...PEPPER:...
— Les ordené claramente que no estuvieran en mercados tan bajos, solo podían ir a mis tiendas — Gruñó mi padre, frente a mí en el salón, mi doncella y yo estábamos parada una al lado de la otra, sin decir nada.
— Su excelencia, intenté persuadir a la señorita de que el mercado no era un sitio adecuado, que era peligroso — Dijo la doncella, muy apenada.
Mi padre se cruzó de brazos — Una doncella que no puede cuidar la espalda de su lady, no está en posición de ser chaperona adecuada.
— Padre, ella no es un guardaespaldas — Dije y mi padre me fulminó con la mirada — Yo insistí en ir.
— Te prohibí frecuentar lugares tan bajos.
— Quería comprar un broche, solo fui a echar un vistazo.
Resopló — Esos miserables puestos solo tienen basura que ofrecer, debería ser ilegal dejar a vagos vender sus baratijas en la capital, en tu cofre de joyas tienes hasta para comprar todo el mercado si lo deseas, no vas a usar una estúpida baratija de ese mercado, échala a la basura.
— Padre... Yo solo...
— ¡Guarda silencio, no saldrás hasta nuevo aviso! — Ordenó con firmeza.
— Pero... ¿Y el baile de mañana?
— Solo con mi compañía, el baile es un evento social que no podemos rechazar, así que asistiremos, del resto, no quiero verte cruzar la puerta principal del palacio — Dijo y tomé una postura dócil.
— ¿Qué hay de mis vestidos y mi...
— Mandaré una modista y costureras a que vengan, pueden trabajar desde aquí, así ya no tendrás que exponerte imprudentemente ante salvajes y degenerados de la capital, la gente de baja posición no es de fiar, no debes acercarte a ellos.
No tenía más remedio que obedecer, él era mi padre, me había educado, pagó por las mejores institutrices y tenía una dote abundante gracias a su éxito en los negocios.
Mi padre era estricto y siempre me recordaba como una señorita debía comportarse de forma adecuada.
— Como ordene, padre.
— Ese Adolfo no lo quiero volver a ver cerca de ti, es un muchacho inadecuado para tu persona — Siseó, muy irritado — Pudiste ser tu la atacada gracias a su tonta valentía, un pretendiente como ese que no puede ni enfrentar a otro hombre nunca será buen pretendiente.
El sobrino de los Johnson, jamás fue considerado un buen pretendiente para mi padre, tampoco para mí, fue un estúpido al querer provocar al matón del mercado.
— No dispense de los servicios de mi doncella, es una buena señorita.
— Si vuelve a actuar como alcabueta la degradaré.
— Su excelencia, no volveré a cometer ese error, tiene mi palabra — Dijo la doncella inclinando su cabeza.
— Retirese, déjenos a solas.
La doncella hizo una reverencia y se marchó del salón.
Mi padre soltó un suspiro.
— Te aseguré que te ibas a comprometer con Lord Leandro Mercier, no deberías aceptar compañía de otros nobles, no es de buen ver, debemos cuidar nuestra imagen — Gruñó y asentí con la cabeza.
Aunque mi padre cuidaba de su imagen, pretendía orillar al noble con amenazas solo porque representaba una competencia para él en los negocios, aunque era un contrincante pequeño mi padre siempre quería tener el control, ser el único exitoso en la capital.
Sabía que empleaba ciertas mañas para mantener eso así y que era peligroso cuando encontraba un obstáculo.
Desde la llegada de Lord Mercier, se había vuelto inquieto por dejarlo rezagado.
La única forma era hacerlo su socio y también comprometerme con él, era su única condición, así se mantendría teniendo el control de los negocios.
Pero, no estaba saliendo bien.
El lord era inteligente y se rehusaba a aceptar las condiciones de mi padre, eso había desatado un enfrentamiento entre ambos, donde los ataques y amenazas se hicieron presentes.
Mi padre había pagado por incendiar la empresa a Lord Mercier, pero algo había salido mal, los hombres que contrató aparecieron asesinados en un callejón, sin el pago que habían recibido por el trabajo.
Luego, había recibido un ataque directo, una de sus boutiques fue incendiada y el principal sospechoso era Lord Leandro Mercier, aunque yo lo dudaba.
El hombre no era como mi padre, tenía honor.
Mi padre estaba que echaba chispas, quería contraatacar.
Él no sabía que yo era conciente de sus actos, a menudo lo escuchaba hablar detrás de la puerta de su estudio o leía sus anotaciones.
Ignoraba lo que mi padre hacía.
— Lord Leandro Mercier no está interesado en mí — Dije, era la verdad, el lord solo tenía ojos para la maleducada costurera de apariencia de mujerzuela.
El lord era guapo, fui yo quien se interesó al verlo por primera vez en uno de los bailes, quería un esposo agradable a la vista y educado.
Por fortuna, mi padre había pensado igual, con sus propios intereses, pero lo había pensado.
Aunque, veía imposible que el lord se casara conmigo, una de aquellas tardes, me había tomado la molestia de ir a la mansión del noble para convencerlo, era la única forma de que mi padre dejara de atacarlo, pero se negó tan rotundamente.
Ese hombre no me veía como esposa, ni siquiera para cortejarme.
— Lo estará, seguiré esparciendo rumores sobre su falta de pantalones y sobre el compromiso que a roto.
— Nunca nos comprometimos.
— Es lo que la sociedad debe creer, la presión puede ablandarlo, el rechazo y las habladurías son demasiado para tolerar — Sacudió la mano — Hija mía, no hay forma de que esto nos afecte, el lord quedará más manchado debido a su historial de vergüenzas familiares.
— Podrías dejar esto... No creo que el lord pueda superar tu éxito en tan poco tiempo.
— Pepper... Dejar a este lord queriendo imitar mis negocios es una negligencia que no voy a cometer, mi posición, mi poder, mi fortuna, todo esto se debe a que soy el mejor y a que nunca dejé que otros me pisaran los talones, de eso se trata.
Jamás cambiaría de opinión.
— Padre ¿Puedo retirarme?
— ¿Cómo era el sujeto que atacó a Adolfo? — Preguntó, curioso.
Me quedé pensativa — Era muy moreno, de piel oscura, barba espesa, cabello casi rapado, alto y fornido, llevaba armas sin ocultar, sus ropas parecían desgastadas, era de cuero o algo así.
— Un rufián... No he visto nadie con ese porte — Se acarició la barbilla — ¿Y dices que le clavó una daga en el...
— En una pompi — Me encogí de hombros.
— No se dice así, en un glúteo.
— En un glúteo — Dije, impaciente, por cada palabra mal dicha recibía una lección de su parte — Tuvimos que llevarlo al hospital de la guarnición, pedimos ayuda para que lo cargaran, la herida fue profunda, estará internado un tiempo.
— Digno de un degenerado, te lo he dicho ya, pudiste haber sido tú.
— No lo fui, no volveré al sitio — Protesté — Adolfo se lo buscó, ahora no podrá sentarse en un buen tiempo.
— No hables de esa forma tan irrespetuosa.
Ni siquiera estaba siendo grosera.
— ¿Puedo irme a mi habitación?
— Claro, ve — Sacudió su mano.
Me alejé del salón.
Subí las mejores escaleras y entré en mi habitación.
Registré mi chal, hallando el broche y mi monedero.
Ese rufián se había quedado con mi pañuelo.
No quería aceptarlo, no porque estuviese sucio.
De niña, había leído en un libro sobre una tradición de algún reino de otro continente.
Se dice que una dama aventaba un pañuelo a un grupo de caballeros, si uno lo recogía y lo intentaba devolver, la dama podía aceptarlo o rechazarlo.
Si lo aceptaba, significaba que correspondía, el pañuelo era símbolo de una propuesta de unión.
Se que era tonto, ya que esa tradición no pertenecía a Floris, pero de niña soñé con crecer y aventar un pañuelo algún día frente a unos caballeros.
La situación era muy distinta.
Se me había caído el pañuelo por accidente y ese sujeto solo lo había recogido para devolverlo.
Pero, tontamente rechacé el gesto pensando en ese acto simbólico.
No era un caballero, era un rufián, un asesino.
Nunca estaría unida a un ser de esa calaña.
En el libro se aseguraba que ese ritual aseguraba enlaces de por vida.
Era una tontería, cualquiera podía aventar un pañuelo como escoger al azar y luego alguien podría recogerlo, no había magia en eso.
Sacudí mi cabeza y me senté frente a la cómoda para quitarme los aretes.
Me observé al espejo.
Muchos hombres solo me querían por mi título, no por mi apariencia, las pecas en mi rostro y parte de mi cuerpo arruinaban mi piel, el cabello tan anaranjado era extraño, mi delgadez y no solo eso, mi debilidad.
Mi padre me contó que viajó conmigo cuando era solo una bebé y en trayecto hubo una tormenta de nieve, el camino se tornó difícil y el frío helado provocó que me debilitara.
Desde entonces, mi respiración era débil, me asfixiaba con facilidad, no podía hacer demasiado esfuerzo ni recibir emociones fuertes.
Cuando aquel rufián había clavado esa daga en Adolfo, sentí como mi pecho dolía, algo con lo que estaba acostumbrada.
...****************...
Pasé el tiempo entre las paredes del palacio, estaba cansada de ver el mismo jardín, los mismos pasillos y los guardias de mi padre haciendo sus rondas.
Mi único entretenimiento era observar por la ventana, hacia la calle, contar los carruajes que pasaban.
Llegó la hora de arreglarse para la celebración.
Las doncellas vinieron, trajeron el vestido que había ordenado a las costureras acomodar.
Era de un color crema, con pedrería de diamantes y guantes de seda, mi cabello estaba recogido en la parte superior de la cabeza, con peinetas de plata, los pendientes y joyas eran de perlas.
Mi padre me esperaba abajo.
— El carruaje nos espera — Dijo, extendiendo su mano para mí.
La tomé.
— Padre, si no logras prometerme a Lord Leandro Mercier, deberías conseguir otro hombre cuyos intereses estén puestos en mí.
— Todos los hombres de esta capital tienen intereses en que les ofrezca tu mano, pero la mayoría solo buscan escalar de posición a costa de mi título — Dijo, guiandome hacia la salida — No voy a darle la oportunidad a cualquiera que se acerque, apenas fuiste presentada en sociedad, no comas ansías.
— No lo hago, es solo que tal vez Lord Leandro Mercier nunca ceda y esto podría alejar a otros pretendientes.
— Nada alejará las atenciones de ti, yo me aseguro de eso cada día.
Durante el camino en carruaje, me sentía extraña, como si hubiese algo que hacía aquella noche tan diferente al resto, pero ese algo estaba demasiado oculto ante mí.
Estaba inquieta.
Llegamos a la orilla del lago y bajamos del carruaje.
En el puente, tomamos uno de los botes.
Creí ver un bote lejos de los que guiaban hacia la mansión de los Johnson, famosa por estar ubicada en un pedazo de tierra del otro lado del lago.
El sirviente remó, mientras mi padre rodeaba mi brazo para dejarme estable sobre el pequeño bote que se tambaleaba en ocasiones.
El jardín se veía decorado, con luces de candelabros.
— Esta celebración contará con la presencia del rey — Comentó mi padre y me sorprendí.
— Lo desconocía.
— Es algo conveniente para mí, estoy seguro de que Lord Leandro Mercier asistirá si tal vez pueda doblegar su orgullo, informando al rey sobre su actitud sospechosa.
— Padre, si mencionas algo sobre tu rivalidad, también quedarás expuesto — Le aconsejé.
— No lo mencionaré de buenas a primeras, mi intención es usar es as si el lord se atreve a retarme.
El bote se detuvo en el pequeño muelle, mi padre se levantó y me ayudó para que no cayera.
Entramos en el jardín de la propiedad.
Mi padre empezó a saludar a todos los allegados, por supuesto, no podían faltar los anfitriones, Lord y Lady Johnson.
— ¡Su excelencia, el duque Louis Jones y su hija, la señorita Pepper Jones! — Anunció el marqués.
La música estaba sonando, las bebidas repartidas.
— ¡Bienvenidos! — Dijeron haciendo una reverencia.
— Muchas gracias, grandiosa velada.
— Un gusto, adelante, disfruten de la celebración.
Caminé junto a mi padre y me posicioné cerca de la pista.
Después de unos minutos, Lord Leandro Mercier apareció junto a su madre, Lady Celia Mercier.
El hombre lucía hermoso, con un traje color vino y su cabello bien peinado.
Mi padre le lanzó una mirada.
— Si tuvo las agallas para venir.
Observé hacia atrás, al bosque que rodeaba la propiedad, sintiendo como si algo o alguien me observara desde las sombras, una sensación que me provocó un escalofrío.
La señorita Pepper:
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 26 Episodes
Comments
Dulce Cira
Ella es hermosa y delicada 😍 dígame ese hombre con esa cuerpazo y esa fuerza que se le nota 🧐 con ella será súper delicado la tratará como a una Rosa 🌹una historia muy especial... Ella enferma y pasar por semejante situación 🥴todo valdrá la pena 💪🏻🫶🏻✨🥰 Estoy emocionada 💃🌻
2025-05-24
2
Melisuga
Ciertamente, es una tradición muy bonita. Sólo que ella no sabe que Roquer ignora totalmente la connotación que tiene ese simple gesto de cortesía que tuvo.
2025-06-04
1
Melisuga
Y para tu suerte, o no, lo será.
2025-06-04
1