Capítulo 4

POV Aurora

Han pasado dos semanas desde el día en que me transfirieron al último piso y comencé a trabajar directamente con Sebastian y el señor Novoa, y debo admitir que ha sido algo... complicado. Como lo suponía, el trabajar con Novoa ha sido demasiado demandante, es una persona muy exigente con el trabajo y me era complicado seguir el ritmo que llevaban, pero pienso que lo he hecho bastante bien.

Además, lo que pensé que sería algo positivo, terminó siendo un punto muy negativo, tener a ese modelo frente a mí todo el tiempo hace todo más difícil, es una constante distracción y una tentación el querer estarlo viendo cada maldito segundo. Sentía una muy fuerte atracción por ese hombre, solo física obviamente, imponía mucho su presencia tan demandante y masculina que eso a mi parecer lo hacía diez veces más atractivo. Estar a solas con él como lo estaba comúnmente creaba una tensión fuertísima, obviamente era algo que solo sentía yo, sabía por muchas personas que el señor Novoa jamás se involucraba con absolutamente nadie del trabajo, las mujeres para él significaban únicamente placer mutuo, así que sobraban razones para creer que jamás se fijaría en una persona como yo.

Por la mañana en cuanto llegué estuve viendo un caso con Novoa, estar con él siempre era de lo más extraño, sentía su intensa mirada sobre mí cada vez que yo no lo veía y casi siempre había un silencio incomodo, definitivamente no era un hombre de muchas palabras, o al menos no lo era conmigo. Después de medio día que terminé de hacer mis pendientes con Rafael, decidí mejor ir a la oficina de Sebastian a ver en que podía ayudarlo a él, era más agradable una conversación con él que horas de silencio con Rafael.

-Oye linda, no había tenido oportunidad de preguntarte, ¿Cómo te has sentido trabajando con nosotros estas últimas dos semanas?- Me preguntó Sebastian cerrando la carpeta que tenía entre las manos, yo levanté mi mirada para responderle.

-Sinceramente ha sido muy agradable, me encanta aprender de ustedes y en general creo que me siento bien- Respondí tratando de resumir mi pensar.

-Me alegro mucho, si te soy honesto, también es agradable tenerte con nosotros, le inyectas alegría a esta oficina, entenderás que solo con Rafael y los investigadores no hay un gran ambiente, nos faltaba tu chispa para estar completos- Añadió Sebastian con una sonrisa, como quiero a ese hombre.

-Muchas gracias señor Stan, me siento muy feliz de poder aportar algo al equipo más allá de lo básico- Dije sincera devolviendo la sonrisa.

Así continuamos conversando y trabajando durante un par de horas más, terminaba de archivar una carpeta en uno de las cajoneras de la oficina de Sebastian cuando llamó mi atención.

-Aurora, ¿Podría pedirte un favor?- Preguntó con gentileza.

-Claro, dígame-

-¿Podrías llevarle esta carpeta a Rafael?-

Tardé un par de segundos en responder, trataba de evitar a Rafael lo más que podía, su presencia me ponía algo nerviosa realmente, era un hombre que imponía mucho y como he mencionado, me siento algo atraída físicamente por él, no me gustaría por nada del mundo que él descubriese algo, ya que de ser así, seguramente me echaría recordando sus reglas de "no relaciones en el trabajo", y seamos sinceros, aunque esa absurda regla no existiese, veo muy poco probable que él se fije en alguien como yo.

Asentí con la cabeza antes de tomar la carpeta que Sebastian me tendía. Caminé hacia la oficina de Novoa con la carpeta en mis manos, toqué la puerta y en cuanto me dio el paso entré cerrando la puerta detrás de mí.

-Señor Novoa, le envía esto el señor Stan- Le informé permaneciendo de pie frente a su escritorio, dejó de leer los documentos que tenía frente a sí, posó su mirada en mis ojos y se puso de pie.

Caminó hasta estar a mí lado, yo estaba demasiado nerviosa, se posicionó a solo centímetros detrás de mí, tanto así que si daba un paso hacia atrás mi espalda quedaría pegada a su pecho, sus manos abrieron la carpeta que yo sostenía entre las mías, me quedé muy quieta, ¡¿Qué estaba haciendo este hombre?!

Pareció leer durante un par de segundos lo que estaba dentro de la carpeta, sentí que puso su mano sobre mi hombro dejando una suave caricia.

-Mete la carpeta en el archivero de la esquina, en el primer cajón, ¿Puedes?- Preguntó en voz baja con un tono ronco que hizo que mi mente viajara a imaginar MUCHAS cosas... Maldito Rafael.

¿Esto es idea mía o eso fue un intento de coqueteo? Que no juegue con fuego porque se va a quemar, si eso es lo que quiere hacer, que se prepare, porque a mí también me encantan los juegos, y no me interesa quemarme si es con él. Me voltee en mi posición, estábamos muy cerca, él era muchísimo más alto que yo por lo que levanté mi rostro y respondí con la voz más sensual que pude haber hecho.

-Sí señor- Dije con una pequeña sonrisa traviesa, él pareció quedar atónito ante mi actuar, si pensaba que me iba a dejar intimidar por él estaba muy equivocado.

Caminé hasta el archivero que mencionó con la carpeta en mis manos y abrí el cajón, mientras estaba de espaldas escuché que la puerta de la oficina era abierta, no le presté mucha atención hasta que escuché una aguda voz femenina.

POV Rafael

¡Dos semanas! He pasado las jodidas dos semanas más tortuosas de toda mi vida, he tenido a la tentación en carne propia frente a mí cada día, en mi oficina la mayor parte del día sin tener la capacidad de poder sucumbir a ella. Esa chiquilla iba a acabar conmigo, hace muchísimos años que no me sentía de esta forma, trataba a toda costa de no entablar conversaciones con ella o conocerla más a fondo porque no quería que se metiera a mi cabeza, pero era demasiado complicado.

Atribuía que estaba afectándome de esta manera a que no puedo caer en la tentación de poder tenerla y por eso mismo la tengo en mi mente día y noche. Ella me ponía tanto, podría realmente rayar en la locura el nivel de deseo que siento por ella, pero insisto, solo es algo puramente físico, es todo.

No podría contar la cantidad de veces que he tenido erecciones pensando en ella a lo largo de estas dos semanas, pero mi solución a ello es darme una ducha con agua fría, MUY fría... Ya me encargaría de ir a divertirme con alguna de las mujeres con las que acostumbro para matar estas ganas, ella no va a tenerme así, me rehúso.

Me encontraba en mi oficina leyendo unos documentos cuando la culpable de que mi mente estuviera distraída apareció, Aurora entró a mi oficina con una carpeta que me había mandado Sebastian, podía simplemente ordenarle que la archivara y ya está, pero realmente necesitaba tenerla cerca de mí, aunque fuera un poco.

Me levanté y me posicioné detrás de ella, sumamente cerca, podía oler su perfume desde esta distancia, su aroma era dulce, jodidamente delicioso. Anhelaba esta cercanía con ella, pero tenía que detenerme. Dejándome atónito, ella se dio la vuelta quedando a escasos centímetros de mi rostro y me susurró con una voz condenadamente sexy, definitivamente si no me importara la tomaría en esta misma oficina, pero no, jamás me permitiría una cosa de tal magnitud, eso va en contra de mis reglas y mi forma de ser.

Aurora se dio la vuelta y la vi caminar con ese paso que la caracteriza hacia el archivero, estuve a punto de caminar detrás de ella, pero la puerta de mi oficina se abrió haciéndome voltear de inmediato.

-¡Rafael! ¡Querido, te he echado de menos!- Entró ¡¡¿Nora?!! ¡¿Qué mierda hacia aquí?! ¡¿Quién la dejó entrar?!

Aurora volteó a vernos a ambos, pude ver en su rostro algo de confusión, Nora al verme voltear en aquella dirección se percató de la presencia de la chica deformando por completo su rostro, ahora parecía muy enojada.

-¿Quién es ella, Rafael?- Preguntó con molestia, yo solo fruncí mi entrecejo.

¿Y esta quien se creía para estarme pidiendo explicaciones a mí?

-Puedes retirarte Aurora, más tarde continuamos con la información que recibimos- Dije suavizando un poco mi mirada al verla, ella aún mantenía su expresión confusa, pero no dijo nada al respecto.

-Con permiso- Soltó simplemente antes de salir y cerrar la puerta.

Ahora sí, esta mujer me iba a escuchar...

-Nora, ¿Me puedes explicar que mierda estás haciendo en MI trabajo?- Pregunté sintiendo la molestia de nuevo en mi interior. Ella se acercó a mí con una sonrisa, intentó besarme en los labios pero moví mi rostro y me alejé de ella hasta sentarme detrás de mi escritorio.

Hablemos claros... Esta mujer que tenía enfrente, es Nora Collins, ella es una de las muchas mujeres con las que me divierto cuando estoy con ganas de sexo, siempre he sido claro con todas y tenemos el entendimiento de que esto solo es placer mutuo, y nada más, ellas solo significan un buen polvo para mí así también como yo lo significo para ellas, pero por alguna extraña razón, desde hace un par de meses esta mujer se ha estado tomando atrevimientos que no le corresponden, como celarme, buscarme, insistir en vernos y ahora aparecer en mi trabajo.

-Solo te extrañaba Rafael, hace varias semanas que no nos vemos y te he echado de menos- Dijo ella con tono lastimoso.

Que ni lo intente, porque honestamente me viene y me va lo que ella sienta, algo cruel, pero no me interesa y no tengo que fingir lo contrario.

-Nora, ¿Cuántas veces tengo que decirte que dejes de buscarme? Lo que tenemos es solo sexo, ¿Cuántas veces necesitas que te lo repita?- Pregunté con autoridad.

-Yo, es solo que, supuse que tal vez te alegraría que viniera a verte y podríamos...- Comenzó a decir de forma "provocadora" hasta que la interrumpí.

-Pues deja de estar suponiendo cosas que no son, métete en la cabeza que el sexo es todo lo que tenemos, nunca va a haber nada más, entiéndelo ahora o tendré que dejar de buscarte esta vez por definitivo- Solté tajante sin ningún filtro, era mejor llevar las cosas claras antes de que malinterpretara algo.

-No, no, no- Se apresuró a decir –Está bien, ya comprendí, esperaré hasta que tú me llames- Añadió no muy convencida.

-Espero que sea la última vez que te apareces en mi empresa, evítame la pena de llamar a seguridad, y más te vale que sea la última vez que intentas besarme, ¿Quedó claro?- Pregunté aun sintiéndome molesto.

Tenía dos simples reglas al momento de estar con una chica, número uno, nada de sentimientos ni enamoramientos, y número dos, estaban prohibidos los besos en los labios. La razón, simple, por algún extraño motivo era de la mentalidad de que un beso en los labios era mucho más que el deseo o la pasión que implicaba, era creyente de que algún sentimiento por más mínimo que fuera iba envuelto en aquella acción, y no estaba dispuesto a tener ninguna clase de sentimiento por ninguna persona, no después de lo que pasó.

-No volverá a suceder- Respondió Nora finalmente con un deje de molestia en su tono de voz.

-Eso espero, ahora vete, estoy muy ocupado- Le dije sin mirarla.

Escuché el ruido de sus tacones y la puerta cerrarse, suspiré y pasé una mano por mi rostro, que fastidio tener que estar lidiando con esto, al menos me queda de consuelo que podré trabajar más tarde con Aurora, aunque eso implique que el deseo me esté quemando y consumiendo por dentro sabiendo que no podre sucumbir a él

¡¿Qué mierda me está pasando?!

¿Qué me estás haciendo, Aurora?

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