Quisiera Tener Alas Mercancía defectuosa.

Anna observaba el cielo azul a través de la ventana. Su inmensidad la cautivaba y no podía evitar imaginarse a sí misma volando lejos.

Kanazaki

Prepárate niña. El Señor Suematsu está por llegar.

La voz del hombre la arranca de su fantasía.

Anna

Sí Señor.

Ella lo observa salir de la habitación después de dejar un vestido sobre la cama.

Media hora después Anna se encuentra en otra de las habitaciones de la posada.

Un hombre, el Señor Kanazaki, está sentado enfrente del Señor Suematsu.

Anna escucha su conversación mientras tiene la mirada perdida en la pared.

Suematsu

¿Cuál es la trampa?

Kanazaki

Le aseguro que no hay ninguna trampa. En cuanto pueda examinarla más de cerca entenderá.

Suematsu voltea hacia Anna. Ella desvía la mirada hacia un costado.

Kanazaki

Niña ponte de pie y quítate la ropa.

Anna no tiene otra opción más que obedecer.

Se levantó y comenzó a desvestirse lentamente. Lo hizo mientras mantenía cerrados los ojos.

Su mente no se encontraba ahí. Había regresado a ese cielo azul que tanto la cautivaba.

Suematsu

Vaya. Que desafortunado.

La voz del Señor Suematsu parecía estar a solo unos cuantos centímetros.

Kanazaki

¿Ya entiende?

Kanazaki

Si no tuviera esa cicatriz en su abdomen podría venderla por mucho más.

Anna

Ummm...

De repente Anna siente una mano recorriendo la parte interior de su muslo derecho.

Y el hermoso cielo azul se rompe en miles de pedazos como si se tratase de un espejo que ha sido golpeado con un martillo.

Suematsu

Bastante desafortunado. Sin esa cicatriz sería perfecta.

Kanazaki

Así es. Es una bella estatua de mármol que ha sido arruinada por un descuido del escultor.

Kanazaki

Puedes vestirte. Espera aquí.

Los dos hombres salen de la habitación y Anna abre los ojos.

Después de ponerse su ropa a toda prisa se sienta y espera con la cabeza clavada en el suelo.

La transacción concluye sin ningún inconveniente. A partir de ese día Anna es propiedad del Señor Noboru Suematsu.

Suematsu

Vas a ser la concubina de mi hijo. Tu trabajo será darme nietos que puedan heredar mi posesión.

Su nuevo propietario le dice mientras el carruaje avanza.

Entonces Anna pone la mirada en la ventana del vehículo. A lo lejos, en lo alto, ve una pequeña figura negra.

En ese momento no puede evitar imaginarse siendo un ave que vuela lejos, al otro lado del mundo, para ser libre.