En la oficina de sus padres, Mike escuchaba atentamente a su hermana.
—Mira, Mike, aunque tienes diecisiete años, ya no eres un niño. Te hablaré como a un adulto y te empezaré a tratar como tal —dijo Martina con seriedad.
Mike frunció el ceño, sin entender del todo sus palabras, pero asintió con cierta duda.
—El mundo se irá al carajo en menos de seis meses...
Mike la miró sorprendido y, a la vez, confundido.
—¿Qué quieres decir? Sé más clara, Martina.
—Bien... ¿cómo decirlo sin que entres en pánico? ¿Has visto *The Walking Dead*? Bueno, esto será algo parecido, solo que un poco más retorcido.
—Martina, habla claro por favor, no entiendo nada...
—Que el mundo se acaba, que la mayoría de las personas que conoces se convertirán en zombis y que todo, absolutamente todo, se irá a la mierda. Ya está, lo dije... Qué liberador...
Mike guardó silencio unos segundos antes de agregar:
—¿Hermana, tienes algún trastorno del que yo no sepa?
—Oye, maldito mocoso, no estoy loca. Créeme si quieres, y si no, bueno... igual me estoy preparando para lo inevitable. Tú sigue tu vida normal, yo prepararé nuestro refugio. Cuando todo esto estalle —porque sé que lo hará—, este lugar será seguro. No digas nada ni hables con nadie de esto, pero cuando llegue el día, quiero que vengas directo aquí.
Mike la miró con una mezcla de incredulidad y preocupación. Pero al ver la seriedad en su rostro, decidió seguirle la corriente. De todos modos, llamaría a sus padres para saber qué podían hacer.
—De acuerdo, hermana. No te preocupes, eso haré. ¿Y todos estos trabajadores?
—Están reforzando la seguridad de la casa y remodelando cada habitación. Vamos a comprar muchas cosas: comida, camas, vajilla, ropa de cama, ropa cómoda, abrigos...
—Espera un momento, ¿de dónde sacarás tanto dinero?
—Tengo una tarjeta negra. Padre me la dio hace unos años.
—No puedes gastar así el dinero de nuestros padres. Ellos se enfadarán y...
—¿Qué más podrían hacer? Tal vez así logremos que nos presten atención y vengan a vernos.
Mike la miró con una sonrisa. También extrañaba a sus padres, y quizás, solo quizás, todo esto era un capricho de su hermana para llamar su atención. Aun así, decidió apoyarla.
—Tienes razón. Hagámoslo. Iré contigo. Tengo una tarjeta de crédito que mamá me dio. No es corporativa, pero tiene cientos de miles.
Martina sonrió con ternura.
—Muy bien. No importa si me crees o no. Gracias por apoyarme.
Mike se levantó y la abrazó con fuerza.
—Gracias por estar aquí conmigo.
—Por supuesto. No dejaría solo a mi hermano en el fin del mundo.
Sasha tenía los recuerdos y sentimientos de la chica original de ese cuerpo. Y aunque sabía que no le pertenecían, sentía que amaba profundamente a su hermano. Tal vez esos sentimientos no eran suyos... pero le nacía protegerlo.
---
Tal como Sasha lo había dicho, en los días siguientes hicieron muchas compras. Incluso adquirieron dos motorhomes con capacidad para más de ciento cincuenta personas.
Mike, por su parte, llamó a sus padres. Cuando les contó lo que su hermana le había dicho, ellos lo confirmaron. Le hablaron de un virus que estaba siendo estudiado en distintos laboratorios, enviado por el gobierno a varios científicos para su análisis. Algo extraño sucedía: tras experimentar con animales, estos morían y, poco después, revivían convertidos en criaturas caníbales, devorando a los de su especie. Y lo más aterrador: incluso los restos de esos animales volvían a la vida.
No sabían cómo Martina se había enterado, pero le pidieron a Mike que no se alejara de ella. Estaban al tanto de los gastos y, aunque les parecían exagerados, los aprobaron. Nunca se sabía...
Los trabajadores por fin terminaron. Cuando Martina les pagó hasta el último centavo, los reunió.
—Gracias por su trabajo. Quiero decirles algo, y espero que no lo tomen a la ligera. Si en algún momento sienten que están en peligro y necesitan un refugio, pueden venir aquí. Serán bienvenidos.
Los trabajadores la miraron sorprendidos. Sergio, al notar el ambiente incómodo, intervino:
—Mi señorita, creo que es mejor dejarlos ir.
—Sí... pero por favor, recuerden mis palabras. Aquí estarán seguros. Gracias por todo.
Ellos asintieron, algo desconcertados, y se marcharon.
—Creo que piensan que estás loca —dijo Sergio.
—Lo sé. Y no me importa. Al final, vendrán. Eso es lo único que me interesa.
En su vida anterior, Sasha jamás había sido bondadosa ni caritativa. Podía decirse que todo esto lo hacía con segundas intenciones. Su misión era salvar al mundo, o al menos a la mayor cantidad de personas posible, para poder volver a su mundo.
Con el paso de los días, la ansiedad de Mike crecía. La confirmación de sus padres lo tenía nervioso. El día clave se acercaba y aún no les había dicho nada a sus amigos, que seguían con sus vidas como si nada pasara.
Esa mañana, fue al instituto como siempre, aunque su hermana llevaba una semana pidiéndole que dejara de ir. Durante una de sus clases, miró por la ventana y vio que en el patio los estudiantes se atacaban entre sí.
Fue entonces cuando lo entendió todo.
Se levantó de su asiento y gritó:
—¡Carajo, tenemos que irnos!
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Comments
Anajely Franco
que emoción ya empezó
2025-05-17
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