¡Maldito engendro, me las vas a pagar! —La serenidad que tenía esta mañana se esfumó y rápidamente fue a hablar con la casera.

—¿Por qué la dejó entrar? ¡Esa maldita me robó! —Angélica estaba fuera de sus cabales, tanto que Zoila se asustó, pues jamás la había visto así; es más, siempre fue muy calmada.

—Porque ella me dijo que es su hija. —Angelica se jalaba los pelos, desarreglando su antes perfecto peinado de una coleta alta.

—¡Esa maldita no es mi hija! —A estas alturas, ya los vecinos de las demás habitaciones salieron a chismear la algarabía. —Entonces, si acá viene cualquier pelagatos a decir que es su marido, ¿yo se lo paso a su habitación? ¿Y que se la coma? ¡Parece como boba!

Angélica llamó a la policía; como una hora después aparecieron, tomaron su declaración y, como era un robo de menor cuantía, no hicieron mucho interés en atrapar a la ladrona.

Cuando se fueron, una indignada Zoila le notificó que a fin de mes debía desocupar la habitación.

«Dios, ¿cuándo dejarás de mandarme pruebas? Yo solo quiero vivir tranquila y por fin ser feliz. Maldita Belén, te voy a encontrar y te voy a hacer pagar todo lo que me has hecho tú y tu miserable padre. Maldigo el día que me los cruce en mi camino. ¿Ahora qué voy a hacer? ¡Mis sueños se fueron al traste!

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Comments

Rocio Castro luna

Rocio Castro luna

Que rabia esto q le pasó a la pobre Angélica, me gustó lo q le dijo a la casera pero q tal la vieja Zoila y en vez de remediar en algo la desaloja de su apartamento, tremendo esto y q hará ahora ella con esto q le ha ocurrido, q rabia!!

2025-07-04

19

Carolina Aracelys

Carolina Aracelys

😂😂😂😂😂😂😂 qué comes que adivinas 😝😝😝

2025-06-10

37

Maria Guevara Arbulu

Maria Guevara Arbulu

la dra Zoila en vez de asumir su culpa x confiada encima la desaloja no es justo y si habría sido al revés seguro le pedía q pague el dinero 💸 ,ahora q pasará ? quede enganchada con la historia más capítulos x favor 🙏😀👏

2025-06-10

40

Total
Capítulos
1 Prólogo
2 Capítulo Uno
3 Capítulo Dos
4 Capítulo tres
5 Capítulo Cuatro
6 Capítulo Cinco
7 Capítulo Seis
8 Capítulo Siete
9 Capítulo Ocho
10 Capítulo Nueve
11 Capítulo Diez
12 Capítulo Once
13 Capítulo Doce
14 Capítulo Trece
15 Capítulo Catorce
16 Capítulo Quince
17 Capítulo Dieciséis
18 Capítulo Diecisiete
19 Capítulo Dieciocho
20 Capítulo Diecinueve
21 Capítulo Veinte
22 Capítulo Veintiuno
23 Capítulo Veintidós
24 Capítulo Veintitrés
25 Capítulo Veinticuatro
26 Capítulo Veinticinco
27 Capítulo Veintiseis
28 Capítulo Veintisiete
29 Capítulo Veintiocho
30 Capítulo Veintinueve
31 Capítulo Treinta
32 Capítulo Treinta y Uno
33 Capítulo Treinta y Dos
34 Capítulo Treinta y Tres
35 Capítulo Treinta y Cuatro
36 Capítulo Treinta y Cinco
37 Capítulo Treinta y Seis
38 Capítulo Treinta y Siete
39 Capítulo Treinta y Ocho
40 Capítulo Treinta y Nueve
41 Capítulo Cuarenta
42 Capítulo Cuarenta y Uno
43 Capítulo Cuarenta y Dos
44 Capítulo Cuarenta y Tres
45 Capítulo Cuarenta y Cuatro
46 Capítulo Cuarenta y Cinco
47 Capítulo Cuarenta y Seis
48 Capítulo Cuarenta y Siete
49 Capítulo Cuarenta y Ocho
50 Capítulo Cuarenta y Nueve
51 Capítulo Cincuenta
52 Capítulo Cincuenta y Uno
53 Capítulo Cincuenta y Dos
54 Capítulo Cincuenta y Tres
55 Capítulo Cincuenta y Cuatro
56 Capítulo Cincuenta y Cinco
57 Capítulo Cincuenta y Seis
58 Capítulo Cincuenta y Siete
59 Capítulo Cincuenta y Ocho
60 Capítulo Cincuenta y Nueve
61 Capítulo Sesenta
62 Capítulo Sesenta y Uno
63 Capítulo Sesenta y Dos
64 Capítulo Sesenta y Tres
65 Capítulo Sesenta y Cuatro
66 Capítulo Sesenta y Cinco
67 Capítulo Sesenta y Seis
Capítulos

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1
Prólogo
2
Capítulo Uno
3
Capítulo Dos
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Capítulo tres
5
Capítulo Cuatro
6
Capítulo Cinco
7
Capítulo Seis
8
Capítulo Siete
9
Capítulo Ocho
10
Capítulo Nueve
11
Capítulo Diez
12
Capítulo Once
13
Capítulo Doce
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Capítulo Trece
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Capítulo Catorce
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Capítulo Dieciséis
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Capítulo Diecisiete
19
Capítulo Dieciocho
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Capítulo Diecinueve
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Capítulo Veinte
22
Capítulo Veintiuno
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Capítulo Veintidós
24
Capítulo Veintitrés
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Capítulo Veinticuatro
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Capítulo Veinticinco
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Capítulo Veintiseis
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Capítulo Veintisiete
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Capítulo Veintiocho
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Capítulo Cuarenta
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Capítulo Cuarenta y Uno
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Capítulo Cincuenta
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Capítulo Sesenta
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Capítulo Sesenta y Uno
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Capítulo Sesenta y Dos
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Capítulo Sesenta y Tres
65
Capítulo Sesenta y Cuatro
66
Capítulo Sesenta y Cinco
67
Capítulo Sesenta y Seis

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