***NARRADO POR SANTIAGO***
—Durante el tiempo que estuviste fuera… yo descuidé la empresa —dijo mi abuela, con la mirada baja—. Ya sabes, la depresión, la soledad… Todo se fue viniendo abajo. Beltrán me ofreció ayuda, y con lógica, acepté. Se volvió socio.
Asiento, cruzado de brazos, sin mucha paciencia.
—Ahora ambos tenemos el 50%. Firmamos un contrato: la empresa no se divide, no se vende, y debe mantenerse en pie durante 10 años. Ya pasaron ocho… solo faltan dos.
—¿Y qué? —digo, soltando un suspiro, irritado—. Si la situación es tan compleja, simplemente dásela. Regálasela. Te quitas ese problema de encima.
—¡No me faltes al respeto, niño! —responde firme, con esa mirada que me ponía en su sitio cuando tenía diez años—. Esa empresa era de tu abuelo, y jamás dejaré que se pierda así como así.
—Paga una multa, cancela el trato y ya está.
—No hay multa. No hay cláusula de salida. Si una de las partes rompe el contrato, la otra se queda con absolutamente todo.
—Qué brillante idea, abuela. Te vendiste en vida. ¿Cómo firmaste algo tan absurdo?
—Porque pensé que era lo mejor. Y aún lo creo. La empresa creció, se limpió de negocios sucios, se volvió más fuerte.
—Bien. Me haré cargo durante estos dos años que faltan. O díselo a mi hermano, seguro él...
—¡No! —me corta—. Tiene que ser tú. Con tu hermano al mando, la empresa quebraría en dos días. Es tu responsabilidad, Santiago.
—Ya está. No te preocupes, me haré cargo.
Pero sé que no ha terminado. Lo noto en su rostro, en la tensión de sus manos sobre la manta.
—Hay otra cosa que no te he dicho… por eso quería que vinieras —dice, y esta vez, su voz tiembla un poco.
—Abuela, deja de rodeos. Habla claro de una vez.
—¡Santiago! —me reprende con firmeza—. Cuida tu tono.
Suspiro, y más calmado, le digo:
—Está bien… ¿podés explicarte, por favor?
—Cuando firmamos con la aseguradora, nos exigieron que la empresa nunca cayera en manos externas. Querían una garantía absoluta. Nos dieron una opción B… por si algún día todo se volvía inestable.
—No hará falta. La empresa está estable, yo tomaré el control. No veo el problema.
—El problema es que la fecha final se acerca, y para cerrar el ciclo y liberar legalmente todo, nos exigen cumplir la última cláusula del contrato. Si no se cumple, automáticamente todo pasa a nombre de Beltrán.
—¿Cuál es esa cláusula?
—Una formalización de que la alianza entre ambas partes fue auténtica, familiar, de respaldo mutuo. No un fraude o una maniobra evasiva. Para eso… piden un acta de matrimonio.
Me congelo. Parpadeo. Me echo a reír con incredulidad.
—¿Qué dijiste?
—Una boda, Santi. Un matrimonio simbólico entre ambas familias, válido por los dos años que restan. Después de eso, la empresa puede disolverse o dividirse, como tú quieras.
—¿Estás escuchándote? ¿Una boda? ¿Con quién, exactamente? Porque según lo que me gritó el viejo Beltrán esta mañana, no permitiría que me acercara a su familia ni un centímetro.
—Él aceptó el trato. Pero ella se negó.
—Entonces ya está. No cumplieron. Tú ganas, ¿no?
—No, Santiago. Si alguna de las dos partes se rehúsa a cumplir, la otra lo pierde todo. Así está redactado. Como medida de presión.
—Dios mío, abuela… ¿Cómo firmaste algo así sin consultar a un abogado?
—Lo hice por desesperación, por salvar el legado de tu abuelo. No me quiero morir sabiendo que todo lo que él construyó se perdió por una cláusula.
—¿Y qué esperas de mí?
—Que tomes el lugar que te corresponde… y que firmes ese matrimonio de dos años. Solo es un convenio. No necesitas amarla, ni vivir con ella, ni nada más. Solo es legal.
—¿Quién es?
—Alva Beltrán.
Me quedo en silencio.
La niña de la fiesta. La que se me quedó mirando como si me conociera. La misma que chocó conmigo en el club. La vendedora de galletas en mi empresa.
Mis ojos se entrecierran. Ahora todo tiene sentido.
—¿Sabes cuántos años tiene, abuela?
—Veinte. Es adulta. Y está dispuesta.
—¿Y qué gano yo con esto?
—Salvar lo que te pertenece… y cumplir la última voluntad de tu abuelo. Te prometo que después de esos dos años, harás lo que quieras con tu parte.
La miro, su respiración agitada, los ojos brillando. No sé si por fe, culpa o miedo.
Y por primera vez en mucho tiempo… no sé qué responder.
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Updated 84 Episodes
Comments
ocalani
le dice al suegro grosero,pero el es un soberbio y creído de primera
2025-08-01
1
Elena Garcia
Suegro y yerno halándose los pelos. Quién tiene más pelo, fuerza? Ufff....😳
2025-07-25
1
Elda Marquez
Si abuela!
Ponle sabor al caldo
..o. ..
Este arroz ya se coció.....
2025-07-16
2